Franz J.T. Lee, marzo de 2010
¿Quo Vadis, África? Algunas reflexiones históricas sobre un futuro truncado
“Ex Africa semper
aliquid novi”
Gaius Plinius Secundus (23 - 79)
“Si
el pueblo estadounidense supiera lo que hemos hecho, nos colgaría
de los postes de luz”.
George H. W. Bush (Padre) 2/07/06
Un artículo que he escrito hace media década y
que fue publicado por VHeadline el 3 de abril de 2005, “Kwame
Nkrumah: La cara oscura de la Revolución Bolivariana” ha
dado lugar a debates intensos durante los últimos años,
en relación con el futuro de los recursos naturales y sociales
de los continentes africano y americano, con sus respectivos pueblos
y por ello con la humanidad entera.
(Véase:
http://www.vheadline.com/readnews.asp?id=29251)
Actualmente, las relaciones entre Venezuela y África,
entre Sur y Sur están mejorando como nunca antes, pero también
están en auge las relaciones chinas y estadounidenses en
África. La cuestión multimillonaria sigue siendo: ¿A
dónde conduce este gran amor repentino para África?
Recordemos algunos hechos y procesos históricos que
han conducido directamente a la situación africana actual.
¿Por qué las bases militares estadounidenses en
Colombia no sólo apuntan a Venezuela sino también a
África?
Con relación a este hecho es realmente
fascinante observar, que algunas de las principales medidas
revolucionarias que el Presidente Kwame Nkrumah de Ghana había
fomentado en África durante los años sesenta, es decir,
hace medio siglo ya, ahora el presidente Hugo Chávez Frías
de Venezuela también las está tratando de tomar en
Venezuela en el siglo 21. Además los ataques imperialistas
contra Chávez también tienen su contraparte histórica
en el feroz sabotaje económico y la estrategia de la Gran
Mentira contra Nkrumah: hasta hoy, muchos africanos, incluso
Ghaneses, todavía creen que Nkrumah fue un gran dictador. Cum
grano salis, el fracaso o la imposibilidad de la materialización
de los brillantes esfuerzos revolucionarios de Nkrumah (y de otros
valientes combatientes africanos, como Frantz Fanon, Amilcar Cabral,
Walter Rodney o Patrice Lumumba) es una de las principales razones
políticas por las que el África está perdiendo
progresivamente su “camino revolucionario” (Nkrumah), su
objetivo emancipatorio a largo plazo y su quo vadis transhistórico.
Hacia el final del segundo milenio, otra de las razones económicas
para el fracaso actual fue la subasta total de muchos estados
africanos, especialmente de la Revolución sudafricana, de sus
recursos vitales humanos y naturales, a la globalización
corporativa, al fascismo orwelliano americano-europeo, que en la
actualidad se está extendiendo como un incendio silvestre en
el Medio Oriente. Si la revolución sudafricana hubiese
cumplido con sus verdaderas tareas radicales y anti-capitalistas, y
no hubiese negociado con el enemigo en Lusaka, ni hecho grandes
promesas para las sufridas masas u organizado “diálogos”
y “comisiones de la verdad”, con excepción de
algunas migajas, que de paso no han traído casi nada para los
pobres de África; con toda su experiencia sangrienta de siglos
de resistencia colonial y de la lucha de clases moderna ... incluso
de la praxis y la teoría socialista, alentada personalmente
por León Trotsky, quien escribió la introducción
del “Manifiesto del Partido Comunista”, publicado en
afrikáans ... tal vez en el siglo 21 se hubiesen abierto otras
perspectivas emancipatorias que aún hoy serían
impensables para una mentalidad esclavista adoctrinada y estarían
más allá de la comprensión intelectual,
religiosa e ideológica de una mente pequeño-burguesa
demasiado manipulada.
Con su sólida base industrial y
tecnológica, incluida su posesión de bombas atómicas,
Sudáfrica (siendo el país más avanzado del Sur
en los años sesenta), junto con Zimbabwe, Angola, Mozambique
(e incluso Cuba) podría haber dado a todo el continente
africano un nuevo impulso para desempeñar un papel central en
lo que a los temas de la emancipación se refiere. El mundo
corporativo, el complejo militar e industrial global saben muy bien,
cuál es la diferencia entre el “anti-imperialismo”
contra el “Imperio”, y el anti-capitalismo. Un siglo
después, hasta hoy, la gran mayoría de los
nacionalistas africanos todavía no han entendido que el
anti-imperialismo es sólo una etapa superior de un
anti-capitalismo radical, y que la anti-globalización es una
forma aún más alta del anti-capitalismo, en otras
palabras, es la detonación total del “capitalismo
tardío” (Ernest Mandel).
