Franz J.T. Lee, noviembre de 2009
Venezuela: de la revolución burguesa a la emancipación proletaria
En el tercer milenio la
conquista beligerante a nivel global de la “Humania del Sur”,
especialmente del Caribe, Centroamérica y América del
Sur, por parte de los Estados Unidos de América, está
en pleno apogeo. Sin embargo, en el escenario histórico
mundial, en vísperas de un posible colapso del sistema
capitalista, está haciendo estragos una inexorable guerra
pírrica que amenaza con devorar a las propias superpotencias.
Oscar Wilde, en consonancia política con Rosa Luxemburgo, ha
descrito de manera muy conmovedora la quintaesencia de la “Revolución
Americana” y sus consecuencias nefastas:
“Estados
Unidos es el único país que pasó de la barbarie
a la decadencia sin la civilización por el medio”. 1)
Acerca de la herencia revolucionaria estadounidense, Simón
Bolívar puso el punto sobre la “i”:
“Los
Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la
América de miseria en nombre de la libertad” 2)
Sin
embargo, un fantasma recorre los Estados Unidos de América y
Europa: - el fantasma de la Revolución Bolivariana. Todas las
grandes potencias “han entrado en una santa alianza para
exorcizar este fantasma”: el Papa y Obama, Merkel y Sarkozy,
Goriletti y Uribe. De hecho, el tío Sam ya ha invadido a
Colombia y la ha anexionado militarmente. Cualquier mente sobria se
da cuenta de que Venezuela es la siguiente en la lista de la
conquista. Ya se perfilan en el horizonte internacional los
preparativos bélicos muy puntuales para un ataque completo
contra Venezuela, organizado interna y externamente. La confrontación
en curso no es una escaramuza entre Obama y Chávez, no es un
boxeo de sombra ideológico contra el “imperio”, no
es una vendetta entre Chávez y Uribe, no, es la continuación
lógica de la Revolución Francesa, de la democracia
burgués-capitalista, de la reforma social intra sistémica,
del imperialismo global. Para nosotros aquí en Venezuela,
desde el 11 de abril, 2002, era (y más que nunca sigue siendo)
la guerra global permanente anti-capitalista para defender y
materializar nuestra ‘Matria’, nuestra matriz
emancipatoria a nivel planetario.
Sin duda, en el nombre de
nuestra Revolución Bolivariana se ha hecho mucho para las
diversas clases sociales, claro, debido a limitaciones bien
conocidas, para algunos menos, y para otros más. Venezuela
está todavía muy lejos de convertirse en un país
socialista dentro de un proceso de emancipación global. Como
parte del debate sobre el “género”, conforme con
Rosa Luxemburgo, para nosotros, la reforma social de la última
década fue un medio dialéctico, cuantitativo y
pertinente para un fin cualitativo: la revolución mundial,
hacia la paz mundial.
La revolución burguesa provocó
todo ese caos y anarquía productiva y destructiva actual. La
pregunta sigue siendo: ¿se puede envenenar la Mamba negra con
su propio veneno, con su arma casi invencible que es la revolución?
A través de la lucha global de clases, ¿cómo
podemos trascender y ‘transvolver’ de la revolución
burguesa / proletaria a la emancipación humana?
Ya en
su ‘Manifiesto’ de 1848, Marx y Engels desarrollaron la
primera teoría de la globalización imperialista y
pronosticaron científicamente la venidera anarquía
capitalista global, un producto directo de la revolución
burguesa europea en su totalidad:
“La sociedad burguesa
moderna, con sus relaciones de producción, de intercambio y de
la propiedad, una sociedad que ha hecho surgir tan potentes medios de
producción y de cambio, es como el mago que ya no es capaz de
dominar las potencias infernales del bajo mundo que ha desencadenado
con sus conjuros. “3)
Pero, ¿de qué se
trata la ‘revolución’ en la época de la
globalización, del colapso final del capitalismo?
