Franz J.T. Lee, septiembre 2007
Aprendiendo de Marx y Engels: Reforma Constitucional, Ideología y Propiedad Privada
A lo largo y
ancho de Venezuela tanto como en el exterior, se estudia, se critica
e incluso se demoniza la planificada reforma constitucional.
El
artículo 115, que trata de las relaciones de propiedad, parece
ser la manzana de la discordia capitalista, contra la cual se dirigen
una gran parte de las observaciones. Esto ocurre, porque en dicho
artículo se definen las bases materiales económicas del
socialismo bolivariano, y con ellas la futura superestructura
ideológica, al igual que los venideros reglamentos políticos.
Este artículo también es la razón, por la cual
el emergente Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), comenzando
desde cero, no puede adoptar una cosmovisión marxista moderna
y radical. Para lograr esto, hacen falta en primer lugar profundas
luchas de clase en el ámbito práxico y teórico,
que a su vez generan una avalancha de reformas constitucionales más
radicales.
Según la reforma propuesta para el artículo
115 de la vigente Constitución venezolana, se garantizarán
diversas formas de propiedad de los medios de producción, como
la privada, la social, la colectiva, la estatal y la mixta, así
como también la compra y venta de bienes en el mercado.
Desafortunadamente, en este artículo no se hace una
diferenciación científica y bien definida entre lo que
es ‘propiedad’, ‘propiedad privada de los medios de
producción’ y ‘simples mercancías y bienes
en el mercado laboral y mundial’, los últimos incluyendo
también las fuerzas físicas de trabajo alienadas de los
trabajadores venezolanos. (Véase:
http://archivos.minci.gob.ve/doc/
reformaconstitucionalfinal.doc)
Para
poder entender este problema, la cosmovisión marxista
político-económica moderna ciertamente nos puede
ayudar.
Ahora, respetando todas las demás opiniones,
resaltando nuestro dilema revolucionario de carácter teórico,
desde un punto de vista científico y filosófico, es
decir, desde una perspectiva marxista, ¿cuál es la base
material de la ideología reinante en este momento en
Venezuela, y en otras partes del mundo? ¿Por qué la
propiedad privada de los medios de producción, como la que
genera el trabajo de esclavos asalariados modernos, también
controla la producción intelectual y así perpetúa
la ideología capitalista dominante en Venezuela, América
Latina y el Caribe?
Veamos lo que nos enseña la
historia y el marxismo al respecto, y si este último, con sus
pronósticos y predicciones tendenciales, vale hoy para
nosotros.
Desde la victoria de la Revolución Francesa
capitalista, fue la burguesía reinante, que a nivel nacional e
internacional ha tomado las riendas del control de la producción
ideológica global, quitándosela al clero y la nobleza
feudal, clases sociales que se habían vuelto obsoletas y
decadentes. Los medios de comunicación de masas metropolitanos
dominantes de Occidente, como los imperios mediáticos de la
desinformación de Time Warner y Murdoch, por ejemplo, poseen
prácticamente el monopolio de las noticias y sus think tanks
son expertos en censurar y falsificar noticias sobre Venezuela y
otros países clasificados como ‘eje del mal’ en el
planeta. En todas partes, las escuelas, universidades y la Iglesia se
suman a esta cruzada de exorcismo y difamación contra líderes
políticos como Fidel Castro o Hugo Chávez Frías,
quienes defienden la causa de los explotados por lo menos hasta donde
pueden.
Las campañas de difamación no son nada
nuevo o sorprendente ya que han sucedido una y otra vez a lo largo de
la historia por ejemplo contra Sukarno, Ho Chi Minh, Patrice Lumumba,
Kwame Nkrumah, Salvador Allende y muchos más, y por supuesto
contra la 'fuente de todos los males', contra el mismo Carlos Marx.
De hecho, la difamación ha sido una constante contra todos los
verdaderos socialistas, humanistas, marxistas y comunistas. Sin
embargo hoy, en este presente orweliano, el odio de la clase
dominante se dirige con una violencia sin precedentes contra todos
los que todavía resisten contra este sistema y quienes han
sido declarados ‘terroristas internacionales’ a los que
espera el 'humanismo militar' de Washington para 'pacificarlos'.