Como resultado de los
cambios estructurales en el imperialismo mundial, el cual se enrrumbó
hacia la crisis económica actual, hace dos décadas,
finalmente, el imperialismo corporativo aniquiló la
emancipación sudafricana y con ella la de todo el África.
Africom tiene la intención de preservar este status quo con un
‘humanismo militar’, del estilo que ya se practica en
Irak, Afganistán y Gaza.
Ahora, lo que está
ocurriendo en la “nación del arco iris” en la era
post-apartheid, veinte años después de la salida del ex
presidente Nelson Mandela de la cárcel de Robben Island, quien
por desgracia ahora parece estar sufriendo la enfermedad de
Alzheimer, no es precisamente lo que él estaba soñando
durante casi tres décadas de prisión. Su ex esposa,
Winnie Mandela afirmó esto en los siguientes términos:
“¡Este no es el Sudáfrica para el que he arruinado
mi vida!” Ahora, no se trata de “arruinarse la vida”,
sino más bien de la erradicación del fascismo del
apartheid, que está aniquilando las esperanzas de más
de 40 millones de trabajadores sudafricanos, cuyas vidas sí
están siendo “arruinadas” por el apartheid
capitalista en África. Es evidente que la ideología y
la mitología de una guerra de “razas” en Sudáfrica
se desvanecieron en el aire, sin embargo, las que quedaron son la
explotación y la miseria, y ahora la lucha de clases, para los
nacionalistas africanos pro-capitalistas modernos, se está
convirtiendo en la pesadilla del patrimonio de Mandela.
Y en
Venezuela, ¿la Revolución Bolivariana o una posible
“Quinta Internacional” realmente tendrán éxito
en realizar las urgentes tareas anti-capitalistas, anti-imperialistas
y anti-globalistas? ¿Será que una Unión
Africana, un NEPAD, un Africom, las “asociaciones económicas”
o los ‘joint ventures’ imperialistas nos ayudan a
enrrumbarnos hacia un nuevo quo vadis?
¿Hay alguna
esperanza para millones de africanos dentro de este modo capitalista
de la auto-destrucción global?
En mi artículo
antes mencionado se indica que África se ha convertido en una
“bola de cristal” histórica para Venezuela y para
las Américas. El “continente oscuro” no sólo
es la cuna de la Humanidad, es más, bajo la realidad
internacional contemporánea, a saber, bajo la amenaza global
de la gran depresión y de las venideras guerras orwellianas en
“Eurasia”, el África empobrecida ya se está
convirtiendo en una premonición apocalíptica, un cruel
espejismo de lo peor por llegar: un infierno que tienen en mente las
clases dominantes globalizadas y el cual ya fue iniciado para miles
de millones de “condenados de la tierra” (Fanon). Todo
esto, el “dominio de pleno espectro” y el “humanismo
militar”, vienen sólo para obtener otro arrendamiento
parasitario de la agonía corporativa militar-industrial.
El
crimen capital más brutal que se cometió frente a un
continente entero era el comercio transatlántico de esclavos.
Después de las millones de “vacas locas” que se
incineraron en Gran Bretaña en los años noventa,
cualquier cosa pudo pasar con millones de trabajadores considerados
“ganado loco”, mercancía inútil o “carga
del hombre blanco”. En todos los continentes se almacenaron
hasta los cielos los arsenales de armas de destrucción masiva,
que con toda probabilidad serán utilizados en las próximas
décadas o algo más tarde. Todo depende de la fuerza
internacional devastadora de la explosión económica
actual de la “Gran Bancarrota”. Después de las
caídas económicas mundiales vienen terribles guerras
del fascismo. La guerra mundial mayor de todas ya ha comenzado en el
Medio Oriente, se extiende desde Irak y Afganistán, a Irán,
Pakistán y la India, a Rusia y China. Si esto llegase a
ocurrir, entonces realmente tendríamos un gran problema,
porque entonces podemos decirles adiós tanto al amo como al
esclavo, a capitalistas y trabajadores. Irónicamente, si la
revolución mundial terminaría en la emancipación
humana, precisamente esto irá a pasar también. Una
posibilidad es la barbarie, la otra es el socialismo, ambos terminan
con la relación amo-esclavo. Por lo tanto, tenemos que
“aventurarnos más allá” (Bloch). Tenemos
que salir del capitalismo y también salir de su propia
negación, que es parte de sí mismo, por lo tanto,
también salir del socialismo, hacia el éxodo de este
valle de lágrimas capitalista. En otras palabras, la evolución
y la revolución tienen que ser superadas por la “exvolución”,
hacia lo auténtico nuevo, incluso hacia el homo novum, tanto
en África, como en América y en otros lugares. Si esto
aún podría ser nuestro quo vadis en África,
entonces realmente debemos darnos prisa, porque el espacio y el
tiempo capitalistas, en el micro, meso y macro cosmos se están
agotando a la velocidad de las ondas escalares.
