Sección 9

LA DIALECTICA, EL METODO DIALECTICO Y
EL PENSAMIENTO DIALECTICO
¿QUO VADIS? ¿QUÉ HACER? ¿QUÉ PENSAR?

La negación en el método dialéctico de Hegel


LA DIALECTICA, EL METODO DIALECTICO Y
EL PENSAMIENTO DIALECTICO

Veritas odium parit.

(Terence, Andria, I. i. H.)

 

¿QUO VADIS? ¿QUÉ HACER? ¿QUÉ PENSAR?
Enfoque histórico dialéctico materialista universal

 

Dentro del proceso eterno y universal de la materia, el pensamiento humano, el pensar y la consciencia comienzan en cualquier parte. Yo soy, eso es, ellos son, nosotros somos. Soy, es, son, somos, son expresiones para identificar las diversas formas del Ser. Viendo, escuchando, tocando, oliendo, sintiendo, gustando, son todas manifestaciones orientadas y relacionadas hacia el fluir, el movimiento, el crecimiento, el nacer y el perecer, la existencia y el transcurrir del tiempo. En suma, actuando, actos, acciones, práctica y práxis (1). Cada cosa fluye. El Ser es, el Llegar-a-Ser es llegar a ser, y el Llegar-a-Ser es.

Para nosotros, la base material de todos estos procesos es la contradicción fundamental „sociedad-naturaleza“, esto es, el proceso de la producción y reproducción humana, la historia. Cada cosa fluye, cada cosa está en proceso, cada cosa llega a ser y a transcurrir. El proceso evolutivo, el proceso involutivo, la génesis, el ocaso, el fluir y el cambiar asumen formas multidimensionales, multilineales, polifásicas, multihistóricas y multiversales. La base científica de la Dialéctica es el movimiento polihistórico e histórico, universal y multiversal de la Evolución-Involución y de la Involución-Evolución de la materia.

El proceso, la cosa, está compuesto de afirmación y negación, es decir, la unidad y contradicción de opuestos. La interacción dialéctica de ambas dimensiones del movimiento, del cambio y del fluir, se manifiesta en el pensamiento humano, en la acción humana, en la materia, en la historia, en el cosmos multiversal y polihistórico. La vida humana es la interpenetración del pensamiento y la acción humana, de la ideología-práctica humana y la teoría-práxis humana. Para comprender la realidad social y humana, la compleja y multipleja polivelocidad del movimiento de la teoría humana, debemos continua y continuadamente aproximarnos al movimiento humano, interno y externo, y al movimiento y transformación social y viceversa. Esta historia, en el sentido del proceso universal, sólo puede ser inteligible a través de la actividad humana, por medio de la ciencia del movimiento, la lógica del cambio, esto es la Dialéctica. Esta opera en la contradicción materialismo-idealismo, la cual es, históricamente, una forma de la esencia de la filosofía y cuyo sustrato es la materia in perpetuum.

Ahora, ¿Qué es la vida? ¿Cuál es la real novedad y originalidad del pensamiento y de la acción? ¿Por qué cada cosa está en proceso, es Ser-Llegando-a-Ser? ¿Por qué cada cosa contiene lo nuevo y original en su esencia material?

Universalmente, el hombre es primogénito, tiene la capacidad de estar siempre a la vanguardia. Históricamente la sociedad es dinámica, productiva y en transición. Socialmente, viviendo el trabajador en latencia y tendencia, tiene la potencialidad y la potencia para crear, concretar y procrear, las condiciones materiales e intelectuales para la emancipación humana, la transformación social y la verdad histórica en condiciones subjetivas y objetivas realmente posibles. Práxico-teóricamente, el revolucionario, el socialista, subjetiva y objetivamente, puede trascender y sobrepasar la „fase“ prehistórica de la historia humana, por medio de un salto dialéctico cualitativo desde la involucionaria realidad de la necesidad, al evolucionario dominio de la libertad.

Consecuentemente, ¿Cuál es la verdad del pensamiento filosófico? ¿Es un ingenioso sumario enciclopédico de los medios capitalistas contemporáneos intelectualizados, explotados por los medios de producción? ¿Es una sinopsis o síntesis de todo esto, o todavía más, de la ortodoxia „socialista“ y „comunista“ dogmática y de la vulgar fraseología materialista y sofística? ¿Es un aprendizaje emotivo de Hegel, Marx, José Martí, Simón Bolívar, Ernst Bloch o León Trotsky?... Desde mediados del siglo XIX sabemos que las ideas, los conceptos, las categorías y las leyes dominantes de una época en una sociedad dividida en clases, son principalmente aquéllas de las respectivas clases dominantes, que contienen y expresan sus privilegios específicos de clase, sus intereses, sus ventajas. Aquéllas sólo expresan la verdad parcialmente, pero no la verdad universal e histórica. En una sociedad dividida en clases, se refleja y reproduce la verdad relativa de la propiedad privada de los medios de producción, incluyendo la propiedad privada „nacionalizada“.

De allí que, ¿Cuál es realmente el pensamiento filosófico, que está dialécticamente referido a la acción filosófica, en otras palabras, a la teoría-práxis social?

Fundamentalmente podemos decir que éste es supraesencial, procesal, científico y racional. Está siempre situado dentro del desarrollo histórico-social y del proceso intelectual involucionario y evolucionario, que refleja y .reproduce la efímera realidad en el intelecto humano y que se empeña y tiende hacia la teoría-práxis revolucionario-emancipatoria. En este sentido, pensamiento humano y teoría son transformados cualitativamente dentro de las fuerzas histórico-sociales, con potencias y potencialidades que generan latencias, tendencias y posibilidades que crean las condiciones materiales necesarias para la emancipación. Estas son indispensables para la materialización de la verdad histórica y la libertad, herramientas fundamentales para el pensamiento filosófico; y en tanto que ellas son relativas a la multivelocidad del movimiento, necesariamente requieren ser activas, precisas, sensibles y pendulares entre teoría y práxis. Sólo tal „aguja magnética“ del pensamiento con „precisión cronométrica“ podría detectar que la negación de la materia es la negación del espíritu, es decir, la Nada. Además, esa negación del espíritu, de Dios, es la negación de la materia. La Nada es la negación de ambos. En cualquier suceso, la Materia y Dios son categorías materiales e ideales, lógicas y abstractas, universales y cognoscitivas, respectivamente.

Se deduce que si nosotros queremos realmente estar vivos, si estamos interesados en pensar, entonces, el pensamiento y el pensar humano deben ser lógicos, dialécticos, activos y teleológicos, razonando en perpetuo movimiento. Cualquier otra forma de pensar humano cae en el reino de la prehistoria, de la irracionalidad, de la ignorancia, de la superstición, de lo mágico, de la religión, de la ideología. La „verdad absoluta“, la „verdad del Evangelio“, pertenecen a la lógica formal y al idealismo vulgar. No es un crimen el que un individuo no refleje en su pensamiento la huidiza realidad -errar humano es, aprender es lo revolucionario. El verdadero crimen histórico es fomentar la irracionalidad, la ignorancia, falsificar la verdad relativa e histórica, e inculcarla en la mente de millones de explotados, „los condenados de la Tierra“ (Fanon).

Así, lo original y nuevo del pensamiento no es una cacería intelectual de los opositores para que después de conocer, y debido a ese conocimiento, adquiera un „garrote“ con el grado universitario o aun obtener brillo en la cátedra universitaria. Esto es el equivalente a alcanzar los mejores privilegios por la vía del conocimiento y obtener los más altos y costosos valores de cambio. La sola lucha por el „status“, por acumular muchos hechos lógico-formales, convierten al hombre en una enciclopedia ambulante, pero no en un hombre: el maestro y sirviente del universo. El conocimiento científico contiene un material esencial: ¿De dónde?, ¿Acerca de qué?. ¿Para quién?, ¿Por qué?, ¿Por lo cuál?, ¿A qué?.

Con tales contenidos radicales donde el hombre en sí mismo es la raíz de la historia a través del pensamiento, no puede continuar ensimismado en un éxtasis, en una laxitud lógico-formal y en una pasividad empirista y positivista; más precisamente, no puede estimular la aversión al trabajo productivo, al difícil trabajo histórico. El trabajo y el trabajador tienen objetivos históricos específicos, que tienen muy poco en común con la acumulación de capital y con los extravagantes gustos del consumismo. Se deduce, por lo tanto, que en cuanto a vivir, en cuanto a desarrollar una vida creativa, para complacerse en la creatividad, para erradicar la alienación humana, sólo la filosofía teórico-práxica es la panacea científica contra la abulia, el cretinismo y la opresión de las clases gobernantes.

La filosofía, el amor de y para la sabiduría, no es la lógica formal descubierta por los antiguos griegos, sino más bien un producto histórico de la humanidad. Sin orientación práxico-teórica, ‘el homo sapiens’ nunca podría haber dejado la caverna en ninguna parte del planeta. En efecto, él habría perecido indefectiblemente allí. Consecuentemente, la filosofía teórico-práxica, es decir, la filosofía científica, es una inevitable impronta de la vida del hombre. Cada ser humano, por su naturaleza, es potencialmente un filósofo. Desde Tales, no tenemos ninguna excusa para no vivir filosofando. ¿Qué es lo que le impide a cualquier hombre o mujer producir formas de pensamiento originales y nuevas acciones consigo mismo o su ambiente productivo inmediato para lograr placer, creación y emancipación? La respuesta no es mérito de un gran pensamiento filosófico. Seguro que los niños, que son filósofos por excelencia, sonreirían ante tan sencilla pregunta.

El pánta rhei de Heráclito, - todo fluye -, necesariamente forma parte de la vida de cualquier trabajador actual o de un escolar de nuestros días. Cada hombre común está viviendo la verdad histórica de este principio de teoría-práxis, de la cósmica evolución-involución e involución-evolución. Si no conoce esto, en la hora de la muerte, tendrá que creer en esta inexorable verdad de la vida. En lo más profundo y en la cima de su mente - que son sinónimos - irradiará y radicará la aurora de las ideas y de los conceptos humanos. Así, el pensamiento humano como pensamiento filosófico, es productivo, creativo, es decir, pensamiento social-emancipatorio. Pensemos: ¿Por qué estamos vivos? Vivimos no porque estamos vivos, sino porque queremos permanecer viviendo tanto como sea posible, debido a que queremos autorrealizarnos y autoemanciparnos a nosotros mismos. No es asunto de „lo que será, será“, tampoco de que „cada cosa es posible“ ni aun que „la historia se autorrepite“, sino de una lucha dialéctica entre vida y muerte para crear cada cosa, la cual nunca ha existido perpetuamente, y no existirá en lo sucesivo.

Volviendo al pensamiento humano, nuestro proceso de vida individual social e histórica tiene que ser reflejado, producido y reproducido en el pensamiento humano. Nuestras expresiones mentales e impresiones individuales, la objetivación de nosotros mismos, y la subjetivación de la naturaleza tiene que ser como el más claro y límpido cristal. „Yo soy“, „nosotros somos“, „yo sé“, „nosotros sabemos“, tiene que estar mediatizado en una forma afluente y corriente, compleja y multipleja, polihistórica y multiversal. La novedad y originalidad del comenzar y del comienzo de este proceso están allí donde nosotros nos encontramos a nosotros mismos en el proceso histórico. Tanto como queremos vivir, nunca es demasiado tarde para mejorar.

