Franz J.T. Lee, septiembre 2007



Socialismo Bolivariano: Unión, Unión, ¡Trabajadores del Mundo, Unios!



Aquí en Venezuela, antes de que enviemos a nuestros batallones intelectuales a buscar militantes socialistas, sería mejor que reflexionemos logísticamente sobre las barricadas ónticas, que nos inhiben en seguir ciertos procesos lógicos y complejos del pensamiento. Ya fueron el Manifiesto Comunista e incluso Napoleón, los que nos advirtieron sobre la infiltración de los ideólogos con sus prácticas contrarrevolucionarias de desestabilización.

Aquí continuaremos con la serie educativa de Vheadline.com referente a la relación trascendental entre el Manifiesto Comunista y el Socialismo Bolivariano.

De acuerdo con la teoría de la revolución permanente de León Trotski (que se basa dialécticamente en las teorías del Manifiesto Comunista), por medio del principio científico del desarrollo histórico igual, desigual y combinado, la Venezuela contemporánea se encuentra en la globalización; pero como resultado de los mecanismos coloniales y neo-coloniales, todavía le queda por completar ciertas tareas burgués-democráticas de la Revolución Francesa, por ejemplo, el desarrollo de una nueva lógica, ciencia y filosofía, el fomento de la industrialización, de la tecnología moderna y de la reforma agraria, y por último, completar la separación de la Iglesia medieval obsoleta y el Estado revolucionario moderno.

Por todas esas razones, es el Manifiesto Comunista, este producto histórico de la época de Simón Bolívar y Simón Rodríguez, de la época del desarrollo del socialismo utópico (no existente) al socialismo científico y filosófico terrenal, el que representa una conditio sine qua non urgente, una guía emancipatoria creativa, para los revolucionarios democráticos bolivarianos de Venezuela.

Si ignoramos los descubrimientos siempre verdes del Manifiesto Comunista y del Capital de Marx, entonces ciertamente será imposible que hagamos cualquier revolución social moderna.

Esto fue lo que quiso decir Lenin cuando dijo: sin teoría no hay revolución.

Esto no es una frase ideológica o un chiste comunista, sino es un asunto muy serio de vida o muerte!

Describir de una manera entendible el fermento intelectual en Europa, en vísperas de las revoluciones de 1848, resulta ser una tarea bien difícil.

Sin embargo, no tenemos alternativa, necesitamos urgentemente una revolución cultural, que profundice a la propia Revolución Bolivariana. Su esencia socialista necesita la educación y la participación popular, tanto como la formulación de una práxis científica y una teoría filosófica. Esto es una lección principal de la revolución global burgués-democrático-capitalista.

No cabe duda, que casi nadie de nosotros pertenece a los pocos ‘culturizados’ de la alta burguesía de Altamira de la Plaza Francia, que han recibido una ‘educación’ profunda, principalmente económica, humanística, histórica, filosófica, política y social en las universidades de la Sorbonne, de Francfort, Edinburgo, Oxford, Cambridge o Harvard. Sin embargo, son exactamente nuestra ‘ignorancia’, nuestro ‘retraso’ y nuestro ostracismo por esos importantes centros europeos, por la feroz adoctrinación y manipulación tecnológica de los medios masivos, como lo son CNN o RCTV, por su estilo de vida violento y explotador, los que nos han hecho inmunes a sus gérmenes cancerígenos e ideológicos del género específico de la vulgarización extrema, es decir de la alienación extrema.

A pesar de una severa adoctrinación religiosa y de un peligroso holocausto mental corporativo, es decir, de una ‘guerra de ideas’ del dominio de pleno espectro, que hace estragos en todas partes, los venezolanos todavía hemos preservado nuestra salud corporal y mental.

Esto lo hemos demostrado en abril y diciembre de 2002, barriendo un golpe militar bárbaro dentro de 47 horas y contrarrestando un gigantesco sabotaje petrolero, orquestado por Washington, dentro de dos meses.

Alrededor de 1848, los ideólogos democráticos del capitalismo emergente solían pensar de manera muy precisa; para confirmar esto, sólo hay que estudiar su dialéctica, su física y filosofía helio centristas, las obras principales de Galileo, Kepler, Kant o Hegel. Así que, los antagonistas revolucionarios de Marx y Engels, del proletariado y del comunismo, fueron despiadados en sus ataques; sus pensamientos y su crítica eran afiladas como hojillas.

Y aún, como lo verifican las encuestas de la BBC del siglo XXI, como filósofo, Marx les gana a todos, a pesar de que algunos ‘camaradas’ todavía sueñan con que Marx se ha vuelto obsoleto. Sugerimos que estos genios de Miami y sus ‘think tanks’ que rodean a Bush y compañía, en vez de formular proyectos para un ‘Nuevo Siglo Americano’, fuera mejor que nos escribieran el ‘Manifiesto Emancipatorio’ científico, filosófico y creativo del Tercer Milenio.

Ebrios del poder, los filósofos burgueses de la Ilustración dirigieron sus poderosas armas racionales hacia la ‘silla de la sabiduría’ medieval, hacia el ‘intellectus’ feudal, y a través de toda Francia rodaron las cabezas absolutistas, que habían gobernado por gracia de Dios, como paja seca e inútil en el aire ardiente del desierto abandonado por Dios.

Ojo Venezuela, esto es de lo que se trata la revolución social en el capitalismo.

Sin capturar el capitalismo por sus propias raíces violentas, por su radix político-económica, es decir, sin volverse radical, volverse marxista, no podemos liderar una revolución mundial socialista contemporánea hacía la emancipación humana global.

¿Por qué?

