Franz J.T. Lee, diciembre de 2009
Presidente Chávez, frente a la globalización, nosotros los trabajadores somos la Quinta Internacional
La oscuridad del momento
fugaz.
En realidad, nadie vive en el aquí y ahora.
Pensar
significa aventurarse más allá.
El gato cae sobre
sus cuatro patas; quien nunca ha aprendido a pensar cae en el ayer
eterno.
(Parpadeos anticipatorios de la filosofía de la
esperanza marxista, internacionalista de Ernst Bloch).
Muchos
compañeros están entusiasmados con la fundación
de una Quinta Internacional en el 2010. Otros, como Martha Harnecker,
están advirtiendo que una condición sine qua non para
dar ese paso tan gigantesco es la creación de una “nueva
cultura izquierdista”, más precisamente, de una
excelente praxis y teoría marxista, una tradición
global del socialismo científico y filosófico, libre de
burocracia, elitismo, sectarismo, estalinismo, revisionismo y
reformismo. Necesitamos una conciencia de clase proletaria y praxis
emancipatoria histórica e internacional.
Una Nueva
Internacional de los Trabajadores en la época de la
globalización tiene que reconocer todas las anteriores
Internacionales marxistas, estudiarlas y aventurarse más allá
de ellos. Este es un esfuerzo emancipatorio muy serio. Una serie de
experimentos históricos nos advierten que seamos muy
cuidadosos. Hemos tenido ya una “Segunda y Media Internacional”
y también muchos llamados para una “Quinta
Internacional”. Por ejemplo, el trotskista argentino Liborio
Justo había pedido una Quinta Internacional ya en 1941.
Algunos grupos trotskistas actuales ya habían fundado su
propia Quinta Internacional. Además, hemos tenido y seguimos
teniendo a Bandung, la Internacional Socialista, los movimientos de
los Países No Alineados, etc.
El terrorismo global va a
reaccionar contra nosotros con toda su brutalidad, por medio de sus
arsenales de sofisticadas armas de destrucción masiva. El
internacionalismo es parte integrante del proceso de vida de uno
mismo. Vivimos lo internacional, somos la Internacional.
Para
variar, en este caso especial, me permito ser personal y referirme a
algunas experiencias y lecciones de mi propia biografía
política, a mi lucha internacional contra la explotación,
la dominación, el apartheid y el fascismo, para comprobar lo
que acabo de exponer.
Entre 1962 y 1965, como estudiante de
filosofía en la Universidad de Tubinga, Alemania, llegué
a conocer a la verdadera praxis y teoría marxista. Asistí
al Seminario de Filosofía Avanzada de Ernst Bloch. Al igual
que el resto de los estudiantes, para obtener los grados, tuve que
presentar varios documentos sobre la teoría y la praxis
marxistas, sobre el concepto de anticipación en el principio
de la esperanza y sobre la categoría posibilidad, que
afortunadamente para la continuación de mi beca, fueron
evaluados por Bloch como trabajos excelentes.
Pues bien, desde
entonces, fue la génesis de mi optimismo militante y mi
militancia optimista que me guió por casi medio siglo ya. Por
supuesto, es muy difícil de entender a Bloch; él mismo
nos dio la clave para alcanzar este aventurarse más allá:
entender a un(a) maestro(a) implica superar a él o a ella.
Lo
que me fascinaba de Bloch era su lógica dialéctica
rigurosa, proveniente de Kant y Hegel, la incisión científica
y la precisión filosófica de sus conceptos y
categorías: la praxis, la teoría, la ideología,
la religión, la revolución, la utopía, la
materia, la posibilidad, novum, totum, experimentum ... Por supuesto,
como subrayó Bloch, una cosa es ser un brillante erudito
profesor de filosofía, otra cosa es ser un filósofo,
quien por definición es un emancipador por excelencia. Bloch
no ha dejado de identificarse a sí mismo al afirmar que hoy en
día, en la época de la globalización, un
filósofo sólo puede ser un marxista, y que un marxista
sólo puede ser un filósofo. Bloch defendió la
revolución en Sudáfrica, en Chile y en otros
lugares.
En nuestra lucha contra el apartheid, en los años
sesenta, conocí a la Cuarta Internacional y trabajé con
algunos de los secretarios y colaboradores entonces aún vivos
que rodeaban a Trotsky, como lo eran Joseph Hansen, Ernest Mandel,
Pierre Frank, George Novack y James P. Cannon. Ellos apoyaron nuestra
lucha contra el apartheid mediante la organización tanto de
campañas y publicaciones internacionales, como la recaudación
de fondos en Europa, Canadá y los EE.UU.
Descubrí
una larga tradición del marxismo y del internacionalismo en
Sudáfrica, incluso contactos directos que tuvimos con Trotsky,
y que en Sudáfrica se fundó una organización de
la Cuarta Internacional ya en 1934.
Echémosle un
vistazo más cercano a esta contribución especial del
marxismo sudafricano al internacionalismo para ver la magnitud y la
responsabilidad que implica formar una Nueva Internacional.