Históricamente, la única revolución que
transformó radicalmente todas las relaciones anteriores
económicas, políticas, sociales, filosóficas,
lógicas, militares, energéticas, religiosas, morales,
lingüísticas y culturales en un único modo de
auto-destrucción, era (y sigue siendo) la revolución
global burgués-democrática capitalista. Este proceso
planetario único, esta revolución superó todos
los modos de producción anteriores. En la actualidad, cuando
nos aproximamos al Rubicón de la existencia terrenal y la vida
humana, menos de una décima parte de la humanidad ya ha robado
el 90% de la riqueza humana. En su afán voraz de acumular
ganancias adicionales, esta élite parasitaria está
empeñada de materializar el “dominio de espectro
completo”, está “revolucionando” su
auto-desaparición beligerante y tecnológica.
Diariamente está produciendo arsenales de armas de destrucción
masiva, que van desde las armas biológicas, como el SIDA, el
ébola, la gripe de monos, aviar y porcina, hasta el HAARP y
las armas electro-magnéticas, que son capaces de cortar el
planeta en dos mitades fácilmente ... o incluso de estacionar
nuestra única, contaminada nave espacial cerca de Venus o
Júpiter ... y hasta los cientos de armas nucleares de todas
las categorías.
Con excepción de esta infame
revolución burgués-capitalista de 1789, ¿por qué
fracasaron o por qué perdimos todos los demás empeños
revolucionarios? Tal vez, ¿hay algo fundamentalmente
desconocido en la revolución social?
Hace siglos, la
revolución constituyó la condición sine qua non
para el advenimiento de diversas clases capitalistas en Europa;
también para su victoria decisiva sobre todos los gobernantes,
amos, patronos y señores de la guerra anticuados. El éxito
de su descubrimiento más eficaz, es decir, de un arma
aparentemente invencible en el combate social contra la nobleza y el
clero decrépito, que luego se utilizó en contra de las
estrepitosas clases obreras, aseguró que las potencias
mundiales del pasado nunca regresarían para quedarse y que de
ahora en adelante sus ideólogos y mercenarios, podrían
ser usados libremente como renegados y traidores al servicio de la
acumulación de capital, para alienar a los trabajadores o, si
es necesario, simplemente eliminarlos como restos y desechos arcaicos
de la sobre producción, botándolos en el gigantesco
montón de estiércol capitalista de la historia. Hasta
el día de hoy esto forma parte de la lógica intrínseca,
de la dura realidad de la revolución mundial capitalista.
Últimamente esto ha sucedido a las clases dominantes de los
Boer del Apartheid en Sudáfrica. Acompañado por el
Premio Nóbel de la Paz este Herrenvolk fue echado en el olvido
eterno. Lo que realmente se deshizo del Apartheid en el “País
del Sol” era “Sun City”, la revolución
capitalista hacia la globalización total y totalitaria hacia
el apartheid global. Nada ha revolucionado el mundo más que la
acumulación burguesa del capital.
”El Capital”
de Marx describe la larga historia de la revolución
capitalista económica, entre otras cosas, de su explotación,
dominación, discriminación, terrorismo y alienación.
En la región mediterránea y los territorios adyacentes,
durante más de 2500 años, la brutal acumulación
unilateral de capital, riqueza y poder, las relaciones de clase del
tipo “amo-esclavo”, la contradicción sistémica
dialéctica entre el trabajo frente al capital y el avance del
homo homini lupus, de la historia, se han expresado en diversos modos
y formas de apariencia: en la Revolución Francesa (1789), la
Revolución Industrial (1830) y la primera revolución
anti-colonial contra Gran Bretaña, la “Revolución
Americana”. En realidad, esta fue un levantamiento colonial
contra la corona británica. El “Boston Tea Party”
y el slogan rebelde “¡tributación sin
representación es tiranía!” formó parte de
la incipiente lucha contra el colonialismo, que estaba naciendo en el
Caribe y las Américas. Sólo más tarde se
desarrolló en una revolución burgués-capitalista
social per se, como parte de la revolución capitalista global,
eufemísticamente llamada “Guerra Civil Americana”
o “Guerra de Secesión” (1861 - 65).