Si nuestros
objetivos a largo plazo están vinculados con el “desarrollo”
capitalista, entonces, en zulú o xhosa sólo podemos
decir “Hamba Kahle”, anda lento, buen viaje, pero
“¡Descansa en paz!”
La historia que
contamos aquí es la historia de todos nosotros. Para nutrir y
fomentar los estudios de África en Venezuela, especialmente en
nuestro Centro de Investigación de África y Asia, de la
Facultad de Humanidades de la Universidad de Los Andes en Mérida,
estamos estudiando, recordando y volviendo a visitar ad hoc, los
hitos de la época colonial e imperialista que han truncado la
fecundación de la emancipación africana, para la cual a
través de los siglos fueron sacrificadas tantas vidas
inestimables de niños, mujeres y hombres africanos. En
comentarios futuros vamos a escribir más acerca de las
relaciones entre Venezuela y África.
Sí, como
podemos ver, “¿Quo vadis, África?” es una
pregunta filosófica científica seria, es una pregunta
que responde y una respuesta que pregunta. Presupone un “¿De
dónde vienes?” dialéctico histórico y un
“¿Adónde vas?” creativo.
Lecciones
revolucionarias en África y en las Américas, nos han
enseñado que hacer la revolución social en cualquier
lugar es pensarla. Pensar la Revolución Bolivariana es
hacerla. En este punto Marx, Fanon y Ché Guevara estaban en
consonancia total. Para hacer una revolución
democrático-burguesa, deben ser dadas todas las condiciones
para su materialización; para crear la emancipación
mundial del proletariado, deben estar disponibles todos los factores
para su creatividad trascendente y deben existir al menos en embrión.
En caso de que falte alguna conditio sine qua non, en ambos casos, el
proceso se degenerará, perderá su quo vadis y se
corromperá. Como Ernst Bloch nos enseñó, la
esperanza proletaria contemporánea no es un seguro de vida, ni
es confianza, porque puede ser frustrada fácilmente. La
revolución burgués-democrático-capitalista fue
victoriosa, pero las revoluciones africanas del siglo 20 fueron
frustradas. Con el debido respeto, honor y amor hacia nuestros
líderes revolucionarios, todas estas “revoluciones”
sociales, salvo algunas chispas, terminaron en un callejón
continental sin salida y en las garras de la globalización
neo-colonial.
¿Por qué?
Como ya se
indicó anteriormente, la respuesta es muy simple y directa: el
nacionalismo africano, el pan-africanismo y el socialismo africano
simplemente no fueron fundamental y radicalmente anti-capitalistas,
querían resolver sus problemas sociales desde dentro, dentro
del sistema capitalista, dentro del modo de destrucción
imperialista.
La mayoría de nosotros no pensábamos
ni actuábamos el socialismo, el marxismo. El capitalismo le
infundió un miedo diabólico al África con el
fantasma del pagano Marx. Lo peor fue (y sigue siendo) ser ateo,
explicar el mundo cósmica, científica y filosóficamente
desde sí mismo y resolver problemas creados por el hombre, por
el hombre mismo. Hace mil años, África ya sabía
esto, y fue precisamente lo que Avicena y Averroes fueron haciendo y
diciendo en el “continente negro”, mientras que en el
Viejo Mundo, Europa estaba practicando el exorcismo, implementando el
catolicismo romano cristiano, la Iglesia, el Orden Dominicano y la
Inquisición Española. Esta última se estaba
preparando para quemar a científicos, filósofos y
mujeres inocentes en la hoguera. Hoy su equivalente moderno está
lanzando bombas de fósforo blanco a los árabes en todas
partes del Medio Oriente.
Lo que desvió peligrosamente
gran parte del destino de África fue el hecho de que
tragábamos por completo el Cristianismo, que es una religión
alienante y ajena, el “opio del pueblo” (canónigo
británico Charles Kingsley, contemporáneo de Marx), con
todo y anzuelo. Nuestros propios sentimientos y creencias nativos,
nuestra natura natura y natura naturans, nuestra naturaleza creada y
creadora, terminó en el altar colonial del Holocausto Mental.
En su libro, “El nacionalismo africano”, el
ministro metodista, el reverendo Ndabaningi Sithole de Zimbabwe
describió este problema con una claridad bien pintoresca: El
hombre blanco vino de lejos sobre el mar, nos dijo que cerráramos
nuestros ojos y nuestros cerebros, que abriéramos nuestras
manos, y nos enseñó a orar. Cuando todo esto terminó,
abrimos los ojos y encontramos la Santa Biblia en nuestras manos.