Como
sabemos, después de la victoria de Stalin sobre la “oposición
de izquierda” y el destierro de Trotsky de Rusia en 1929, los
partidos comunistas en los diferentes países expulsaron a los
“trotskistas” de sus filas. En 1930 los trotskistas
excluidos del ‘Partido Comunista Sudafricano’ (SACP)
fundaron el “Club de Lenin”. En poco tiempo dos
tendencias políticas diferentes, representadas por los
dirigentes marxistas Bullac y Averbuch, surgieron en el “Club
de Lenin”. Hicieron un llamado a Trotsky en un intento para
tratar de resolver sus diferencias teóricas con respecto a la
Revolución Sudafricana. Trotsky respondió a la tesis de
la ‘facción minoritaria’ de Bullac.
Para
nosotros es relevante que la ‘Carta a Sudáfrica’
de Trotsky, del 20 de abril de 1933, desencadenó un acalorado
debate entre los grupos socialistas de Sudáfrica (1). El
problema del movimiento obrero internacional también llegó
a ser tomado en cuenta en este debate. Entonces comenzaba a
perfilarse una evaluación crítica de la Segunda y la
Tercera Internacional. Así, el 1 de mayo de 1934 el “Club
de Lenin”, publicó un folleto (2) pidiendo la fundación
de una Cuarta Internacional. Declaró lo siguiente:
“...
como ya no hay espacio para la moribunda Segunda Internacional, y ya
no hay esperanza para la resurrección de la Tercera, debemos
iniciar una nueva.
Empezaremos, enriquecidos con la
experiencia del pasado, en construir una nueva Internacional
Revolucionaria y un nuevo Partido Revolucionario de los Trabajadores,
un partido que les será fiel a las mejores tradiciones de Marx
y Lenin y sus logros en la Revolución de Octubre ... “
(3).
Cuando poco después se desintegró el “Club
de Lenin”, víctima de sus propias contradicciones
internas, los miembros activos de la facción de la “mayoría”,
dirigido por Averbuch (seudónimo de A. Mon), Schoor, ‘Babeuf’,
Jaffe, Peters y otros, tomando su inspiración del llamado del
Club de Lenin a la Cuarta Internacional, nombraron a su organización
recién fundada de 1934, la Cuarta Organización
Internacional de la Sudáfrica (FIOSA). Un periódico
titulado “Voz de los Trabajadores” se convirtió en
su órgano teórico (4). Por lo tanto, la FIOSA se
anticipó a la Cuarta Internacional de Trotsky (1938) por
cuatro años.
Para nosotros, que estamos tratando de
organizar una nueva Quinta Internacional, es pertinente señalar
que los socialistas y filósofos, tanto femeninos como
masculinos, no surgen como hongos durante la noche, siempre se
encuentran en el frente del proceso global, en el horizonte
anticipatorio de la feroz lucha de clase a nivel mundial, en el borde
resbaladizo del tiempo y espacio histórico. Su vanguardia
proletaria siembra viento y lógicamente cosecha tormentas,
huracanes terroristas y gigantescos tsunamis mortales. El
internacionalismo que a nivel planetario está en el aire,
niega la globalización. Como ‘profetas’ raras
veces son reconocidos en Atenas o en Jerusalén, en su país
de origen; caen bajo el hacha del fascismo, del ostracismo o del
exorcismo. Sus pensamientos, sus obras, terminan en los hornos de la
censura; incluso ellos mismos están siendo quemados en la
hoguera del ‘terrorismo’, del ‘eje del mal’,
por la justicia de la clase dominante en La Haya.
Lo que los
gobernantes oscurantistas, los inventores del holocausto mental, de
la ‘educación’, de la ‘cultura’, de la
ideología y de los engaños no pueden comprender es que
las ideas, la teoría y la filosofía no se pueden
quemar, porque son sociales por naturaleza: personificadas en Fénix,
Giordano Bruno o Guaicaipuro quienes regresan todos los siglos y se
regeneran a sí mismos un millón de veces. De las
cenizas de la acumulación global del capital decadente surgen
las ideas, el pensamiento, la teoría, la filosofía y la
sociedad, ... en una palabra, surge la Verdad, como el principio de
esperanza para la humanidad ... cerniéndose como la Espada de
Damocles sobre el capitalismo imperialista corporativo. La Verdad es
lo que el capitalismo más teme. La Verdad es la quintaesencia
emancipatoria del internacionalismo proletario, del proletarianismo
internacional, y de cualquier verdadera Internacional de los
trabajadores. Esta es la razón por la cual señalábamos
en un comentario anterior, que el lanzamiento de una Quinta
Internacional, bajo los auspicios revolucionarios del Presidente
Chávez de Venezuela, implica el descubrimiento, la invención
y construcción de lo Nuevo per se: una nueva lógica,
ciencia, filosofía y sociedad. Así, Presidente Chávez,
frente a la globalización, todos nosotros los trabajadores
somos la Quinta Internacional.
Notas:
(1) Véase:
Franz J. T. Lee, Südafrika vor der Revolution?, Fischer Verlag,
Frankfurt am Main, 1973, anexo C, “Carta de Trotsky sobre las
luchas nacionales y agrarias en Sudáfrica”, 20 de abril
1933, página 185-188.
(2) Una copia se encuentra en la
Biblioteca del Museo Británico de Londres.
(3) “May
Day Manifesto”, una publicación del “Club de
Lenin”, Ciudad del Cabo 1934, p. 4.
(4) El Museo Británico
posee varios números de este documento.