Desde la génesis del hombre en este planeta, podemos trazar la resplandeciente pista del desenvolvimiento de la teoría de la evolución, es decir, de la teoría revolucionaria, la cual, continua y continuadamente trata de producir y reproducir, de aproximar intelectualmente la multipleja, multidimensional, multiveloz y multifluyente realidad del Ser-Llegar-a-Ser y del Llegar-a-Ser Ser y pasar y sobrepasar este Ser y concretarlo en la práxis humana total, en la materia, en la matriz de la teoría humana. Pero cada cosa no es teoría, y de manera semejante, cada idea no expresa una existencia, fenómeno o realidad. Consecuentemente, la evidencia de que „el pudín siempre es para comerlo“, la prueba de la veracidad de cada cosa, consiste en su esencia teórico-práxica. En la historia, sólo lo que cuenta con las condiciones materiales e intelectuales para llegar a ser y consumirse, puede evolucionar e involucionar en la realidad. Sin estas condiciones, una idea, un fenómeno o proceso, no puede realizarse, no puede materializarse. Esta es una simple verdad que la ciencia teórico-práxica nos enseña cada día.

Lo original, lo nuevo, es la perspectiva terrenal del pensamiento y de la acción humana. Las ciencias humanas, incluyendo a la ciencia política, como teoría-práxis, siempre tienen una latencia de algo, y una tendencia hacia algo, hacia cualquier proceso. ¿Cuál es entonces el sustrato de lo nuevo, de la teoría-práxis?. Es precisamente aquellos que todos los filósofos hasta ahora, han visualizado como arché, hýle, el principio y el origen de todo cuanto existe. Los idealistas vulgares, los teólogos divinos, los metafísicos desnaturalizados, los administradores de la inquisición, los que dieron origen al Tercer Reich y al Apartheid, los protagonistas del holocausto nuclear, mutatis mutandis, deliberadamente abandonan el reino del planeta Tierra y lo descubren en la trascendencia, en el dominio de la pre y post Existencia Universal, en la Idea Absoluta y en la Verdad Absoluta, en una nueva y suprema Inteligencia. Naturalistas, físicos, atomistas, panvitalistas, ateos y materialistas dialécticos como Tales, Heráclito, Demócrito, Epicúreo, Aristóteles, Avicena, Averroés, Avicebrón, Bruno, Leibniz, Feuerbach, Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Mandel, Bloch, etc., han descubierto y descrito el arché como materia dentro del cosmos viviente, infinito, eterno en sí mismo. Pensaron explicar el universo fuera de sí mismo, aunque sólo el hombre lo puede cambiar y mejorar en sus condiciones de vida. La materia como tal es Ser-Llegar-a-Ser, en millares de apariencias poliformes: orgánicas, inorgánicas, energéticas, „espirituales“, parasicológicas, etc., revelándose en multitudinarias estructuras organizacionales y en múltiples y complejas dimensiones, grados, magnitudes y dimensiones microscópicas y macroscópicas.

La materia ha creado y todavía está creando al homo sapiens, esto es, al hombre que es activo y que piensa. En lo relativo al hombre y su madre, su „mater“ es la materia. En relación a nuestra teoría práxica y práxis teórica, en las páginas siguientes veremos la filosofía acerca de la materia, el materialismo - idealismo dialéctico, „la cabeza del proletariado“ (Marx).

 

DIALÉCTICA Y MÉTODO DIALÉCTICO

 

El verdadero pensamiento humano es científico en el sentido filosófico. Sin embargo, ¿Qué es un pensamiento no científico, no filosófico?. Es el pensamiento que está osificado y petrificado en los „hechos“ eternos y en las „verdades absolutas“. Es un pensamiento unilateral, plano, en el cual nada nuevo sucede, nada tiene movimiento real, en el que nada es pensado en su lógica, en sus fines racionales, en su proceso de síntesis. Es un falso razonar que no está fluyendo en el hilo rojo, ya que está colocado en la cadena del collar de ideas fijas, agotado en la monomanía, refunfuñándose a sí mismo en las verdades absolutas.

Pero, hay otros caminos y métodos más sofisticados del pensamiento no dialéctico. „No todos los números son impares“, „no todo lo que brilla es oro“. Así, encontrándose uno mismo en un laberinto de contradicciones, no cuenta con el hilo de Ariadna para comprender o aplicar el método dialéctico. Uno no comprende todavía el movimiento, los elementos vivientes, la esencia de la realidad universal. „A“ continuará siendo „A“, un „hecho“ será siempre un „hecho“; „A“ y „B“ no tendrán ninguna relación entre sí; no serán capaces de cambiarse la una en la otra, ni mucho menos llegarán a ser „C“. Un huevo nunca llegará a ser pollo; el capullo nunca llegará a florecer ni a dar flores. A despecho de las millares de cosas „contrarias“, no hay método en este caos.

Consecuentemente, ¿Qué es el método dialéctico?

Más tarde, nos referiremos extensamente a la Lógica Formal y a la Lógica Dialéctica, en relación al Materialismo Dialéctico y a las leyes de la Dialéctica. Es importante notar que el Materialismo Dialéctico es la Afirmación dentro de la Filosofía; lógicamente, el Idealismo Dialéctico sabio es la Negación. Sintetizaremos la esencia de la Dialéctica, su método y metodología.

En la historia de la Filosofía encontramos muchos antecedentes del método dialéctico. Podemos mencionar las tres categorías del filósofo pre-socrático Ion, el método socrático, el Triángulo Divino del conocimiento absoluto de Platón (teoría, práctica y poética); el triángulo aristotélico con sus caras geométrica, política y arquitectónica, y el método dialéctico idealista de Hegel. Kant, Fichte y Hegel, aunque no son materialistas, han pensado como nosotros que la dialéctica tiene tres movimientos: unidad inmediata de un concepto; contradicción entre los conceptos mismos; y una nueva unidad de los conceptos consigo mismos, mientras resuelven sus propias contradicciones. En otras palabras, Tesis, Antítesis y Síntesis; o Afirmación, Negación y Negación de la Negación. El método dialéctico desarrollado como metodología dialéctica se distingue plenamente de todas las metodologías idealistas.

En adición, para la lógica formal se han definido límites y limitaciones. Sin embargo, aquélla utiliza para la investigación científica el análisis y la síntesis, dado precisamente por el ya citado movimiento intelectual que se corresponde con los varios modos de involución-evolución de las ideas, conceptos, categorías, teorías; leyes, procesos y fenómenos de la realidad subjetiva, objetiva, social, histórica y universal. Puesto que cada cosa está fluyendo, dado que la realidad está siempre en cambio, consecuentemente la herramienta humana del pensar más efectiva es la ciencia, la lógica del movimiento, la Dialéctica. En este sentido, la dialéctica es una ciencia y una lógica del cambio y del movimiento. Ella no fue creada o fabricada por los antiguos chinos o filósofos hindúes o por los hilozoístas pre-socráticos o aun por Hegel y Marx, sino que fue descubierta por todos ellos, y cada pensador dialéctico está haciendo una contribución científica para entender las leyes de la sociedad, de la historia y del universo, las cuales, en sí mismas, están sujetas a cambio, a dialéctica.

Cuando razonamos de acuerdo a la tesis, llegamos a la conclusión de la insensatez de la abstracción ortodoxa, que es un dogma vulgar, ya sea en el idealismo o en el materialismo. Pensando sólo en términos de antítesis vamos a parar en el escepticismo, el agnosticismo y el nihilismo. Siguiendo estas líneas del pensamiento, aún inconscientemente, en ellas, se encuentran las leyes de la dialéctica; porque siguen un proceso incorrecto del pensamiento, el pensar humano nunca alcanzará una síntesis, nunca será científico en el sentido filosófico.

Aunque en la historia de la filosofía, el escepticismo, el agnosticismo o el existencialismo, son calificados como expresiones o productos de la filosofía, hablando rigurosamente ellos sólo forman parte de la negación idealista dentro de la unidad y contradicción de la filosofía. Son, al revés, inclinaciones del pensar humano, irracionales, acientíficas y reaccionarias que deben ser erradicadas por la filosofía proletaria, por la teoría-práxis revolucionario-emancipatoria. Cuando Sócrates afirmó „sólo sé que nada sé“ colocó una contradicción dialéctica que necesitaba de una síntesis, de una solución para ser „epistéme“ y „gnósis“, es decir, ciencia.

Así, pensar en términos de contradicción, actuar en y por la contradicción, es la Dialéctica teórico-práxica. Como Heráclito estableció: „el opuesto es bueno para nosotros“. Sin embargo, no podríamos dejar de considerar, lo dicho antes sobre el laberinto de cosas contrarias y consecuentemente, desterrarnos, aislarnos, porque no hay método en nuestra locura. Sólo usando el método y la metodología dialéctica, podemos utilizar las herramientas científicas de la contradicción. La contradicción no es la oposición o negación simple, no es una permanente negación de ‘cada cosa; la contradicción es afirmación y negación al mismo tiempo. Aún más, se está sintetizando a sí misma al mismo tiempo. Por lo tanto, son tres sus movimientos.

Es la teoría-práxis que aspira a una aproximación de la realidad objetiva y subjetiva, esto es, precisamente, lo que tenemos que hacer en cada momento de nuestras vidas, aun durante el proceso de sueños, de subconsciencia y de producción y reproducción intelectual; porque el hombre está aún en su prehistoria en lo relativo a su pensamiento y razonamiento lógico, es posible entender por qué. Esta es la causa del porqué sólo uno entre cien, o probablemente mucho menos, han realizado sus expectativas, sueños, deseos o aspiraciones, o aún están realizándolos. Tales metas tienen que ser formuladas en términos realistas, metodológicos, dialécticamente razonadas. Deben contar con las condiciones materiales y concretas y las condiciones intelectuales posibles.

La dialéctica fue descubierta antes del nacimiento del sistema capitalista, antes del surgimiento del socialismo científico, en realidad, mucho antes que hubieran nacido los padres del marxismo: Marx y Engels. La dialéctica existió sin el socialismo científico (2). Pero, a la inversa, el socialismo científico es nada sin la dialéctica. Con el propósito de dar mayor claridad científica, y aplicando la lógica formal donde es posible utilizarla, podemos separar artificialmente teoría y práxis, y establecer que la filosofía, la teoría del marxismo, es materialista, histórica y dialéctica, y que la práxis histórico-social del marxismo, es el socialismo. En realidad, el marxismo, el socialismo y el materialismo están íntima y dialécticamente interrelacionados, pues ellos componen el principio de la teoría-práxis humana.

Como lo establecimos anteriormente, nuestro punto de partida es eterno, la materia viviente y fluyente. Lo que nosotros hemos analizado e investigado en los ensayos, los artículos, las tesis u obras magnas, son siempre desarrollos específicos y esenciales, formas o apariencias de la materia. En efecto, cada conocimiento científico es un estudio intensivo de un aspecto específico del movimiento de la materia. Para ser científicos tenemos que aproximarnos dialécticamente a nuestro objeto de investigación, en un proceso. La mayor contradicción que encontramos en todos los procesos universales, históricos, sociales, humanos e intelectuales, es la Evolución-Involución, la cual constituye parte de la esencia de la mayor contradicción de la materia. En la historia podemos detectar la contradicción naturaleza-sociedad; en el capitalismo podemos detectar la contradicción sociedad-naturaleza; en el hombre la encontramos bajo la forma de contradicción teoría-práxis, la cual refleja, otra vez, la contradicción sociedad-naturaleza, y así sucesivamente, contradicciones anticipatorias polihistóricas y multiversales. Todas ellas tienen en latencia „el todavía no“, y en tendencia el Todo y/o la Nada. Resumiendo, el Método Dialéctico y su metodología utilizan categorías contradictorias que nos revelan el movimiento, la esencia y la apariencia de la materia o algún modo de existir de la materia.

Hasta ahora hemos utilizado algunas de las categorías fundamentales del método dialéctico: Evolución-Involución; Latencia-Tendencia; Esencia-Apariencia; Forma-Contenido; Universal-Particular; Relativo-Absoluto, etc. Otras son: Necesidad-Casualidad; Continuo-Discontinuo; Cantidad-Calidad; Causa-Efecto; etc. Todas están relacionadas e interrelacionadas entre, sí, por ejemplo, lo Absoluto es relativo a lo Relativo, y, a la inversa, lo Relativo es relativo a lo Absoluto; y lo Absoluto es absoluto a lo Relativo; y lo Relativo es absoluto a lo Absoluto.