La
historia nos enseña, que mientras la burguesía europea
era joven, todavía algo débil, pero revolucionaria y
relativamente estable, su ideología dominante influyó
en todas las clases sociales, inclusive la trabajadora. De esta
manera, los ideales de la Revolución Francesa capitalista se
universalizaron e influyeron también en nuestros libertadores.
Estos vestigios ideológicos sobreviven hasta el día de
hoy en todas partes del mundo y en nuestra propia Venezuela, como
‘verdades absolutas’ obsoletas y osificadas,
especialmente en las mentes de la ‘oposición’
dentro y fuera de nuestra Revolución Bolivariana.
Durante
el siglo XIX, en la primera fase de su lucha, los trabajadores y sus
líderes todavía no habían entendido la verdad
sobre la democracia, la revolución, la libertad, igualdad,
fraternidad y justicia burguesas. No entendieron que la burguesía
disfrazó sus intereses particulares de clase como 'causa de
toda la humanidad'. No entendieron que cuando la burguesía
hablaba y habla de libertad, fraternidad e igualdad está
hablando de la libertad de explotar a las fuerzas de trabajo, la
fraternidad entre miembros de una clase dominante y la igualdad de
poder repartirse el mundo. No entendieron, que democracia y
revolución son democracia y revolución burguesas, de
por y para la burguesía. Y así es como muchos de
nosotros seguimos confundidos ideológicamente hasta el día
de hoy por cuanto defendemos una causa que no es nuestra, sino la de
la clase dominante, la causa de la burguesía global. La
ideología, el concepto ideología, denomina precisamente
esto: confusión. Defender los intereses del adversario de
clase y creer al mismo tiempo que se están defendiendo los
propios interéses. Nada más útil para los
explotadores y opresores. Nada más grato para ellos ver cómo
estamos defendiendo su propiedad privada de los medios de producción,
escondiéndola detrás de múltiples formas de
propiedad, cuyo fruto de trabajo, salvo algunas migajas, no es ni
será de los verdaderos productores, esto es, de los
trabajadores venezolanos.
Esto es lo que se debe repensar,
discutir y corregir con carácter de urgencia en el
anteproyecto de la Reforma Constitucional.
Como sabemos,
durante el siglo XX fueron las grandes corporaciones internacionales
que poseían la propiedad privada de los principales medios de
la producción material a nivel global y que también
comenzaron a controlar progresivamente las fuerzas de producción
intelectual de la sociedad, es decir, la propiedad intelectual. Con
algunas excepciones, las universidades y otras instituciones de la
educación mayor, se convirtieron en una especie de fábricas
de producción intelectual, pero también de la
conspiración, del sabotaje y del control mental. Tal como lo
hace la clase dominante, que conoce el peligro de un pueblo ilustrado
e instruido y que por ende y como sugirió Hitler, controla
ideológicamente su educación, nosotros tenemos que
estar claros, que el antídoto contra la ideología es la
teoría con contenido de conciencia de clase. Aprendamos pues
de Marx y Engels.
Hace mucho tiempo ya, cuando en 1845 Marx y
Engels explicaron la esencia del actual control mental, de las ideas
dominantes, de la religión y de la ideología en
general:
“Las ideas de la clase dominante son las ideas
dominantes en cada época; o, dicho en otros términos,
la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al
mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su
disposición los medios para la producción material
dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción
espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por
término medio, las ideas de quienes carecen de los medios
necesarios para producir espiritualmente.”
(Véase:
http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/3.htm, nuestro
énfasis.)