Miramos hacia el horizonte y vimos que nuestros hijos, nuestras
esposas, nuestras tierras y nuestro ganado se habían ido”.
Aquí no queremos ofender a nadie, sin embargo, es hora
de llamar a las cosas por su nombre; en el capitalismo, el que quiere
saber la verdad siempre sale lesionado. No obstante, si no podemos
aguantar demasiado calor revolucionario africano, solamente
deberíamos dar unos pasos hacia atrás, lejos de la
cocina transgénica de la granja de ‘MacDonald’s’.
Con toda su riqueza en minerales, metales, agua, gas y
petróleo, el África es uno de los continentes más
pobres del planeta. Solamente las ganancias anuales de las
giga-corporaciones como Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, Repsol,
Mitsubishi o Microsoft, que se orgullecen por hacer ganancias de mil
millones de dólares semanales, son muy superiores al
presupuesto de todo el continente africano. El África está
desapareciendo del mapa económico mundial, porque como se
indicó antes, nuestros “grandes” líderes
han “subastado” una mayor parte de África a las
corporaciones multinacionales. Además, esto está
sucediendo en todo el Sur por medio de las llamadas “empresas
conjuntas” o “nuevas alianzas económicas”
entre las giga-corporaciones, las cuales, entre otras cosas,
financian también el “humanismo militar” en
África; otros, como Chevron, financian tanto a los demócratas
como a los republicanos estadounidenses y apoyan a campañas de
desestabilización en África y las Américas.
Como científicos y filósofos cum ira et studio
tenemos que enfrentar la horrible verdad. No sólo África,
sino la humanidad misma se encuentra en un cruce de carreteras, ya
está cruzando el Rubicón y nuestro quo vadis no es
precisamente un viaje gratis al cielo o al socialismo. En todas
partes la barbarie infernal está haciendo estragos. Tal vez,
necesitamos con urgencia la claridad científica y filosófica
acerca de nuestra situación apocalíptica a fin de
despertar y dejar este Moloch del trabajo y del capital. Marx lo dijo
en “El Capital”: El capitalismo nació en la
suciedad, chorreando la sangre de pies a cabeza. Hoy esto sigue
siendo así, y en África perecerá de manera
igual.
Chernobyl, Pearl Harbor, las Torres Gemelas, Katrina,
Haití, Chile, todos los experimentos de HAARP a escala global,
todas las inundaciones, sequías, tsunamis, terremotos y las
pandemias ya no son “naturales”. Son accidentes, efectos
secundarios, son los resultados directos o indirectos de experimentos
militares. ¿Quién sabe lo que los EE.UU. y sus aliados
están preparando en este momento para África,
Venezuela, el Medio Oriente, Irán, Rusia y China? Una gran
depresión capitalista significa grandes negocios económicos
y grandes guerras.
Los grandes competidores por una futura
hegemonía mundial, es decir, los EE.UU. y China, en Addis
Abeba, Etiopía, están cortejando al África en
sus inexorables batallas económicas y militares por venir.
Esto no es nuevo.
Entre otras cosas, para empezar,
¿Qué podría ser nuevo para África y el
Sur en general?
Bueno, para poner a prueba nuestra verdadera
soberanía,
* el África no debe cambiar un amo
por otro,
* es decir, debería construir para su
defensa su propia Organización del Tratado del Atlántico
Sur, además
* un Banco Común del Sur,
*
una moneda propia y
* un nuevo sistema anti-capitalista;
*
debería prohibir todas las bases militares,
* prohibir
todos los vuelos militares de agresión extranjera en el
espacio aéreo continental,
* prohibir las
organizaciones y embajadas conspiradoras en África,
*
cerrar sus fronteras para el paramilitarismo terrorista y,
finalmente,
* crear una Comunidad de Naciones africanas y del
Sur.
En caso de que lo anterior no fuese posible, bueno,
entonces sería mejor dejar de hablar de la liberación y
la libertad, y no haría falta correr de una cumbre
internacional a la otra. Todos nosotros, todos los 7 mil millones de
trabajadores en este planeta deberíamos permanecer en casa
durante sólo una semana, hacer el amor, y no la guerra, y
esperar a ver qué pasaría.
Tanto en Venezuela
como en África, un proletariado con conciencia de clase tendrá
la última palabra en la gigantesca batalla del capital versus
el trabajo. Tal como hemos mencionado antes, el resultado de esta
lucha de clases internacional sólo puede ser uno: todos los
amos y los esclavos tienen que desaparecer y después será
el nuevo hombre, el homo novum el que marcará el comienzo de
la victoria emancipatoria del experimento hombre y del experimentum
mundi. La alternativa sería la eterna barbarie capitalista y
fascista, la continuación de lo antiguo y de lo obsoleto.