No existe otro método o metodología, especialmente uno que podamos usar en nuestra educación occidental (incluso dentro de aquellos que a sí mismos se llaman „científicos“ o „dialécticos“), que nos puedan expresar y proporcionar una profundidad analítica de tal magnitud. Pero lo nuevo y lo original resultan difíciles de imponer. Tienen grandes dificultades para que sean conocidos y aceptados, especialmente después de 2500 años de lógica formal, idealismo y teología. Consecuentemente, es muy difícil encontrar la auténtica dialéctica en la teoría-práxis. En efecto, subconscientemente y en situación de ansiedad, como lo es conseguir el pan nuestro de cada día en la sociedad capitalista, nosotros somos presa fácil de la lógica formal, de la metafísica y del razonamiento estático. Destellos de tales errores los encontramos, incluso, en los trabajos de los grandes pensadores dialécticos. Donde estuvieron equivocados fue precisamente allí donde insidiosos pensamientos no dialécticos se les deslizaron desapercibidamente.

Porque este trabajo es el resultado de cinco constantes aros de teoría-práxis en la universidad, y porque el sujeto y el objeto de la investigación han cambiado permanentemente, no estaría libre de tales y necesarias corrientes de conscientización progresiva. Por razones pedagógicas, y porque trato de escribir con un fluido pensamiento dialéctico, corregiremos los errores más obvios del manuscrito original, Revisarlo completamente implicaría escribir un tratado nuevo y original, que podría convertirse en tentación para constar un crimen contra lo nuevo, la novedad de los años pasados. La verdad de ayer no es necesariamente la verdad de hoy, que será una falsedad mañana, y que podría haber sido verdad ayer. Nosotros queremos decir, que al hablar de la verdad, ésta es una „verdad relativa“, relativa a la „verdad absoluta“, ya que sólo estamos tratando de ilustrar e iluminar el camino hacia la verdad histórica y la verdad relativo-absoluta universal.

Para llegar a las categorías contradictorias, hemos probado la veracidad de los conceptos contradictorios en la realidad material. Para ser capaces de una abstracción, de formular conceptos, tenemos que investigar la esencia científica de las ideas contradictorias, las cuales derivan directamente de los sentidos, y parcialmente de la percepción cognoscitiva. La idea es la abstracción histórica más concreta. Ciertamente, la designación, o más bien, el apelativo de „amigos“ o „patrones“ por un capitalista a sus sudorosos trabajadores en las minas de oro de Witwatersrand en Sudáfrica, y la connotación de „asalariado“ e „infeliz“ por el trabajador mismo, son ideas contradictorias. A nivel de abstracción teórica, de los conceptos, categorías y teorías, podemos verificar fácilmente que el trabajador, el obrero, estaba contando la verdad „relativa“ y que el capitalista estaba contando una „absoluta mentira“.

Dentro de la historia, la investigación ,científica, - de acuerdo a la metodología dialéctica - siempre se mueve progresivamente desde lo concreto (idea) a través de la conceptualización y teorización, a lo abstracto, y al revés, otra vez a lo concreto, en una nueva espiral más elevada, histórica y dialéctica. Sólo así la teoría social puede aproximarse a la fugaz realidad; sólo así, es como el „búho de Minerva“ puede levantar su vuelo al comenzar la aurora. Así, el método dialéctico siempre está en una progresión desde lo concreto a lo abstracto, desde lo abstracto a lo concreto, donde lo concreto está precedido por un proceso similar, y donde lo abstracto se desarrolla hacia un nuevo concreto. Esto es lo que hemos llamado nuevo, filosofía original en el sentido del pensamiento científico. Este puede ser realizado por cualquier niño, y en efecto, esto es lo que cada niño está haciendo, porque todavía está relativamente libre de la manipulación de la ideología y de la represión paternal. Esto puede ser realizado por un esclavo como Espártaco, o por Einstein en su Teoría de la Relatividad. En realidad, es lo más natural y normal para el pensamiento y la acción. Nada es más simple que la dialéctica o el pensamiento dialéctico. Lo que hace al trabajador convertirse en „Sísifo“ son las telarañas de la ignorancia, de la laxitud mental y la ideología pseudo filosófica de los „camaradas“.

La sistematización de la lógica formal fue un logro de la sociedad esclavista y del feudalismo. Fue la burguesía revolucionaria, ayudada por el filósofo del Estado prusiano, Hegel, la que desarrolló la Lógica Dialéctica como una herramienta científica para explicar la realidad contemporánea del capitalismo y el socialismo. La lógica formal dio nacimiento a la Dialéctica. Sin embargo, y como Rosa Luxemburgo tan puntualmente señaló, la madre murió cuando el niño estaba naciendo, lo cual no significa que nosotros neguemos crédito científico a la historia de la madre, del mismo modo que le damos crédito a Rosa Luxemburgo por haber establecido dialécticamente que sin democracia no hay socialismo, como sin socialismo no hay democracia. Esta es la dialéctica, el método dialéctico y la metodología dialéctica operando en sus formas más teórico-práxicas, revolucionarias y emancipatorias. La síntesis de lo anterior, demuestra claramente que el hombre no ha realizado todavía la democracia o el socialismo en ningún lugar del planeta o de la historia.

Recopilando, cada nueva y original forma del pensamiento, cada investigación o tesis, que aplica el método dialéctico, son expresiones de la metodología dialéctica, verificaciones de la dialéctica y del método dialéctico. Por lo mismo, son contribuciones al enriquecimiento del método y sus fluyentes objetos de investigación. El método no puede estar separado de la realidad. Más aún, la metodología no puede estar disociada del método. No hay un libro de cocina, un recetario o un horario para la dialéctica, el método dialéctico o aun la metodología científica, la metodología dialéctica. Tampoco la realidad puede estar separada del método o de la metodología. El pensar (Teoría, Filosofía), tiene que aproximarse progresivamente a la realidad (Práxis, Ciencia), y a la inversa: el sujeto de la investigación tiene que ser objetivado y el objeto de la investigación tiene que ser subjetivado. Sólo entonces, la Síntesis y el Análisis académico, la verificación de las hipótesis (los Problemas) y las Teorías, llegarán a ser Teoría-Práxis científica, esto es, Verdad evolucionario-involucionaria, relativo-absoluta, la Revolución-Emancipación.

Resumiendo, Marx en los Grundrisse, explicó que el método dialéctico es progresivo desde lo abstracto (desde la teoría), que está derivada de la práxis, a lo concreto. Este es el único método en el cual el pensamiento podría apropiarse de lo concreto, podría reproducirse en la mente humana; lo concreto es el punto de partida y el propósito final del conocimiento. Por lo tanto, hay unidad en los procesos científicos del análisis y la síntesis. Un resultado abstracto, una teoría, sólo es verdadera si es capaz de reproducir los diversos elementos en la realidad, el objeto de la investigación. Hegel ya lo declaró, sólo „la Verdad es el Todo“; y el „Todo“ es la unidad y contradicción de lo abstracto y lo concreto, es la unidad de los opuestos, y no la identidad de los opuestos. Uno de los más importantes logros del método dialéctico es enfatizar que la reproducción de la totalidad histórica concreta sólo llega a concluir con su aplicación a la práxis humana concreta. Esto significa que cada „etapa“ del proceso de investigación debe someterse a la verificación a través de los „hechos“, por medio de la práxis humana.

 

LA METODOLOGIA DIALECTICA


Los simples conceptos y las simples ideas, abstraídas de las cosas reales, y su transformación en categorías abstractas significan la génesis del actual desarrollo histórico, del actual comienzo -de varias realidades y procesos. Los conceptos menores expresan un desarrollo inferior de la totalidad concreta, y a contrario sensus, los conceptos mayores indican un mayor desarrollo. Por lo tanto, el método dialéctico, de acuerdo con Lenin, implica un „doble análisis, deductivo e inductivo, lógico e histórico“. Así, la dialéctica incluye la unidad y la contradicción de la teoría y la práxis, esto es, del pensamiento científico y filosófico y de los hechos históricos y empíricos. Del mismo modo, y precisamente porque la forma y el contenido, la esencia y la apariencia, nunca coinciden, porque uno es el opuesto o negación del otro, nació la ciencia y llegó a ser una necesidad humana. Partir de lo concreto significa apropiarse empíricamente del material; sólo entonces el proceso de conocimiento puede comenzar. Ahora nosotros estamos en condiciones de desarrollar el método dialéctico o su metodología de acuerdo a los siguientes siete postulados:

 

1. Apropiación comprensiva del material empírico.

 

2. División analítica de este material en sus elementos constituyentes abstractos.

 

3. Investigación de las relaciones esenciales entre estos elementos abstractos.

 

4. Contraste de las apariencias artificiales descubiertas en 1 con el material esencial, descubierto en 3.

 

5. Verificación práxica y empírica, en forma analítica, en relación al punto 1, 3 y 4, en un proceso histórico concreto, en el desarrollo real del fenómeno investigado.

 

6. Descubrimiento empírico de nuevos, originales y relevantes datos y de sus nuevas concepciones y relaciones.

 

7. Formulación de nuevos problemas a partir de los resultados adquiridos en este conocimiento científico para indicar y apoyar latencias, tendencias y posibilidades de futuro desarrollo.

 

Se complementa esta metodología con lo siguiente:

 

Comenzamos en lo concreto por aproximarnos a nuestro material con problemas o teorías abstractas (lógico-formalmente llamadas „hipótesis“); nos apropiamos de este material revelando sus apariencias superficiales; ordenando nuestro material en sus elementos abstractos constituyentes, comenzamos a progresar desde lo concreto a lo abstracto; hemos investigado las leyes abstractas del movimiento de nuestro material, determinando las relaciones y contradicciones de los elementos abstractos; habiendo descrito la esencia de nuestra contradicción central, comenzamos a contrastar los lazos y relaciones entre las apariencias superficiales y la esencia. Así, reproducimos lo concreto en el pensamiento, lo cual significa que hemos comenzado a movernos desde lo abstracto a lo concreto; entonces procedemos a verificar empíricamente 2, 3 y 4; ahora estamos capacitados para verificar nuestros problemas, pero también para descubrir, empíricamente, nuevos y relevantes datos en la evolución-involución de los procesos históricos concretos; finalmente, no sólo tenemos que verificar el viejo „status quo“, el pasado auténtico o el „establishment“ histórico de los hechos y procesos, sino que también estamos en condiciones de formular nuevos problemas y teorías, que incluso pueden negar nuestras tesis (o „hipótesis“) originales. Por lo tanto, estamos en posición y condición de continuar la investigación científica, el análisis y la síntesis en términos teórico-práxicos, concreto-abstractos; involucionarios-evolucionarios. Además, todas las anteriores no son sino eslabones de las „etapas“ o „fases“ de la metodología dialéctica. Es inevitable una interconexión entre ellas, que en definitiva va a depender de la complejidad y multicomplejidad del tópico investigado (3).

Donde quiera que ha sido posible, hemos aplicado los elementos del método dialéctico en los capítulos siguientes, pero, debido a la naturaleza del material descrito y analizado, introductorio, y básicamente educativo, y con miras a dar cumplimiento a objetivos pedagógicos, no hemos podido acoplar científicamente la progresión necesaria desde lo abstracto a lo concreto, y de lo concreto a lo abstracto. Sin embargo, y porque esta serie de conferencias es el resultado de un estrecha colaboración y trabajo en equipo entre el profesor y los estudiantes de Pre y Postgrado de Ciencias Políticas, ellos expresan todavía una mayor potencialidad de aproximación al Método Dialéctico, a la Teoría-Práxis, a la Filosofía-Ciencia, en la misma medida que sean bien formulados y cuidadosamente investigados en consistentes tesis científicas, que en un largo período de tiempo podrían concluirse.