Las ideas dominantes que hemos heredado hace
casi nueve años atrás, de la historia colonial y de la
era ‘puntofijista’, siguen haciendo estragos con nuestras
mentes y con nuestros actos. Todavía no hemos agarrado
radicalmente, es decir, por sus raíces transhistóricas,
el carácter explotador y racista de la ideología
dominante. En Venezuela, la ideología burguesa sigue
escondiendo y perpetuando las relaciones de clase de carácter
explotador,esto es, la posesión privada de los medios de
producción y así las relaciones amo-esclavo. Todos los
verdaderos bolivarianos hacen todo lo posible para actuar como
parteras, como comadronas de lo nuevo y de lo original, pero muchas
veces son los procesos globales de anti-naturalización y
anti-socialización que nos hacen descarrilar.
Si
seguimos con la producción capitalista en Venezuela y en el
mundo, sólo aceleremos los procesos capitalistas de la
explotación, dominación y discriminación, además
de incrementar el peligro de la violencia militar y profundizar la
alienación humana. El actual nivel de destrucción de la
naturaleza y de la sociedad nos está alejando años luz
de la realización de un 'socialismo del siglo XXI'. Nadie duda
que todavía Venezuela sigue siendo un país
predominantemente capitalista y que por ahora, la Revolución
Bolivariana no ha sido capaz de erradicar la ideología
capitalista de una vez por todas. Claro, esto no fue su tarea
principal desde un principio ya que tenía que defenderse de
los ataques internos y externos que continúan hasta estos
momentos. Tampoco cabe ninguna duda de que hemos avanzado
notablemente en muchos ámbitos de la Revolución
Bolivariana; sin embargo, ¡falta mucho por hacer, tan poco está
hecho!
En cuanto al adoctrinamiento cultural y de la
superestructura por parte de la clase dominante, Marx y Engels
explicaron:
“Las ideas dominantes no son otra cosa que
la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes,
las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas;
por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase
dominante, o sea, las ideas de su dominación.”
(ibid.)
El socialismo nos enseña que quienes
definitivamente tienen una conciencia de clase, los que piensan y
actúan dentro de la sociedad oficial, es decir, los que sí
defienden sus intereses de clase y sus derechos de propiedad, son
precisamente los miembros de las clases dominantes y aquellos de la
clase media, que no dejan de soñar con su cajita de whisky
importado. Nuestro pasado inmediato puede verificar esta verdad con
un sinnúmero de ejemplos. Si seguimos atrapados en la
ideología burguesa, si seguimos ciegos a nivel teórico,
no podremos enfrentar la conciencia de clase dominante.Negar la
existencia de la lucha de clases moderna en Venezuela, sería
simplemente suicidio histórico.
En el pasado, los
Cisneros, Mendozas y Capriles, junto a sus perros guardianes,
gobernaron y parcialmente siguen gobernando a Venezuela entera como
su propiedad privada, es decir, la dirigen “como clase y
determinan todo el ámbito” de nuestra época
(Marx). Así que, es sólo la clase trabajadora, el
proletariado venezolano y todos los esclavos asalariados en su
conjunto que pueden liberarse de los cadenas de su clase tomando
conciencia de clase.
En consecuencia, una vez pisado el
terreno de la conciencia de clase y cuando ya no sea necesario
defenderse contra los constantes ataques ideológicos del
imperialismo internacional, ya no será necesario ocultar al
socialismo detrás de Jesucristo y el Sermón de la
Montaña sino podrá presentarse simplemente como lo que
es: la negación del capitalismo moderno, globalizado.
Aquellos que poseen propiedad privada de los medios de
producción también explotan a los trabajadores “como
pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción
y distribución de las ideas de su tiempo.” (ibid.)
Por
esas razones transhistóricas, hace falta una revolución
cultural radical en Venezuela. Sin embargo, mientras exista la
propiedad privada de los principales medios de producción, en
el siglo XXI esta revolución cultural y 'sobreestructural'
será una tarea dificilísima por no decir imposible de
lograr.
Dentro de este contexto queda claro qué es la
colaboración entre clases, qué es la alianza entre
trabajo y capital, los acuerdos secretos entre ‘caballeros’
escondidos de las masas trabajadoras, es decir, qué es, en
realidad, la separación político-reformista de los
poderes:
“… en un país en que se disputan
el poder la corona, la aristocracia y la burguesía, en que,
por tanto, se halla dividida la dominación, se impone como
idea dominante la doctrina de la división de poderes,
proclamada ahora como ‘ley eterna’.”