Como
señaló Oscar Wilde, no había nada “civil”
o “civilizado” en esta expansión y globalización
del imperialismo, como ya había sido pronosticado
científicamente en 1848 por Karl Marx y Friedrich Engels en su
monumental “Manifiesto del Partido Comunista”. La
barbarie imperialista estadounidense en Irak y Afganistán
muestra de que se trataba esa famosa revolución.
Ahora
más que nunca hay que aclarar y conceptuar lo que es una
revolución social y lo que no es. Los adjetivos describen
aspectos esenciales (de un sustantivo), los fenómenos de una
cosa, de un concepto, una relación o un proceso.
Veamos
un ejemplo sencillo:
Nieve blanca. La nieve es blanca.
Sería
totalmente absurdo hablar de nieve hirviendo. Con agua hirviendo, se
podría hacer un delicioso té, pero no podemos hacer
bolas de nieve con agua hirviendo. Esto es independiente del hecho de
que ambos podrían ser la misma cosa, podrían ser la
misma composición química, H2O. Sería absurdo
hablar de “socialismo nacional” en Venezuela, o sobre el
“socialismo cristiano” en el Vaticano. ¿Cómo
podría la burguesía, que inventó e hizo la
revolución con y contra el proletariado ahora ser amenazada
por la revolución proletaria? El proletariado es un producto
de la acumulación burguesa del capital, de la revolución
económica, política y social capitalista.
Porque
no existe un sustituto para el pensamiento humano sano, las palabras
aisladas, las frases escritas, incluso el lenguaje, no piensan por
nosotros, sino sólo son herramientas sociales imperfectas.
Sólo los perros de Pavlov, los aparatos de radio y televisión,
los teléfonos celulares, los ‘think tanks’, las
enciclopedias caminantes, los Zombis y los ángeles están
exentos de actuar y de pensar. No necesitan preocuparse de hacer la
revolución o de emanciparse.
Sin duda, somos libres
para llamar a nuestras ideas, pensamientos y actos, en cualquier
idioma, en cualquier palabra, por cualquier nombre. “Práctica”,
“ideología”, “libertad”, “socialismo”
o “democracia” son palabras que utilizamos a menudo en la
vida política, pero pueden convertirse en caldo de cultivo
virulento, en semillas de la confusión, la propaganda, el
control mental; como tales, les falta decisión, incisión
y precisión estricta. En el campo de batalla, en la “guerra
de las ideas”, terminan en prácticas siniestras,
anti-emancipatorias, repetitivas, reaccionarias y estériles.
Conceptos como “revolución” o “socialismo”
son expresiones de la superestructura histórica de sus
respectivas épocas específicas; diferentes palabras
pueden describir la misma idea o cosa; algunas palabras incluso se
convierten en su propio contrario. La ideología y la
propaganda fascista utilizan trucos semánticos para confundir
al hombre común trabajador. Por ejemplo, desde el “Manifiesto
del Partido Comunista” (1848) hasta la Revolución de
Octubre (1917), cum grano salis, en la política se utilizaron
prácticamente como sinónimos las siguientes palabras
tal como las describe la literatura socialista: un marxista,
revolucionario, comunista y Social demócrata. Hoy en día
el primero y el último son opuestos totales.
Sin
embargo, aquí la semántica aislada no es la manzana de
la discordia. El problema para Venezuela y los bolivarianos es actuar
científicamente y pensar filosóficamente la revolución,
es entender cuál es su ideología y práctica, y
superar todo esto como praxis, teoría y “emancipación
humana” (Marx).
Esto tenemos que hacerlo bastante rápido,
porque desde sus bases militares en Colombia, la ‘plaga’
yanqui (Simón Bolívar) ya está apuntando sus
armas de destrucción masiva a Caracas.
Por lo tanto,
continuando con nuestro tema central, ¿cuál es la
diferencia entre la palabra general “revolución”
en cualquier idioma, y el concepto filosófico “rivoluzione”
o “rivoltura”?
Estas últimas fueron
acuñadas por la burguesía emergente en el Renacimiento.
Realmente todo vale en el amor y en la guerra. La Julieta de
Shakespeare tenía una dulce muestra de este dilema teórico:
“ JULIETA.- No eres tú mi enemigo.
Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y
qué quiere
decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo, ni semblante ni
pedazo
alguno de la naturaleza humana. ¿Por qué no
tomas otro nombre? La rosa no
dejaría de ser rosa, y de
esparcir su aroma, aunque se llamase de otro modo.... “4)
Los
nombres y las palabras no son idénticas a las contradicciones,
relaciones y realidades vivientes y fluyentes. En el imperialismo
globalizado nos enseñan verdades absolutas y eternas para ser
aprendidas de memoria, como lo son las citas, proverbios, catecismos,
oraciones o dogmas; ¡pero tales verdades absolutas no existen!
En muchas instituciones educativas y centros de socialización
todavía estamos produciendo “perros de Pavlov”,
estamos destruyendo el cerebro, que es el arma de nuestros hijos,
haciéndolos presa fácil para las “revoluciones de
color” fascistas, para el imperio de Murdoch, para el
Holocausto Mental, para el control y la destrucción mental.
Sin pensar no hay emancipación. La burguesía sabía
que no podía hacer su revolución con zombis, por eso
necesitaba a su Maquiavelo, a Adam Smith, Hobbes, Galileo, Kant,
Hegel, etc.
En la época de la globalización, en
el modo de destrucción masiva, todas las luchas de clase
científicas y filosóficas requieren con urgencia la
incisión práxica, la precisión teórica y
la visión transvolucionaria. Históricamente, podríamos
aprender de nuestras violentas clases dominantes terroristas este
riguroso modus operandi y modus vivendi revolucionario, al menos como
negación dialéctica del capitalismo, como verdadero
anti-capitalismo, como socialismo. Ellos sólo entienden su
propio idioma, “dominio de espectro completo”, la ley de
la guillotina, el terrorismo decadente. La pregunta, si la reforma
social o las millones de oraciones o la resistencia pacífica o
los hermosos diálogos fraternos pueden detener a los aviones
de guerra estadounidenses y evitar un ataque a Venezuela desde las
bases aéreas en Colombia, solamente la puede responder el
‘humanismo militar’ con sus bombas de fósforo
blanco y sus municiones de uranio empobrecido.
Hiroshima y
Nagasaki, Gaza y Falujah nos recuerdan de más de cinco siglos
de explotación laboral y de revolución burguesa. Para
construir el mercado mundial, el “Triángulo de las
Bermudas” del intercambio desigual (Samir Amin), no hubo
masacre, genocidio o saqueo lo suficientemente grande como para
acumular capital y ganancias, para satisfacer la megalomanía
de poder. Y desde las épocas de Mileto, de Pericles, de la
Inquisición española, de la conquista europea, no hubo
religión patriarcal, machista y monoteísta, no hubo
ideología dominante lo suficientemente santa como para
destruir a millones de cerebros prometedores, y echarlos al Moloch
del Holocausto Mental de la superestructura, al Leviatán
divino.
Nunca debemos olvidar la inmensa crueldad de los
crímenes cardinales y capitales contra la humanidad
trabajadora, contra los seres humanos que nunca tuvieron ningún
futuro real, que nunca tuvieron la oportunidad de florecer, que
fueron cortados de raíz. Hasta el día de hoy, millones
de esperanzas juveniles se pierden en el aire tóxico del
consumismo. En “favelas” y guetos millones de “almas
perdidas” vegetan en la miseria, la pobreza eterna, las
epidemias y pandemias fabricadas en los laboratorios militares.
Ahora, ¿qué relevancia tiene lo anterior para
nosotros, para Venezuela, para la Revolución
Bolivariana?