NOTAS

(1) Aquí, y en lo sucesivo, estamos utilizando el término „Práxis“, estableciendo una clara diferenciación con la palabra „práctica“. Así mismo, usamos los conceptos „Práxica“, „Práxicamente“, etc., cuyo significado filosófico, obviamente inexistente en castellano, pero necesario para nuestro estudio, acotaremos más adelante.

(2) Aunque para nuestros propósitos la identificamos con el „marxismo“, tenemos que advertir que debemos ser muy cuidadosos con todos los „ismos“ o personificaciones de las realidades históricas y universales. Además, el socialismo es esencialmente científico y no necesita el adjetivo „científico“.

(3) Ver también: MANDEL, Ernest; late Capitalism. Londres: Verso Edition. Segunda Impresión, 1950, pp. 13-18.


La negación en el método dialéctico de Hegel

Breve sinopsis del método y sistema de Hegel

Lo fascinante en la filosofía Hegeliana es, sin duda alguna, la interrelación existente entre su método y sistema, la sistemática dinámica y la dinámica sistemática de una intrigante totalidad filosófica, coherente-concluida en y por sí misma. En su prólogo a la Fenomenología del Espíritu, Hegel dice, que un verdadero método científico tiene que explicar y expresar su contenido como un contenido en movimiento, en desarrollo, como un contenido que se forma y determina a sí mismo. De tal manera, el método especulativo o dialéctico Hegeliano no sólo es la expresión de la dinámica del contenido al que se refiere, sino constituye el propio impulso de este mismo contenido, que es el proceso dinámico o la génesis del postulado filosófico de Hegel, del espíritu absoluto. El método y sistema de Hegel se entrelazan así en una sola unidad, el breve bosquejo de la cual lo consideramos indispensable para poder facilitar, dentro de este vasto conjunto sistemático y en relación a nuestra investigación de la negación en la filosofía Hegeliana, la "ubicación" y determinación de la lógica, filosofía de la naturaleza y filosofía de la historia Hegeliana.

Vamos a abordar esta unidad del método y sistema en la filosofía de Hegel bajo dos aspectos metodológicos diferentes, de los cuales uno tiene que ver con la relación entre movimiento y reposo, mientras que el otro se refiere a la relación entre la forma (el propio método) y el contenido, problemática a la cual entraremos más detalladamente en el punto número dos de éste capítulo. Además cabe adelantar aquí, en palabras del propio Hegel, una advertencia en lo que se refiere a la inmensa dificultad con respecto a la comprensión y explicación de un método de pensar, que cae por completo fuera del marco de lo que se entiende bajo el notorio "sentido común", del pensar y argumentar unilineal-unilateral que nunca se debe contradecir. En el método y sistema de Hegel se trata precisamente de la contradicción, es decir, de la identificación, producción y resolución de la contradicción, según los tres pasos dialécticos de la tesis, antítesis y síntesis. El pensar dinámico de este proceso y los términos que se requieren para expresar tal pensamiento en moción, son inusuales y difícilmente comprensibles por no permanecer en la estática de lo comúnmente conocido y reconocido, de lo evidente y lo inequívoco, en breve, de lo cotidiano.

"Suele escucharse la expresión, de que no se sabe, qué hay de imaginarse bajo un concepto determinado. El sentido detrás de esta expresión corresponde al anhelo por [poder tratar con] una concepción ya conocida, común y corriente; al quitarle a la conciencia su imaginación corriente, ésta se siente como si se le hubiera minado el terreno, en el cual solía tener postura firme y en el cual solía sentirse en casa. ....Por eso, se les considera como los más comprensibles a aquellos escritores, predicadores, oradores etc., los cuales les recitan a sus lectores u oyentes cosas, que ellos ya saben de memoria, cosas que les son familiares y que son evidentes."

Exactamente en este sentido es menester, de que se familiarice ahora de la misma manera con los conceptos y términos inusitados, utilizados por Hegel para ilustrar, en y por medio de su método y sistema, un pensamiento dialéctico de máxima precisión, sin precedente en la historia de la filosofía.

La filosofía de Hegel constituye precisa- y dialécticamente la unidad de una contradicción, es decir, expresa la unidad del movimiento y del reposo. En términos generales, el método Hegeliano representa el movimiento procesual - dialéctico o "abierto", y el sistema de Hegel en su totalidad concluida representa el reposo estático-absoluto o "cerrado". La división de su filosofía en tres grandes partes tiene que ver con el propio método dialéctico, siguiendo el famoso triple paso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis, y correspondiendo a la génesis del postulado filosófico de Hegel, que es el espíritu absoluto, mediante un desenvolvimiento escalonado. Las tres partes en las cuales está dividida la filosofía Hegeliana, son la lógica, la filosofía de la naturaleza y la filosofía del espíritu, correspondiendo la lógica a la tesis o al "ser-en-sí" del espíritu, la filosofía de la naturaleza a la antítesis o al "ser-ajeno-a-sí" del espíritu, y la filosofía del espíritu a la síntesis o al "ser-en-y-para-sí" del espíritu.
La lógica, como tesis de por sí , expresa la condición propia, abstracta del espíritu, su ser-en-sí o sus relaciones fundamentales ontológicas ante rem, y se divide, por su parte, en la doctrina del ser (en-sí o tesis, lógica objetiva), la doctrina de la esencia (ajeno-a-sí o antítesis, lógica objetiva) y la doctrina del concepto ("Begriff"), (en-y-para-sí o síntesis, lógica subjetiva). La filosofía de la naturaleza, como antítesis de por sí, expresa la condición enajenada y exteriorizada del espíritu, su ser-ajeno-a-sí in res, y se divide, por su parte, en la mecánica general (en-sí o tesis), la física inorgánica (ajeno-a-sí o antítesis) y la física orgánica (en-y-para-sí o síntesis). La filosofía del espíritu, como síntesis de por sí, expresa el "regreso" del espíritu a sí mismo, su condición enriquecida con la experiencia de su propia enajenación, su ser-en-y-para-sí post rem, y se divide, por su parte, en espíritu subjetivo (en-sí o tesis), espíritu objetivo (ajeno-a-sí o antítesis) y espíritu absoluto (en-y-para-sí o síntesis).
Dentro de la filosofía del espíritu, el espíritu subjetivo está, según los tres pasos de la metodología dialéctica, igualmente subdividido por su parte en conciencia (en-sí o tesis), conciencia de sí mismo (ajeno-a-sí o antítesis) y razón (en-y-para-sí o síntesis) como expuesto por Hegel en su "Fenomenología del Espíritu". El espíritu objetivo está subdividido, según el mismo criterio, en derecho (en-sí o tesis), moralidad (ajeno-a-sí o antítesis) y ética (en-y-para-sí o síntesis), como explicado por Hegel en su "Fundamentos de la Filosofía del Derecho". Finalmente, el espíritu absoluto, dentro de la filosofía del espíritu, está subdividido en arte, religión y filosofía; expresándose en y por medio del arte la idea de la contemplación sensorial, en y por medio de la religión la idea del concepto intelectual, y en y por medio de la filosofía la idea dentro del propio pensamiento racional, que corresponde al saber absoluto, a la razón, al espíritu en-y-para-sí o absoluto.
Así es, como en el sistema filosófico de Hegel se manifiesta, metodológicamente, la marcha de la idea absoluta desde su condición inmediata como "ser-en-sí" o lógica, a través de su propia enajenación y condición contradictoria como "ser-ajeno-a-sí" o naturaleza inconsciente, hasta llegar a la reconciliación consigo mismo como "ser-en-y-para-sí" o espíritu consciente en la historia. El saber absoluto consiste en que la idea o el espíritu se conozca a sí mismo como la totalidad o síntesis de todos estos "pasos", es decir, como unidad de las contradicciones, que son sus propias contradicciones a través de las cuales el espíritu se autoengendra en un desarrollo escalonado hasta llegar a conocerse y reconocerse a sí mismo como saber absoluto. - Hegel mismo resume, al final de sus "Lecciones sobre la Historia de la Filosofía", su filosofía en las palabras siguientes:

"El pensar puro ha marchado hacia la contradicción de lo subjetivo y objetivo; y la verdadera reconciliación de la contradicción es la comprensión de que ésta contradicción, llevada hasta su extremo absoluto, se anula a sí misma, o como dice Schelling, que los opuestos son idénticos, y no sólo lo son en sí, sino que la vida eterna es esto: de producir eternamente la contradicción y reconciliarla eternamente. - Saber la unidad como contradicción y la contradicción como unidad, esto es el saber absoluto; y la ciencia es esto: de saber esta unidad en su evolución entera de y por sí misma. ... El espíritu se produce como naturaleza, como Estado; aquella es su actividad inconsciente, dentro de la cual el espíritu se es ajeno, no como espíritu; mientras que en los actos y en la vida de la historia como también del arte el espíritu se produce a sí mismo de manera consciente, sabe de varios modos de su realidad, sin embargo sólo los concibe como modos [particulares], y es únicamente en la ciencia, en la cual el espíritu sabe de sí mismo como del espíritu absoluto, y sólo éste saber, el espíritu, es su verdadera existencia."

Haciendo un breve resumen preliminar en nuestras propias palabras, la filosofía de Hegel, en ambos sus momentos interrelacionados metodológico y sistémico , expresa el movimiento interno del espíritu absoluto, el cual está en reposo en su totalidad, es decir, expresa el proceso del autoconocimiento del espíritu absoluto, desde su condición en-sí o del pensar puro, a través de su propia autocontraposición y exposición en el espacio como naturaleza, hasta su final reunión consigo mismo como espíritu absoluto, conocedor de sí mismo. Desenvolviéndose a partir de la lógica a través de filosofía de la naturaleza (o física) y la filosofía del espíritu (o ética), éste se llega a conocer a sí mismo, llega a conocer el contenido de todo el proceso natural y histórico como su propio proceso hacia sí mismo, hacia el saber absoluto. La ciencia de la lógica, que es la explicación del "pensamiento puro" del "espíritu que piensa su esencia", pasa entonces a la filosofía de la naturaleza, a aquél ser, que le es ajeno al espíritu, su condición contradictoria, producto de su propia enajenación, para finalmente trascender a la filosofía del espíritu, la cual expresa el "regreso" del espíritu de su condición enajenada, contradictoria. Cabe adelantar aquí, que la fuerza motriz de este proceso autogenético, de tal autoengendramiento y automovimiento del espíritu, es, como veremos adelante en detalle, la negación, que opera en y a través del concepto.

Para posibilitar una especie de "visualización" del método y sistema Hegeliano, como lo acabamos de esbozar de modo más comprimido posible, valga el siguiente resumen esquemático, simplificado.


