Franz J.T. Lee, enero de 2005
Venezuela se arma contra un mar de problemas
Mientras
en defensa de su soberanía, su constitución y su
querido Presidente marcharon cientos de miles de Venezolanos el
pasado domingo, 23 de enero en Caracas, el comentarista de
Vheadline.com Carlos Herrera escribió:
“No
cometan errores, los cientos de miles de Venezolanos de todos los
rincones del país, que apoyan la Revolución Bolivariana
y su máximo líder, el Presidente Hugo Chávez, y
que hoy han tomado las calles de Caracas en una marcha gigantesca en
defensa de la soberanía nacional, no vacilarán en tomar
las armas y unirse a nuestras fuerzas armadas para defenderse contra
CUALQUIER pretensión imperialistas. Sea el intento de tumbar
el gobierno democráticamente electo o de anexar nuestras
reservas de gas y petróleo”.
El
mismo día, en un artículo, “Venezuela: Prepárese
para el próximo ataque violento a la Revolución
Bolivariana”, advertí: “Ahora que Venezuela ha
firmado acuerdos bilaterales petroleros con Irán, Rusia y
China, la Administración Bush, el matón Bush ve rojo,
toma esos actos soberanos como una declaración de guerra, como
“terrorismo” abierto, y los considera como suficiente
evidencia para el pretexto de incluir a Venezuela al venidero
holocausto del “eje del mal”. La única cosa que
falta para la intervención militar completa, es que Venezuela,
igual que otros países, como ultima ratio, se ve obligada de
pasar del Petro-Dólar al Petro-Euro, o de crear una propia
moneda latinoamericana”.
Diez
días antes comenté, que en el caso de que esto pasaría,
en el caso de que los Bancos Centrales de la OPEP y de otros países
decidirían de mover sus reservas a la zona del euro, para
aumentar sus ganancias y tasas de interés, y lógicamente,
cuando la carrera por el dólar estadounidense empieza a
generalizarse, entonces...
“todo esto equivaldría
a un ataque físico directo y los resultados a nivel militar
serían devastadores. La economía norteamericana se iría
en pedazos y el pueblo común inocente experimentaría un
Fallujah doméstico. Claro que en un escenario tal como este,
por el momento, para Irán o Venezuela esto significaría
un nuevo arrendamiento de vida. Para Norteamérica sería
suicidio invadirlos”.
Ahora,
ya en noviembre de 2004, Alan Greenspan advirtió que existe un
límite, hasta donde un gobierno extranjero puede financiar el
déficit fiscal actual estadounidense, el cual incrementará
a 694 billones de dólares este año, prácticamente
al mismo monto que los EE.UU. necesitan anualmente para sus gastos
militares. Esto también significa, que países
extranjeros, especialmente aquellos que producen petróleo,
indirectamente están financiando las guerras de Bush.
Ahora
viene la sorpresa, ¿de qué nos informa el Financial
Times del 24 de enero de 2005?
“Los bancos centrales
mueven sus reservas de los EE.UU. a la zona del euro, acción
que parece intentar de profundizar las dificultades de la
administración Bush en financiar su inflado déficit
fiscal”.
Y ¿qué es lo que ya había
pasado durante los dos últimos años? “... 70% de
los directores de los bancos centrales dijeron que habían
incrementado sus riesgos hacia el euro durante los dos últimos
años”.
Y, hablando económicamente, ¿qué
tan dependiente es el Hermano Mayor fascista, los EE.UU. tan grandes,
desarrollados y metropolitanos? “... los EE.UU. se volvieron
cada vez más dependientes de los flujos de fondos oficiales
para financiar su déficit fiscal actual, que se estima a 650
billones de dólares en 2004”.
Vivimos en un mundo
capitalista lleno de inversiones y ganancias y ningún
billonario invertirá o mantendrá sus recursos en una
moneda en bancarrota, cayendo tan rápido, que ni siquiera Dios
confía más en el dólar estadounidense.
“Para
esos directores, los créditos activos se han vuelto menos
atractivos, porque la caída del dólar desde 2002 ha
reducido la rentabilidad que obtuvieron, y en algunos casos ha
llevado a rendimientos reales negativos”.
Este fiasco
económico de los EE.UU., que es tan criminal que sus actos
políticos y militares en Irak y otras partes, es un indicador
científico de la situación global, del mercado mundial
y de la globalización misma en rápido deterioro.
En
este caos imperialista y en esta anarquía corporativa
cualquier cosa puede pasar. Igual que en el caso de la ex-Unión
Soviética, despertaremos una mañana y ya no estaremos
sorprendidos por el catástrofe de las Torres Gemelas hecho en
casa, o por otros “Pearl Harbor” “terroristas”
supuestamente árabes, pero sí nos sorprenderá el
hecho de que los EE.UU. ya no existen más y que habrán
desvanecido en el olvido del Triángulo de las Bermudas del
mercado mundial.
El verdadero peligro consiste - como nos
advirtió el Presidente Chávez hace algunos días
atrás - en que antes de esto, salvo si actuamos rápidamente,
el Hermano Mayor vendrá por nosotros, “uno por uno”,
para verternos en su propio horno infernal fascista.
Ahora,
hablando de la acción rápida, regresaremos a lo que
dijo Carlos Herrera: “... los cientos de miles de Venezolanos
de todos los rincones del país... no vacilarán en tomar
las armas y unirse con nuestras fuerzas armadas para defenderse
contra CUALQUIER pretensión imperialista”.
Una
cosa es ser amantes de la paz y tener una fuerza armada leal y bien
entrenada y además un ejército popular de reservistas,
pero otra cosa es tener un soberano armado, un poder ciudadano
armado, como es el caso en Cuba ya desde hace 45 años, donde
ya lograron parar una vez la invasión yanqui.
En la
realidad virtual de yanquilandia, uno puede secuestrar aviones con
cuchillos y tenedores de plástico, pero en Venezuela no es
posible llevar a cabo una lucha armada prolongada contra una invasión
militar colombo-norteamericana sólo con escopetas populares de
fabricación casera y con machetes oxidados.
Irak,
Afganistán y todas las revoluciones armadas en Asia, Africa,
América Latina y el Caribe, especialmente en Vietnam en Dien
Bien Phu, han demostrado que si uno sólo depende de armamento
convencional en una guerra contra un monstruo imperialista que está
armado hasta los dientes, esto es prácticamente suicidio. El
soberano, a través de su propia constitución, tiene el
derecho de armarse para la defensa.
Aparte de los milagros
pasados, para ser victoriosos en la venidera lucha feroz contra la
invasión militar estadounidense, es decir, en la verdadera
batalla revolucionaria, nuestra fuerza armada popular urgentemente
necesitará su parte complementaria, que es el soberano armado,
el poder ciudadano armado. Esto no es un asunto ad hoc, sino un
baluarte estratégico bien organizado. La auto-defensa armada
es la única esperanza que nos queda todavía contra un
“Plan Colombia”, que se puede desatar en cualquier
momento para agarrar nuestro agua, gas y petróleo aquí
en Venezuela. Los EE.UU. urgentemente necesitan estas nuestras
reservas para sobrevivir algunos años más y para poder
confrontar sus competidores europeos y asiáticos a nivel
económico.
Como hemos visto anteriormente, es un asunto
de vida y muerte. Y como dijo Shakespeare, no vendrán muchos
amigos para ayudarnos.
Venezolanos, Latinoamericanos, nos
tocará a “tomar las armas contra un mar de problemas”,
que pronto no sólo vendrá “en filas aisladas sino
en batallones completos”.