Thomas Paine, por mucho tiempo un “ilegítimo”
padre fundador ateo de Norteamérica, en un espíritu de
duda cartesiana, que podría aplicarse a la propia ideología
de la revolución burguesa, hizo hincapié en:
“Una
larga costumbre de no pensar algo falso le da una apariencia
superficial de ser correcto.” 6)
Sí, esta es la
repetición de la mentira hasta que sus propios autores creen
en sus propios engaños, por ejemplo en el “terrorismo”,
en Bin Laden o en Al-Qaeda. En el espíritu crítico de
Ludwig Feuerbach, Paine fue muy claro en dónde empezar con la
“revolución cultural”; no confiaba en el ternero
de oro que es el dólar divino. Mucho antes de Karl Marx dijo
lo siguiente:
“Todas las instituciones nacionales de
las iglesias, ya sean judías, cristianas o turcas, me parece
que no son otra cosa sino invenciones humanas, creadas para
aterrorizar y esclavizar a la humanidad, y monopolizar el poder y las
ganancias.” 7)
En la misma revolución
democrático burguesa Francisco de Miranda luchaba por la
realización de la libertad, la igualdad y la fraternidad. La
inscripción de honor de su nombre en el Arco de Triunfo en
París demuestra su relevancia en palabra y acción hacia
la iluminación revolucionaria. Por supuesto, los socialistas
utópicos y científicos esperaban que la revolución
no se detendría a mitad de camino, no sería una
traición a los trabajadores mundiales. Sin embargo, en los
propios términos “revolución” y “revolver”
se encuentra el núcleo anti-proletario, la supresión de
las luchas de los trabajadores. Revolución expresa la
dialéctica intra sistemática, las leyes del movimiento,
el proceso de acumulación de este orden mundial.
El
cambio revolucionario puede y debe venir sólo desde dentro, no
hay salida, no hay éxodo, no hay “exvolución”
de la globalización, del imperialismo corporativo. El
capitalismo es un modo de producción anárquico, caótico
y cerrado.
¿Qué es revolución,
revolución social, revolución capitalista? Vamos a
darle un rápido vistazo transhistórico a este asunto
urgente. En palabras y conceptos como religión, reforma,
renacimiento o recesión, en general, la sílaba “re-”
significa regresar, retroceder, repetir, regresar en forma circular o
cíclica, como la carrera de la rata en su rueda. El verbo
“volver” significa precisamente el movimiento mismo. Por
lo tanto, “revolución” es una doble negación,
un guardaespaldas del capital y un guardián social del status
quo imperialista ante rem y del establecimiento corporativo in re.
Durante la Edad Media feudal, en las ciudades-estado del
norte de Italia, el verbo y concepto de “revolver” y
“rivoluzione” o “rivoltura” fueron creados
para expresar la lucha burguesa para ganar poder político
contra el clero obsoleto y la nobleza arcaica, pero también
para reprimir las revueltas de los trabajadores emergentes. En la
superestructura del Renacimiento, el concepto social de “revolución”
coincidió con el nacimiento económico de las “casas
de trabajo”, del homo faber, de las fábricas primitivas,
del capitalismo como futuro modo de producción dominante. En
la medida en que avanzó la revolución científica
y tecnológica, la burguesía por medio de la Reforma y
el materialismo mecánico progresivamente fue liberándose
del oscurantismo religioso y comenzó a formular sus propias
teorías seculares de la revolución social, como un acto
de clase humano deseado. Después de la traición de la
burguesía, quitándoles a los trabajadores sus
beneficios revolucionarios, la Revolución Industrial trajo la
miseria y la pobreza a las clases trabajadoras europeas. En 1848, en
medio de varias revoluciones, Marx y Engels formularon la teoría
y el programa de la “emancipación humana”, el
Manifiesto del Partido Comunista. Este no es un credo o dogma, es un
documento histórico para actualizar, renovar, rejuvenecer.
Esto es suficiente alimento práxico para el pensar
teórico y suficiente teoría para las delicadezas
emancipatorias. Con referencia a lo anterior, a la “transvolución”
urgente de la revolución burguesa, vamos a hablar en otra
oportunidad. 8)
Notas:
1)
http://www.quotationspage.com/quote26131.html
2) http://thinkexist.com/quotation/the_united_states_
appear_to_be_destined_by/167529.html
3)
http://www.marxists.org/archive/marx/works/
1848/communist-manifesto/ch01.htm # 007
4) de Romeo y Julieta
de Shakespeare de 1594.
6)
http://www.brainyquote.com/quotes/authors/t/Thomas_paine.html
7) Ibid.
8) Mientras tanto, véase también:
http://www.franz-lee.org/files/pandemonium01037.html