Resumen esquemático: Método dialéctico y sistema cerrado de Hegel

1. El sistema filosófico de Hegel, dialécticamente dividido en lógica, filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu, según el triple paso metodológico de tesis, antítesis y síntesis:

a) Lógica - Tesis de por sí
b) Filosofía de la Naturaleza - Antítesis de por sí
c) Filosofía del Espíritu - Síntesis de por sí

2. La Lógica por su parte expresa las relaciones fundamentales ontológicas de la idea ante rem y se divide en:

a) la doctrina del ser (en-sí, lógica objetiva) [tesis]
b) la doctrina de la esencia (ajeno-a-sí, lógica objetiva) [antítesis]
c) la doctrina del concepto (en-y-para-sí, lógica subjetiva) [síntesis]

3. La Filosofía de la Naturaleza por su parte expresa el ser-ajeno-a-sí de la idea in res y se divide en:

a) Mecánica general (en-sí) [tesis]
b) Física inorgánica (ajeno-a-sí) [antítesis]
c) Física orgánica (en-y-para-sí) [síntesis]

4. La Filosofía del Espíritu por su parte expresa el "regreso" de la idea desde la naturaleza, el ser-en-y-para-sí de la idea post rem, y se divide en:

a) Espíritu subjetivo [tesis]
conciencia / alma del cuerpo (en-sí, tesis)
conciencia de sí mismo / alma del yo (ajeno-a-sí, antítesis)
razón / alma del espíritu (en-y-para-sí, síntesis)

b) Espíritu objetivo [antítesis]
derecho (en-sí, tesis)
moralidad (ajeno-a-sí, antítesis)
ética (del Estado) (en-y-para-sí, síntesis)
c) Espíritu Absoluto [síntesis]
arte como idea de la contemplación sensorial (en-sí, tesis)
religión como idea del concepto intelectual (ajeno-a-sí, antítesis)
filosofía como idea del pensamiento racional (en-y-para-sí, síntesis)


La negación como fuerza motriz de la dialéctica

Esta parte la tenemos que empezar de nuevo con la advertencia, que, si se quiere llegar a comprender el método dialéctico Hegeliano y con éste el contenido, alcance y límite de la negación en su método y sistema, hay que dejar atrás el así llamado pensar común y corriente, basado sobre todo en la ley da la identidad lógico-formal, la cual literalmente prohíbe el pensar en contradicciones, el pensar contradictorio-dialéctico del que se trata aquí. Tan fuerte pesa el predominio de la lógica formal sobre el pensar cotidiano, que ha obtenido, precisamente por una especie de consenso común, el calificativo del "pensar natural", cuya naturaleza o esencia consiste, justamente, en que sea libre de contradicciones. Casi es imposible de romper con estos límites artificiales de la facultad de pensar, impuestos por la lógica formal durante ya milenios, que impiden el avance a géneros de lógicas o formas de pensar diferentes, tal como lo es la misma dialéctica, que no es, por añadidura, otra cosa sino el lado complementario de la propia lógica formal. Es simple y llanamente imposible comprender el método dialéctico de Hegel, si no se le concede a la contradicción el mismo valor de verdad metodológico como él que se le concede a la exclusión mutua de los opuestos - a la identidad unilateral, lógico-formal. Es absolutamente indispensable de proceder a hacer valer las contradicciones, con todas las dificultades que esto implica no sólo con respecto al propio pensar contradictorio, sino también en lo que se refiere a su ilustración y explicación verbal. En este contexto, uno de los aspectos más importantes con referencia a la problemática conceptual en la dialéctica Hegeliana es la comprensión de los términos "afirmativo" y "negativo", comprensión, que debe captar su significado eminentemente metodológico en exclusiva relación a la afirmación y la negación, y no atribuirles la connotación común normativa, con que nada tienen que ver estos conceptos. Cabe destacar, que Hegel, en vez de utilizar el propio y apropiado término metodológico "afirmativo", a menudos emplea el término "positivo", lo que induce al lector de caer en el pensar cotidiano unilateral-normativo, con el cual, de todos modos, no logrará seguir el razonamiento dialéctico.

Tal como el pensar cotidiano piensa de la manera más "natural" la exclusión mutua y rígida de dos términos opuestos, complementarios, es decir, haciendo valer solo uno de los dos, atribuyéndole la verdad unilateralmente a solo uno de los dos, o sea a lo "correcto", lo "positivo", lo "bueno" etc., descartando lo "falso", lo "negativo", lo "malo" etc. - procedimiento comúnmente reconocido y aceptado a todos los respectos imaginables -, con el mismo derecho y la misma evidencia hay que reconocer y aceptar ahora, que dos términos opuestos, complementarios, como lo son lo afirmativo y lo negativo, son los dos lados equivalentes e inseparables de una y la misma relación, que constituye su verdad. Con la misma evidencia, hay que aceptar, que no sólo existen cosas unilaterales en el "uni"verso, que la unilateralidad no es lo único que existe en el ámbito de lo natural, de lo social, y de lo histórico. La actitud espontánea de rechazo hacia lo negativo y lo contradictorio primero no es aceptable desde el punto de vista del análisis dialéctico, y segundo, es indispensable de que se deponga para poder comprender lo que sigue. El propio Hegel señala en varias ocasiones la consecuencia del pensar unilateral, el cual permanece encerrado dentro del ámbito de la ley de la identidad lógico-formal. Sólo lo que Hegel llama el "pensar racional" es capaz de captar la unidad como contradicción y la contradicción como unidad, presuposición indispensable de lo cual es el aceptar y afirmar tanto la afirmación como la negación y la contradicción. Si no se procede al pensar racional, todo lo que seguirá en adelante no tendrá sentido ninguno.

Lo que sigue es una explicación dificilísima de realizar, explicación que tratamos de simplificar hasta el límite de lo responsable y razonablemente posible, entrando al centro metodológico de lo que luego será aplicado y explicado en referencia a los conceptos Hegelianos de la naturaleza e historia respectivamente. Entremos entonces al ámbito del método dialéctico Hegeliano, a la lógica, la cual expresa la condición propia, abstracta del espíritu, es decir, sus relaciones lógicas "antes" de manifestarse en el espacio y en el tiempo.

Ahora, tal como el método y sistema de Hegel forman una unidad contradictoria en términos de movimiento y reposo, también la forman en términos de lo formal y su contenido. Lo formal, que es la lógica, el propio método dialéctico Hegeliano, no se deja separar del objeto que analiza, y el objeto no es otra cosa, que el contenido concreto del proceso escalonado del espíritu, el cual se objetiva en el espacio como naturaleza y en el tiempo como historia. Es más, el método dialéctico, según Hegel, no difiere en absoluto de su objeto o contenido, ya que el método expresa sino "la marcha de la cosa misma", siendo la expresión fiel y exacta del desenvolvimiento del espíritu, sea éste objetivado en el espacio o en el tiempo. El contenido, tanto de la naturaleza como de la historia, que son los respectivos productos de la enajenación u objetivación y del desenvolvimiento o proceso del espíritu en el espacio y el tiempo respectivamente, es la dialéctica: El contenido mismo es la dialéctica y la dialéctica misma es el contenido, formando los dos una unidad contradictoria con referencia al proceso dinámico, que es el movimiento interno del espíritu.

"Cómo se me podría ocurrir, que el método, que sigo en este sistema de la lógica - o más bien que este propio sistema sigue en sí mismo -, no sería capaz de mucha perfección y mucho desarrollo en particular; pero sabiendo al mismo tiempo, que es el único método verdadero. Esto ya se aclara por sí mismo desde ahí, que [el método] no es nada diferente de su objeto y contenido; - porque es el contenido dentro de sí, la dialéctica, que él tiene en sí mismo, que lo mueve. Es claro, que ninguna exposición puede ser considerada científica, que no siga la marcha de éste método y que no corresponda a su ritmo simple, porque es la marcha de la cosa misma."

Lo decisivo que hay que notar aquí es entonces, que el método dialéctico, para Hegel, no es una especie de instrumento de razonamiento externo, que se aplica a un determinado objeto de investigación dado, sino que le es inherente al propio objeto del análisis, precisamente por constituir su contenido, por ser su vida interna, sin la cual no habría ni proceso, ni tampoco contenido, ni mucho menos objeto en primer lugar. Cabe señalar aquí, que, siendo el postulado en la filosofía de Hegel el espíritu o la idea absoluta, es el concepto ("der Begriff"), que es el "vehículo" central de la dialéctica Hegeliana y de la cognición per se, por constituir éste la actividad de la reflexión consciente, propia del espíritu. Es precisamente el concepto, en y mediante de lo cual el espíritu se autoengendra, se mira a sí mismo y está frente a frente consigo mismo como su propio objeto, desenvolviéndose a través de toda la sucesión de sus formaciones desde la más rudimentaria hasta la más avanzada, desde el germen del espíritu, que es la conciencia inmediato-sensorial dentro de la conciencia, hasta alcanzar la condición de la madurez, la perfección que es el saber absoluto, que se realiza en la idea de la filosofía misma como la razón que se sabe a sí misma. Es sólo en el saber absoluto, donde el concepto, que tiene el espíritu o la idea absoluta de sí misma como saber absoluto, corresponde plena- y definitivamente a su objeto, en una síntesis absoluta, que es la conclusión del proceso entero en su totalidad, la total identidad consigo mismo, por lo que ya no surgen más contradicciones.
El método y su contenido, el concepto y su objeto, no existen entonces el uno sin el otro y forman los dos lados de la misma cosa, del movimiento interno, escalonado, del espíritu. El objeto sólo es tal, en la medida en que es determinado (y hasta producido) por el propio pensar, por la actividad reflejada, que es el concepto mismo.

"El objeto, como existe sin el pensar y el concepto, es una imaginación o un mero nombre; son las determinaciones del pensar y del concepto, por medio de las cuales [el objeto] es, lo que es. Por ende, efectivamente, [el objeto] depende únicamente de ellas; [las determinaciones conceptuales] son el verdadero objeto y contenido de la razón, y algo, que se entiende como objeto en el sentido común a diferencia de las determinaciones conceptuales, sólo tiene vigencia [y sentido] en a través de éstas ."

El concepto mismo, como actividad reflejada, como "vehículo" de la dialéctica, no es otra cosa sino la dialéctica pura, la dialéctica en sí, que es su propia dialéctica dentro de sí mismo - la dialéctica del concepto. El ser la dialéctica de sí mismo, ésto es la realidad absoluta del concepto, su síntesis de sí mismo, en el marco de la cual él es, al mismo tiempo, su propia presuposición y su propio resultado. El concepto, en su calidad de ser la dialéctica de sí mismo, es relación simple hacia sí mismo, se es su propia contradicción y unidad, y constituye como tal el automovimiento per se. Tal automovimiento de sí mismo se efectúa mediante los tres siguientes pasos dialécticos: Primero, la unidad inmediata del concepto, que es el escalón de la tesis simple o del intelecto abstracto; segundo, la contraposición del concepto contra sí mismo, que es el escalón de la antítesis o de la reflexión racional-negativa, de la negación; y, tercero, la reunión del concepto consigo mismo mediante la superación de la contradicción, que es el escalón de la "negación de la negación" o síntesis, de la mediación racional-"positiva", es decir racional-afirmativa. El concepto como síntesis es la unidad de su inmediatez y de su propia mediación consigo mismo, y en ésta su calidad de síntesis también es nueva- y simultáneamente tesis o afirmación, pero tesis en un nivel más alto, tesis mediata (o "inmediatez mediata"), que es tesis reflejada - y así es, como se da la relación simple del concepto hacia sí mismo, su autoreflejo. - En ser la unidad o síntesis de lo que es la contradicción de la inmediatez y la mediación consiste el automovimiento del concepto, automovimiento que es su propia actividad reflectante y mediadora, su autodinámica.

"Mirándolo bien, ahora lo tercero es lo inmediato, lo simple y lo positivo, pero es lo inmediato por medio de la superación de la mediación, lo simple por medio de la superación de la diferencia, lo positivo por medio de la superación de lo negativo, [es] el concepto, el cual se ha realizado a través de [su] ser-diferente y que se ha unido consigo mismo por medio de la superación de ésta realidad, y que ha producido su realidad absoluta, [que es] su relación simple hacia sí mismo. Éste [su] resultado es, por ende, la verdad. [El resultado] es tanto inmediatez como mediación; - ... lo tercero es inmediatez y mediación, o es la unidad de los dos, ... porque es, ... precisamente, en su calidad de unidad, la actividad y el movimiento mediador consigo mismo."