(ibid.)
Además, en cuanto al pensar en términos
burgueses se refiere, en Europa occidental y especialmente hasta
1848, mucho más tarde en otras regiones, el proletariado como
‘clase en sí’ siguió utilizando
objetivamente la terminología y los ideales burgueses, por
ejemplo y como hemos indicado arriba, libertad, igualdad y
fraternidad. Pero en la medida que se intensificaron las luchas de
clase a escala global, especialmente durante el siglo XX y
particularmente en el sur colonial y neocolonial, la dominación
burguesa se volvió inestable y temblorosa, y como resultado,
dentro del marco de la ley dialéctica del desarrollo igual,
desigual y combinado, el proletariado mundial explotado intentó
de adquirir una conciencia de clase, es decir, de convertirse en una
‘clase para sí’. El planeta se inundó de
muchas revoluciones sociales a lo largo del siglo XX, pero estas no
fueron capaces de erradicar el capitalismo feroz y desenfrenado del
libro de la producción global y de la historia mundial.
Sin
embargo, en este momento, con la ayuda del marxismo y vice versa, la
Revolución Bolivariana tiene mucho que contribuir hacia el
nacimiento de un sujeto revolucionario proletario global, un
proletariado mundial con una conciencia de clase. Para muchos, esto
suena añejo, una idea absurda y obsoleta.
Pero el mismo
capitalismo, cuya edad mientras tanto ya puede competir con la de
Matusalén, nació hace 3000 años en la Grecia
Antigua. ¿Esto no es senil y absurdo?
¿Personas como
Plato o dioses como Jesucristo, quienes nacieron hace milenios atrás,
no son obsoletos? ¿No son comparativamene jóvenes y
frescos Carlos Marx y Federico Engels quienes vivieron hace apenas un
siglo atrás?
Así que, como siempre lo enfatiza
el presidente Chávez: ¡No hay alternativa, tenemos que
ser victoriosos! ¡Prohibido es fallar! Para que no fallemos,
¡no excluyamos aportes valiosísimos como los de Marx y
Engels!
Hoy, en el siglo XXI, también en Venezuela,
gracias a la Revolución Bolivariana, los trabajadores se
vuelven cada vez más conscientes de sus intereses de clase y
de su propia misión histórica creativa. Esto se puede
ver entre otras manifestaciones, en los artículos de opinión
de Aporrea y también en los análisis y comentarios de
Vheadline y Venezuelanalysis, donde está ocurriendo el tan
urgente debate revolucionario teórico subjetivo. Este es un
reflejo directo de la luchas de clases objetiva aquí y en el
exterior, en realidad, esto es una controversia sana, contradictoria
y dialéctica entre la ideología burguesa y la
conciencia de clase trabajadora. Ciertamente, esta afectará
los altos escalones políticos de la sociedad venezolana;
internacionalmente ya tiene efectos revolucionarios de largo alcance.
En la actualidad, esto se expresa en la necesidad de negar la
ideología capitalista con una teoría auténticamente
revolucionaria.
Finalmente, en cuanto a la erradicación
de la ‘ideología’ y el desarrollo de una práxis
y teoría socialista, Marx y Engels nos recuerdan que:
“Toda
esta apariencia de que la dominación de una determinada clase
no es más que la dominación de ciertas ideas, se
esfuma, naturalmente, de por sí, tan pronto como la dominación
de clases en general deja de ser la forma de organización de
la sociedad; tan pronto como, por consiguiente, ya no es necesario
presentar un interés particular como general o hacer ver que
es ‘lo general’, lo dominante.” (ibid., nuestro
énfasis)
En palabras de George Orwell: En un mundo de
vanidad, engaño y mentiras universales, decir la verdad es
práxis revolucionaria. O como nos enseña el mismo
marxismo: Cuando las ideas revolucionarias pasan de un cerebro a
otro, esto ya es práxis emancipatoria.