La dialéctica que tiene el concepto en y dentro de sí mismo es entonces su fuerza motriz. El fondo de esta fuerza motriz dialéctica es lo que habíamos indicado y señalado en nuestro capítulo metodológico como "afirmación doble" en el marco de la contraposición real Kantiana, de la negación cualitativa o dialéctica: Se trata de la afirmación tanto del postulado (realitas o afirmación afirmativa) como también de su derivación o negación (negatio o afirmación negativa), como dos momentos igualmente válidos. Es ésto la gran diferencia entre la lógica formal (y también de lo que comúnmente se "cree" que es la dialéctica) y la propia dialéctica Hegeliana, que esta última no sólo afirma el postulado, sino también su derivación, que es su negación o, como Hegel también dice, "determinación" ("Bestimmtheit"). La negación es, debido a su contenido "real-afirmativo", considerada positiva, es decir, la negación es afirmada. Sólo por medio de tal afirmación doble - afirmación de la afirmación o del postulado y afirmación de la negación o de la derivación - se crean las condiciones y presuposiciones indispensables para que se pueda, justamente a partir de dos fuerzas consideradas equivalentes, explicar y describir lo que es el movimiento interno del postulado, movimiento que Hegel llama su "progreso inmanente".

"El principio movedor del concepto, como aquél, que no sólo disuelve las particularizaciones de lo general, sino también las produce, éste lo denomino yo la dialéctica - dialéctica entonces no en el sentido, de que [ésta] le disuelva y confunda a uno el objeto, la proposición, etc., que le es dado, de por sí, al sentimiento [y] a la conciencia inmediata, llevándola de un lado para otro y sólo teniendo que ver con la derivación de su opuesto - un modo negativo, como aparece a menudos también en Platón. [La dialéctica, en éste sentido,] bien puede considerar como su resultado final el [simple] contrario de una con-cepción, o, decididamente, a la manera del viejo escepticismo, la contradicción de la misma, o también, de modo tibio, una [mera] aproximación a la verdad, una imperfección moderna. - La dialéctica más elevada del concepto [sin embargo] consiste en que no sólo se conciba la determinación [=negación] como límite y contrario, sino que se engendre desde ella el contenido positivo y [el] resultado, por medio de lo cual, exclusivamente, ella es desarrollo y progreso inmanente. Esta dialéctica entonces no es actividad externa de un pensar subjetivo, sino el propio alma del contenido, [alma] el cual hace retoñar orgánicamente sus ramas y frutas."

Este principio movedor del concepto, que es la dialéctica en base de la afirmación doble, en vista de que el concepto es la actividad reflejada, racional, propia del espíritu, implica y significa que el espíritu (o idea absoluta) se produce como su propio contenido racional en y por medio de la dialéctica, por lo que el pensar, que quiere captar la dialéctica, sólo tiene que seguir, según Hegel, el desenvolvimiento dialéctico interno de la cosa, o la "marcha de la cosa misma", sin tener que aportar "ingrediente" ninguno desde afuera. Como el espíritu es lo racional, lo es también su contenido, que es su propio proceso dialéctico, objetivado en y por medio de la realidad racional o del mundo existente.

"Este desarrollo de la idea como actividad propia de su razón, es observado por el pensar subjetivo, sin que éste, por su parte, le agregue algún ingrediente. Observar algo de manera racional no quiere decir, traer la razón desde afuera y modificar el objeto por medio de ella, sino el objeto es racional de por sí; en este caso es el espíritu en su libertad, la cúspide más alta de la razón autoconsciente, la cual se da realidad y se produce como mundo existente; la ciencia sólo tiene la tarea, llevarle a la conciencia éste el propio trabajo de la razón de la cosa."

Cabe destacar entonces una vez más, que el método dialéctico y su objeto o contenido, que es "la marcha de la cosa misma", el propio desenvolvimiento dialéctico del espíritu o de la razón, son una y la misma cosa. De igual manera, cada detalle, cada paso y movimiento dentro de lo que es el método dialéctico, es, al mismo tiempo, un detalle, paso y movimiento del objeto mismo, del proceso mismo. Igual como en el método dialéctico el concepto es la unidad de momentos esencialmente distintos o unidad de la contradicción, también lo es el objeto como tal. De esta manera, el movimiento o la contradicción tanto en el método dialéctico como en su objeto o contenido no es un desperfecto, sino verdadera esencia, la cual es superada - quiere decir conservada y negada a la vez -, en y por medio de la unidad. Esta unidad del concepto u objeto es tanto contradicción en sí (movimiento) como contradicción disuelta o fondo (reposo).

"Desde la observación de la esencia de la contradicción ha resultado, en general, que el demostrar, de que una cosa contenga una contradicción, no equivale, de por sí, a que [ésta] esté dañada, imperfecta o errónea. Más bien [puede decirse], que cada determinación, cada cosa concreta, cada concepto es esencialmente una unidad de momentos diferenciados y diferenciables, los cuales, por medio de la diferencia determinada, esencial, pasan a ser [momentos] contradictorios. Este, lo contradictorio, por cierto, no se disuelve en nada, sino regresa en su unidad negativa. Ahora, la cosa, el sujeto, el concepto es precisamente esta unidad negativa misma; es algo contradictorio en sí mismo, pero, tanto [y al mismo tiempo] es la contradicción disuelta; es el fondo, que contiene a sus determinaciones y las ostenta."

La "diferencia determinada, esencial", por medio de la cual los "momen-tos diferenciables" pasan a ser momentos contradictorios, no es otra cosa que la negación en el sentido dialéctico anteriormente expuesto, es decir, la negación afirmada, determinada, que tiene un contenido determinado (por referirse a la afirmación), y que tiene el mismo valor "positivo" que él de la propia afirmación. Volvemos a señalar, que la negación afirmada forma, junto a la afirmación afirmada (el propio postulado), la doble afirmación que es y constituye el propio "mecanismo" dialéctico. - Es decisivo aquí, de captar lo negativo (en el sentido metodológico) como lo positivo, afirmativo, captación que equivale a entender el modus operandi dialéctico per se. En otras palabras, no sólo hay que afirmar el postulado, sino también su negación derivada de y determinada por él. Ésto, de captar lo negativo como lo positivo, o sea el afirmar lo negativo, y el comprender estos momentos diferentes tanto en su contradicción como en su unidad, es la esencia del concepto; ésta es la operación dialéctica que ejecuta el concepto. Es precisamente por medio de la dialéctica del concepto, que se engendran, de manera "escalonada", las diferentes formas progresivas de la conciencia - la realización de cada una de las cuales corresponde a su respectiva "disolución" - disolviéndose, respectivamente, en su propia negación determinada, que se le es una forma superior: síntesis o unidad de la contradicción y al mismo tiempo nueva afirmación.

"Lo único para poder lograr el progreso científico - y por la compren-sión completamente simple de lo cual hay que hacer un esfuerzo esencial -, es el reconocimiento de la aserción lógica, que lo negativo es tanto positivo, o que lo contradictorio no se disuelve en nulo, en la nada abstracta, sino esencial-mente sólo en la negación de su contenido específico, o que una negación tal no es toda negación, sino la negación de la cosa determinada, la cual se disuelve, y, por ende, es negación determinada; que en el resultado entonces está esencialmente contenido aquél, de lo cual resulta, - lo que, en realidad, es una tautología, porque de no ser así, [el resultado] sería algo inmediato, no un resultado. Al ser lo resultante, la negación, negación determinada, ésta tiene un contenido. [La negación determinada] es un concepto nuevo, pero es un concepto superior, más rico que el concepto anterior; porque se ha enriquecido por contener la negación o lo contrapuesto de aquel, conteniendo entonces al concepto anterior, pero también más que [sólo] aquel, y [de tal modo] es la unidad de aquel y de su opuesto."

Aquí se puede ver claramente, cómo el afirmar no sólo del postulado o de la afirmación, sino de su propia negación, es la característica crucial de la dialéctica. Hegel explica con toda claridad, que la negación, por ser la negación de algo, del propio postulado o de la afirmación (A), es negación determinada: es la negación exacta (no-A) de aquél, desde lo cual origina (A), y en la cual éste su propio origen se "disuelve". Ahora bien, afirmar la afirmación (A) es el primer paso, afirmar la negación (no-A) es el segundo paso - doble afirmación (A y no-A), que lleva al tercer paso, que es diferenciar la negación como 1., afirmación negada, la cual, precisamente por medio de ser afirmada, se convierte en negación afirmada, lo que lleva 2., a la contraposición contra sí mismo o contradicción, y 3., a la unidad de ésta su contradicción, unidad que es nuevamente afirmación (mediata, superior a la afirmación anterior). La afirmación y la negación son así dos momentos de la misma cosa, de la propia afirmación o del propio postulado, como queda explicado por Hegel en la cita mencionada al demostrar, que el resultado (aquí la negación determinada, en su calidad de ser nueva afirmación, precisamente "enriquecida" por su propia negación,) contiene aquél, desde lo cual se deriva, es decir, que el resultado contiene el mismo postulado, además, por supuesto, de contener algo "más" que éste, es decir, de contener al postulado y a sí mismo. Por ésto, el resultado es diferente del postulado, desde lo cual se deriva, pero todavía tiene que ver con éste, por contenerlo. En otras palabras: el resultado no es otra cosa que el mismo postulado, enriquecido con su propia negación. Aquí podemos observar el movimiento dialéctico interno del postulado, que lo convierte en "alpha y omega", en comienzo y fin: El "comienzo" es un comienzo inmediato, abstracto, "vacío", es un simple "A", que no tiene ningún contenido. A partir de la "marcha dialéctica" de la cosa misma, que "empieza" con lo que se podría denominar el "teorema de Espinoza", omnis determinatio est negatio - cada determinación es una negación -, surge, dialéctica- y necesariamente la negación del postulado, que es negación determinada (no-A) por ser la negación de algo preciso, del propio postulado (A). Como cada negación es - en reversión lógica y dialéctica del teorema de Espinoza -, una determinación, se llega inevitablemente a la afirmación de la negación, a la negación afirmada. Esta doble afirmación, la afirmación del postulado (A), y la afirmación de la negación determinada (no-A), significa establecer una relación entre los dos, relación, que los comprende como los dos momentos equivalentes de la misma cosa (A), como contradicción dialéctica, fluyente. La "negación de la negación" significa "regresar" al postulado (A), y entenderlo como presuposición y resultado a la vez de sí mismo y de ésta su propia contradicción, que constituye su movimiento interno (A y no-A). En su calidad de resultado o "final", el postulado (A) constituye a la vez un final y un nuevo comienzo mediato, concreto, enriquecido con un contenido, enriquecido con su propio movimiento interno (A y no-A). En vista de la totalidad concluida del proceso del espíritu en la filosofía de Hegel, que corresponde al aspecto del "sistema cerrado", el resultado absoluto no es otra cosa que el mismo postulado absoluto (A) "oscilante", expresando su contradicción o movimiento interno, o, en otras palabras, el resultado absoluto es el reposo absoluto, que, para que se le pueda atribuir la calidad de lo absoluto, tiene que contener todo, inclusive "su" nada, su negación que es el movimiento. Por eso, el reposo absoluto en la filosofía de Hegel lo hemos denominado el movimiento interno del reposo.
El comienzo y el fin, el postulado y el resultado, la inmediatez y la mediación, la afirmación y la negación, todos son momentos contradictorios y complementarios de la misma cosa, del mismo postulado o de la misma afirmación. Ya se perfila claramente, cómo en marco dialéctico dado con su "mecanismo" central de la doble afirmación tanto de la propia afirmación (afirmación afirmativa) como de la negación ("afirmación negativa"), la negación misma, en su calidad de negación determinada y afirmada que ella es en la dialéctica, necesariamente es y permanece parte intrínseca del postulado, "enriqueciéndolo" a través de su movimiento y produciendo así su contenido - contenido que no es otra cosa sino el proceso del postulado - del espíritu - precisamente su movimiento interno. Ésto se debe, justamente, al carácter derivativo de la negación, a su cualidad de ser la negación de algo, de tener su esencia y consistir en el "relacionarse-a-algo", es decir, de ser negación determinada, lo que lleva a que la negación, necesariamente y "por definición", contiene aquél, a lo cual se relaciona y desde lo cual se deriva en primer lugar. - Recordamos, en referencia a nuestro capítulo metodológico, que ésto, de que la negación necesariamente contiene la afirmación al ser derivado de ella, tiene que ver con la postulación de un solo principio o postulado, desde el cual se deduce y hacia lo cual se reduce todo lo demás. Ahora, no sólo es la negación, que contiene aquél, desde lo cual se deriva o a lo cual se relaciona, o sea, la afirmación o el postulado, sino, en primer lugar, es al revés: El postulado, que es el espíritu en la filosofía de Hegel, precisamente por ser el único postulado, tiene que contener todo, inclusive su propia nada, su propio contrario o negación, para que se pueda deducir y desarrollar algo de él en primer lugar. Así que la afirmación tiene que contener, desde un principio, todo lo que se deduzca o deriva de ella, inclusive su negación, que, por consiguiente, le es inherente desde un principio, de manera que el postulado o la afirmación equivale, necesariamente, a la identidad con su contrario o negación: De tal modo, afirmación es, per definitionem, afirmación y negación - afirmación afirmativa y afirmación negativa: A = A y no-A.

"Pero este otro, negativo, contiene dentro de sí mismo también a la afirmación, y ... ésto - que el principio de la afirmación esté contenido en ello, [y] que en este principio de la afirmación yace el principio de la identidad con el lado opuesto - tiene que alcanzar la conciencia."

Ahora bien, el principio de la afirmación o identidad con el lado opuesto, "es" y contiene precisamente la contradicción, el movimiento interno tanto del concepto, como de su objeto o contenido. Movimiento interno, formulado en otros términos, no es otra cosa sino el relacionarse a sí mismo del propio concepto, es la autorelación del concepto, el cual, por medio de esta su capacidad de relacionarse a sí mismo, que es su negatividad inherente, se determina a sí mismo, es decir, se diferencia en y dentro de sí mismo simultáneamente como lo negativo y lo afirmativo, como lo derivado y lo postulado, como movimiento y reposo, como lo particular y lo general.

"La relación infinita del concepto hacia sí mismo es, como negatividad, el determinarse a sí mismo, la {diferenciación} de sí mismo dentro de sí como particularidad subjetiva y dentro de sí como generalidad indiferente."

La capacidad del concepto de relacionarse a sí mismo, que le es inherente como su negatividad y que es lo razonable en él, es su "alma", que se mueve a sí misma y que, para Hegel, es el principio de toda vida natural y espiritual. La negatividad como negación determinada o determinación negativa es, por definición, algo que es "doble" dentro de sí, una relación. La negación, por no definirse a partir de sí misma y precisamente por ser derivada y por ende determinada del único postulado existente (A), siempre se define a través de éste, a través de algo, que ella no es (no-A). En ésta su calidad de ser la negación de algo, ella es precisamente, desde un principio, relación, porque comprende a sí mismo y a aquél, a lo cual debe su existencia, desde lo cual se deriva y a partir de lo cual se define. De tal manera, la negación o lo negativo, la determinación negativa o negación determinada, la relación, existe y "actúa" en su función de ser algo doble en y dentro de sí, es decir, de ser contradicción, y es una condición indispensable de que el pensar razonable capte esta "contradictoriedad" dialéctica tanto del concepto como de su contenido.
"La segunda determinación, la [determinación] negativa o mediata, es además [y] al mismo tiempo, la [determinación] mediadora. Por de pronto puede entenderse como determinación simple, pero según su [propia] verdad [ella] es una relación o {proporción}, porque es lo negativo, pero de lo positivo, e incluye este mismo dentro de sí. Ella es entonces el otro - no de algo, hacia lo cual estuviese indiferente - si lo estuviera, ella no fuese un otro, ni tampoco relación o {proporción} - sino el otro en sí mismo, el otro de un otro; por eso incluye a su propio otro dentro de sí y es, por ende, como contradicción, la dialéctica dada de sí misma . - ...
- Ahora, si es que lo negativo, lo determinado, la relación, el juicio y todas las determinaciones que pertenecen a este segundo momento, no aparecen ya de por sí mismos como la contradicción y de manera dialéctica, entonces esto es mera carencia del pensar, que no logra reunir sus pensamientos. Porque el material, las determinaciones contrapuestas dentro de una relación, ya están dadas y existentes para el pensar. Pero el pensar formal convierte la identidad en ley [absoluta], deja caer el contenido contradictorio, que tiene ante sí, en la esfera de la imaginación, en espacio y tiempo, donde lo contradictorio se sostiene como lo separado uno al lado de otro y uno tras otro, apareciendo así sin el contacto mutuo [que lo determina como contradicción] ante la conciencia. [El pensar] saca, ante esto, la determinada conclusión, que la contradicción no fuese concebible; pero, efectivamente, el pensar de la contradicción es el momento esencial del concepto."

El significado inmenso, que tiene, por ende, la negatividad o negación como relación ab ovo, como contradicción y dialéctica en y de por sí, es él de ser vida activa y actividad vital per se. Esta su actividad vital inherente es, exactamente, su movimiento interno, su contradictoriedad, y es únicamente la propia razón como aquel pensar, que capta esta contradictoriedad y negatividad del concepto, que es capaz de comprender y "radicalizar" los momentos diferentes dentro del concepto hasta hacerlos llegar al extremo de la contradicción - condición única dentro de la cual existe el automovimiento y la vivacidad.

"La razón pensante lleva, por así decir, la indiferente diferencia de lo diferenciado, [que no es otra cosa que] la mera diversidad de la imaginación, al extremo de la diferencia esencial, a la contradicción. Las diversidades sólo llegan a ser activos y vivaces entre sí cuando son llevados al máximo de la contradicción y es en ésta, en la cual se convierten en la negatividad, que es la pulsación inherente del automovimiento y de la vivacidad."

La negación o negatividad inherente al concepto, que es la contradicción y dialéctica dada dentro del mismo, es entonces su actividad vital o automovimiento y constituye el impulso de por sí. En su calidad de impulso, la negación o negatividad consiste en ser relación (contradicción) entre el "tener" y el "no-tener", la carencia. Recordamos en este contexto los señalamientos que hicimos en nuestro capítulo metodológico con referencia al origen de la negación simple, origen que es la stéresis o privatio, significando la privación del ser o de la esencia, siendo la negación en este sentido privado de aquél, de lo cual se deriva y a lo cual debe su existencia y constituyendo de tal modo la ausencia o carencia por definición. La carencia es la única verdad de la negación simple, pero es sólo una de las dos verdades de la negación dialéctica, la cual, además de ser "carencia", también y al mismo tiempo es "tener". La negación dialéctica se tiene a sí misma, y tiene a su "otro" - a lo cual se refiere en su calidad de negación determinada, es decir, en su calidad de negación de algo - en forma de ausencia. La negación o negatividad como impulso consiste entonces simultáneamente en "algo" y en la carencia de este mismo "algo".

"De igual manera, el verdadero automovimiento interno, el impulso de por sí (...) no es otra cosa, sino [ésto,] que [el] algo dentro de sí mismo, y la carencia, [que es] lo negativo de sí mismo, son idénticos a este mismo respecto. La identidad abstracta consigo mismo todavía no equivale a la vivacidad, sino [se trata de ésto,] que lo positivo en sí mismo sea negatividad, por medio de ello [lo positivo] se enajena y se pone en cambio. Algo es vivo sólo en cuanto que contenga la contradicción dentro de sí, y en cuanto que sea ésta fuerza de comprender la contradicción dentro de sí y de soportarla."

La relación interna de la negación o negatividad determinada está con-stituido entonces por el impulso, el cual "enciende" el movimiento, es decir, el cual impulsa la enajenación y objetivación de lo positivo hacia dentro de sí mismo, produciendo su propio contenido, produciendo su propio objeto, produciendo su propia "vida", lo que equivale a su autocreación en y por sí mismo. Este impulso, que constituye la relación interna de la negación, es la propia contradicción del concepto, contradicción que es actividad de por sí - algo, que el pensar imaginativo no puede captar:

"El horror común que suele tener el pensar imaginativo, más no especu-lativo ... ante la contradicción, descarta esta consecuencia; porque se mantiene estancado en la observación unilateral de la disolución de la contradicción en nada, y no reconoce el lado positivo de la misma, según el cual [la contra-dicción] se convierte en actividad absoluta y en fondo absoluto."

La contradicción como actividad absoluta, como actividad vital o vida activa no sólo es "el alma" del concepto, sino del propio espíritu, que se manifiesta en y a través de aquél. El mismo espíritu es así impulso y actividad.
"... Hay que comprender el espíritu como impulso, porque él es, esencialmente, actividad."
Consecuentemente, el espíritu es, en esencia, la actividad por medio de la cual él se engendra a sí mismo, manifestándose en este su proceso auto-creativo en y a través del concepto.

"El espíritu es esencialmente ésto, de ser activo, es decir, de llevarse a sí mismo - en verdad al concepto de sí mismo - a la manifestación [abierta], de revelarlo."

La actividad del espíritu, que es la actividad de su concepto, se da precisamente a partir de la negación, que es su factor activo. La negación o negatividad dentro del concepto, que es negatividad determinada por relacionarse a lo afirmativo, es primero, autorelación negativa, segundo, contradicción y tercero, impulso, y éstos son los tres momentos que propiamente constituyen su actividad, actividad que también puede denominarse el "factor productivo" o el trabajo en la filosofía de Hegel. La negación o negatividad en estos sus tres momentos es así el corazón de la propia dialéctica, y, junto a la negación de la negación, que corresponde a la superación de la contradicción, forma el núcleo de toda actividad natural y espiritual, el automovimiento per se.

"La observada negatividad constituye ahora el punto de giro del movimiento del concepto. [La negatividad] es el punto sencillo de la relación negativa hacia sí mismo, la fuente más íntima de toda actividad, de todo automovimiento animado y espiritual, el alma dialéctica, que posee todo lo verdadero en sí mismo, [alma dialéctica] por medio de la cual, exclusivamente, [la negatividad] es lo verdadero; porque es único- y exclusivamente ésta subjetividad, en que se basa la superación de la contradicción entre concepto y realidad, [superación] la cual es la verdad. Lo segundo negativo, lo negativo de lo negativo, que hemos alcanzado, es aquel superar de la contradicción, pero no es, como tampoco [lo es] la contradicción misma, una actividad de una reflexión externa, sino el momento más íntimo, objetivo de la vida y del espíritu, por medio de lo cual existe el sujeto, la persona, la libertad."

Es importante aquí de entender, que nos encontramos en el centro del método dialéctico Hegeliano, que es el método productivo per se, el método racional de la autoproducción y del autoengendramiento del espíritu. Para Hegel, conforme a Kant, la dialéctica es racional, es la actividad necesaria de la propia razón. Es sólo la razón, el pensar racional, que puede identificar la unidad, diferenciar la contradicción e identificar la unidad de las contradicciones, equivaliendo éstas últimas a la producción consecutiva del contenido cognoscitivo, el cual, a su vez, no es otra cosa sino autoproducción seguida de la propia razón. La dialéctica experimenta de tal modo una revalorización sin precedentes en la historia de la filosofía y obtiene la posición decisiva como principio racional en la filosofía de Hegel.

"Aquél, por medio de lo cual el concepto se hace avanzar a sí mismo, es lo negativo antes mencionado, que [el concepto] tiene dentro de sí mismo; y ésto constituye lo verdaderamente dialéctico. La dialéctica, que ha sido considerada ser una parte separada de la lógica, y la cual, ante su fin y su significado, puede decirse ha sido completamente ignorada, obtiene así una posición enteramente diferente. - También la dialéctica de Platón tiene, en parte, hasta en el Parménides, y en otras partes aún más directamente, sólo el propósito de disolver aserciones limitadas por sí mismas y de refutarlas, y parcialmente tiene, de todos modos, la nada como resultado. Por lo general se le considera a la dialéctica una actividad externa y negativa, [y se dice] que no perteneciera a la cosa misma, que tuviese su razón de existir en la mera vanidad como una manía subjetiva de poner a tambalear lo sólido y verdadero, y de disolverlo [por diversión], o que [la dialéctica] por lo menos no lleve a más nada que a la vanidad del objeto dialécticamente analizado. Kant ha colocado la dialéctica [en una posición] más alta - y este aspecto figura entre los más grandes de sus méritos - , quitándole la arbitrariedad ficticia, que ésta tiene en la imaginación común, explicándola como una actividad necesaria de la razón."

A la negación como negatividad determinada dentro del concepto y en su calidad de actividad constituida por sus momentos interrelacionados de autorelación negativa, contradicción e impulso, le corresponde entonces el rol decisivo dentro del proceso o desenvolvimiento del espíritu, que es el progreso de toda la sucesión de sus propias formaciones y apariencias hasta que éstas sean adecuadas al concepto de la razón, al mismo espíritu, que se reconoce a sí mismo y que se tiene a sí mismo como objeto y contenido, en forma de lo razonable en y para sí. En este proceso autoproductor del espíritu, que es el progreso de la sucesión de formaciones y apariencias de la razón - todavía no realizada o en vías de realizarse -, la negación es punto de transición de una formación hacia la otra en el transcurso de la "marcha de la cosa misma":

"... Mientras que al comprender el resultado, tal como verdaderamente es, como negación determinada, resulta inmediatamente una nueva forma y se ha dado, en [y a través de] la negación, la transición por medio de la cual se da, de por sí mismo, el progreso a través de la sucesión completa de [todas] las formaciones."

Sin embargo hay que recordar aquí, que el proceso del espíritu, la sucesión progresiva de sus formaciones, en la cual la negación juega el papel central como factor motriz y como actividad per se, es un proceso, el cual ya está concluido en su totalidad y el cual es propiamente proceso sólo en retrospectiva. Sólo en retrospectiva se puede hablar del "progreso" de las diferentes formaciones y apariencias de la razón, que está "en vías de realizarse" - manifestación clara de lo cual es, precisamente, la concepción de la historia Hegeliana, a la cual volveremos más adelante bajo el enfoque metodológico, para demostrar y explicar exactamente esta problemática, esta unidad de la contradicción que es el método y sistema, el movimiento y el reposo, el proceso y la totalidad en la filosofía de Hegel.

Si hablamos de la "retrospectiva" del proceso del espíritu, estamos expresando la problemática de proceso abierto "versus" totalidad cerrada, en términos de tiempo - término "fenomenológico", bajo la perspectiva de lo cual la problemática no parece tener mucho sentido, debido a la concepción lineal-continua que se tiene comúnmente del tiempo. En términos metodológicos, sin embargo, la cosa se ve más clara. La totalidad cerrada y concluida que es el conjunto del sistema Hegeliano, expresa el reposo del postulado (del espíritu), es decir su identidad, y equivale a la afirmación. Mientras que el proceso abierto o la procesualidad en la filosofía de Hegel, que es la "marcha de la cosa misma" y que equivale al propio método dialéctico, expresa el movimiento interno de este mismo postulado, es decir, su diferencia, y equivale a la negación, negación que es la enajenación y objetivación del espíritu dentro de sí mismo como lo ajeno a sí mismo, su propia contradictoriedad. Este movimiento interno del espíritu, su enajenación y objetivación o contradictoriedad, es superado por la misma afirmación como negación de la negación o "regreso a sí mismo", también podríamos decir "de-enajenación" o "des-alienación". La afirmación en su cualidad de "regreso a sí mismo" es afirmación mediata, como unidad de la inmediatez y mediatez, lo que la convierte en afirmación absoluta (reposo absoluto).

"... Esta [negación de la negación] es, en sí, relación hacia sí mismo, la afirmación, pero [afirmación] como regreso a sí mismo, es decir, a través de la mediación, que es la negación de la negación."

Ahora es la afirmación en su totalidad, que constituye la autorelación, pero ella es, a diferencia de la negatividad determinada o autorelación negativa, autorelación afirmativa, mediata de, por y consigo mismo, autodeterminada, es decir, unidad o afirmación realizada por medio de la negación de la negación, de la "negación absoluta"; y algo, que se ha realizado, es algo en reposo. La afirmación, en esta su calidad de haberse realizado al constituir el "regreso a sí mismo", es también y al mismo tiempo negación de la negación, negación de por sí o absoluta. Ésto no lo puede captar el intelecto, por no comprender ni lo contradictorio ni tampoco la superación; es única y exclusivamente la razón, que puede captar estos momentos radicalmente diferentes e interrelacionados a la vez.

"El intelecto tiene determinaciones, que no se contradicen. La negación es determinación simple. La negación de la negación es contradicción - niega la negación; por eso es afirmación, pero tanto y al mismo tiempo es también negación de por sí. Esta contradicción no la puede soportar el intelecto; [porque la contradicción] es lo razonable."

La afirmación, como negación de la negación o afirmación realizada es, a diferencia de la afirmación inmediata y vacía, afirmación autodeterminada, relacionada a sí misma, con un contenido concreto, que es su propio movimiento interno, producto de su propia enajenación o negación dentro de sí, regresando desde ésta condición enajenada, negativa-contradictoria por medio de la negación de la negación, que es la misma, verdadera afirmación o afirmación absoluta.

" ... es la negación de la negación, la negación que se relaciona a sí mismo, y ésto es la afirmación absoluta, [que es] al mismo tiempo ser, simple relación hacia sí mismo ..."

Aproximándonos a la perspectiva total, ya se perfila claramente como tanto el sistema cerrado (o reposo) al igual que también el método y proceso abierto (o movimiento) son dos momentos diferentes e inseparables a la vez, interrelacionados en la unidad de ésta su contradicción, que es y constituye el postulado en la filosofía Hegeliana: el espíritu, que sabe su esencia (- el reposo que contiene su movimiento) - espíritu (reposo) absoluto. Hegel ha llegado a formular el máximo de las relaciones posibles se pueden establecer a partir de un solo postulado - que es, precisamente, el conjunto de relaciones que constituyen su movimiento interno o diferencia y que abarcan su identidad. El propio postulado tiene que producir, desde sí mismo, a todas sus determinaciones, es decir, autodeterminarse al deducir su negación a partir de sí mismo (enajenarse), relacionar su negación a sí mismo (contradecirse) y relacionarse propiamente a sí mismo (superarse), produciendo así su contenido, que es su movimiento interno, su proceso y progreso, hasta haber concluido el círculo de su autodeterminación o "autoexperiencia", y hasta saberse relacionado a sí mismo como idéntico consigo mismo, como punto de partida y punto final a la vez, como alpha y omega, es decir, como postulado único, absoluto. El espíritu es así libertad, razón, idea absoluta. Recordamos, que el método dialéctico y su contenido u objeto en la filosofía de Hegel son una y la misma cosa, que el método le es inherente al objeto, dándole "vida" y hasta produciéndolo, es decir, determinándolo y derivándolo desde sí mismo y relacionándose a él como tal, como su propio derivado o producto. De tal manera, al producir su propio contenido cognoscitivo y al referirse a éste sucesivamente como igualmente presuposición y resultado, inmediatez y mediatez, hasta "concluir" en lo absoluto, el método mismo trasciende al sistema.

"Sin embargo, el mismo método de la verdad, el cual capta el concepto, es, como [quedó] demostrado, [un método] analítico, porque permanece sencillamente dentro del concepto, pero es tanto [un método] sintético, porque a través del concepto se determina el objeto dialécticamente como [un] otro. El método permanece, ante la nueva base, constituida por el ahora [nuevo] objeto, el mismo que referente al [objeto] anterior. La diferencia se refiere exclusivamente a la relación de la base como tal, [la base] queda, en verdad, igualmente base, pero su inmediatez sólo es forma, porque [la base] era, al mismo tiempo, resultado; su determinación como contenido ya no es algo meramente recogido, sino derivado y comprobado. Es sólo aquí, donde el contenido de la cognición como tal entra al círculo de la observación, porque sólo como [contenido] derivado pertenece al método. El método mismo trasciende, a través de éste momento, al sistema.-"

En función de ilustrar la problemática del método y sistema en la filosofía de Hegel, valga la comparación siguiente: El método procesual-abierto, que se efectúa por medio de una especie de "círculos escalonados" o espiral, se entrelaza en un "círculo de los círculos" cerrado, en lo cual consiste, precisamente, el sistema en su totalidad. Lo dinámico lo constituye el proceso en cualquier momento de su marcha en círculos escalonados, de su marcha espiral, y lo estático lo constituye la "introversión" de un círculo cerrado, que siempre permanece círculo: el círculo del postulado, que era y es el espíritu. - Bajo ésta perspectiva circular, el proceso abierto y el sistema cerrado no entran en conflicto en términos de tiempo continuo-lineal, ya que se trata de los dos momentos de la perspectiva dialéctico-sintética o racional, en la totalidad de la cual el postulado es derivación, la deducción es reducción, la inmediatez es mediatez, el movimiento es reposo, el progreso es regreso, y el comienzo es fin.
"De tal manera ocurre, que cada paso del progreso en la determinación seguida, al alejarse del indeterminado comienzo, es, simultáneamente, una reaproximación al mismo, de manera que aquél, lo que a primera vista parezca [ser] diferente - el razonamiento retrógrado del comienzo y la determinación seguida del mismo hacia adelante -, coinciden [en realidad] y son lo mismo. El método, entrelazándose con ésto en un círculo, sin embargo no lo puede anticipar en un desarrollo en el tiempo, que el [propio] comienzo como tal ya sea una derivación; para el comienzo en su inmediatez es suficiente, que sea [la] simple generalidad."

Resumiendo lo expuesto en lo que se refiere al alcance y límite de la negación en el marco del método dialéctico Hegeliano, primero, ésta ha resultado ser el factor motriz y productor del contenido u objeto del concepto y con ello del propio espíritu, su "alma", que lo mueve y que impulsa su proceso autocreativo o autoproductor, en el transcurso de lo cual el espíritu se engendra a sí mismo por medio de esta su negación activa o actividad negativa, que no es otra cosa sino su propio trabajo espiritual o más bien racional. Segundo, la negación ha resultado ser un componente intrínseco de la totalidad de este proceso del espíritu, siendo, por su carácter derivativo, inevitable- y necesariamente relacionada a y determinada por la misma afirmación en concordancia con el "teorema de Espinoza", omnis determinatio est negatio, que la define ab ovo como parte de la afirmación, ya que determinatio y negatio, afirmación y negación, son los dos lados de la misma auto-relación de la afirmación. Tercero, la negación de la negación ha resultado ser la propia afirmación en su condición "de-enajenada", "de-negada", re-afirmativa, de haberse reapropiado de su diferencia, de su negación, por lo que - lejos de trascender más allá de la afirmación o del postulado -, el círculo se cierra precisamente mediante la negación de la negación.

Finalmente, la verdad del postulado de Hegel, del espíritu, no yace en ninguno de sus momentos diferenciados y aislados, ni en la tesis, que es su inmediatez inmediata o afirmación abstracta, ni en la antítesis, que es su enajenación, negación y contradictoriedad consigo mismo, ni en la síntesis, que es su mediación, regreso a sí mismo, negación de la negación o afirmación mediata - es decir enriquecida con el contenido de su experiencia -, sino en la totalidad de todo el proceso entero, en el haber llegado a ser unidad de la contradicción de movimiento y reposo, en el haberse realizado, en el haber llegado a ser idéntico consigo mismo, espíritu.

"La verdad es el todo. Pero el todo es la esencia, la cual sólo se perfecciona por medio de su [propio] desarrollo. Hay que decir de lo absoluto, que es esencialmente resultado, que solo al final es aquél, lo que es en verdad; y en ésto, precisamente, consiste su naturaleza, de ser realidad, sujeto o llegar-a-ser-sí-mismo."