Bueno, como fue explicado en el Manifiesto Comunista, porque tenemos que agarrar la esencia de la liberación, para liberarnos de todo tipo de relaciones clasistas de la propiedad privada. No deberíamos mezclar las cosas. Tenemos que devolverles a sus dueños terrenales, los cuales en realidad son los trabajadores del mundo, todo aquello que son los medios de producción a nivel micro, meso y macro cósmico. Es más, hay que transformar estos en medios creativos, creadores y emancipatorios de la humanidad.

Por otro lado, antes del nacimiento de Marx y Engels, ya en 1808, el poeta, dramaturgo y filósofo alemán Johann Wolfgang von Goethe, en algunos de sus bien conocidos pasajes del ‘Faust’, predijo la degeneración progresiva de los ‘derechos humanos’ con el venidero avance sangriento de la bota militar capitalista globalizada:

“Leyes y derechos cambian a través de los tiempos,
Como una desgracia lenta y sin fin.
Cojean a través de las generaciones,
Y suavemente roban de lugar en lugar.

Lo que era listo se convierte en estupidez,
Y el beneficio se vuelve condición.
Nieto infeliz, das lástima,
Nadie te ofrece tu derecho.”

(Todas las citas y traducciones son de: Dirk J. Struik, BIRTH OF THE COMMUNIST MANIFESTO (Nacimiento del Manifiesto Comunista), International Publishers, New York, 1975.)

Sin embargo, en 1829, como lo comentábamos en un artículo anterior, en un tiempo, donde Marx (nacido en 1818) y Engels (1820) todavía jugaron policía y ladrón, pensadores franceses como Saint-Armand Bazard (un socialista utópico quien fundó una sociedad secreta) y Barthelemy-Prosper Enfantin (un teórico social, político y económico) fueron más enfáticos en cuanto a la venidera realidad capitalista. Criticaron y mencionaron lo que era su ‘evidente’ esencia laboral: la propiedad privada de los medios de producción.

Existen evidencias históricas que indican, que Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar, durante su visita a Europa, tenía contacto con tales sociedades secretas (socialistas utópicas). Esto significa que la resistencia bolivariana contra el colonialismo entró desde muy temprano, en contacto con las ideas socialistas utópicas no marxistas.

Como ya dijimos, el marxismo, socialismo o comunismo son productos históricos terrenales de la realidad revolucionaria del siglo XIX. El Manifiesto Comunista es un documento revolucionario que expresa la esencia emancipatoria de todas las rebeliones, revueltas y resistencias de la fuerza laboral explotada, desde la acumulación original del capital en Miletus, seis siglos antes del nacimiento de Jesucristo.

La dialéctica marxista nos enseñó, que una cosa es un huevo, otra cosa es un pollito, pero algo completamente diferente es una gallina, que vuelve a poner huevos frescos y fértiles. Las semillas social-cristianas o las plantas socialistas utópicas no son idénticas con las frutas tropicales frescas, exóticas, eróticas, científicas, filosóficas y socialistas. El capitalismo es un modo de producción global dominante, basado en la propiedad privada de los medios de producción; el socialismo es el otro lado de nuestro modo de producción moderno, es su opuesto exacto, es su negación contemporánea, es el marxismo.

Claro, uno es libre de modernizar el concepto ‘socialismo’, puede llenarlo con valores y principios cristianos, con una teología de liberación, todo esto es excelente. Sin embargo, esto no es socialismo científico y filosófico histórico, no es la contradicción entre el capital y el trabajo, entre la propiedad privada de los medios de producción y la ‘propiedad social o socializada’; esta última tiene que ver con la fuerza de trabajo físico y/o intelectual sin propiedad alguna, que se vende como intercambio desigual en el mercado laboral global al mejor postor o a precios del mercado legalmente regulados.

Con el debido respeto leal por todas las otras formas de liberación, por todos los esfuerzos heroicos de liberar a Venezuela, pero este tipo de socialismo ‘mezclado’ o confuso no es la negación del capitalismo venezolano o mundial, como lo fue expresado en el Manifiesto Comunista como ‘lucha de clases’. Si no tenemos mucho cuidado, entonces pronto el capitalismo, en traje de oveja, devorará todas nuestras verdaderas fuerzas socialistas bolivarianas.

Dos décadas antes, en 1829, los utópicos Bazard y Enfantin describieron la sociedad socialista como un espejismo, reflejando un futuro marxista:

“Si simpatizamos con la idea de que la explotación del hombre por el hombre tiene que desaparecer completamente; si es verdad que la humanidad se mueve hacia un estado de cosas donde todos los hombres, sin distinción de nacimiento, recibirán de la sociedad de acuerdo con sus méritos y serán remunerados de acuerdo con su trabajo; entonces es evidente que hay que cambiar la constitución de la propiedad.”

Una cosa es cierta, como fue explicado en el Manifiesto Comunista y en obras más tardes, una verdadera revolución social libera nuevas fuerzas productivas, que no son estranguladas por las obsoletas relaciones de propiedad. A pesar del sabotaje económico, es precisamente esto lo que está ocurriendo actualmente en Venezuela; la economía se está disparando gracias a los precios favorables del petróleo. Sin embargo, el fermento intelectual correspondiente todavía ruega por ver la luz, es decir, la ‘moral y luces’ socialista bolivariana.

A diferencia, entre 1789 y 1848, podíamos presenciar una verdadera ‘Era Pericleana’ en la Europa revolucionaria; un fermento intelectual rejuvenecedor, que probablemente más nunca iba a volver a amanecer en el ‘Viejo Mundo’. En la literatura, el arte, la música, la matemática, la ciencia, la filosofía e incluso la religión, en todas partes y de la noche a la mañana, brotaron como los hongos del suelo europeo frío, pálido y sombrío, los genios y los expertos. Se introdujo el capitalismo con pompa y gloria. Se afirmó en la clase alta y se negó en la clase baja. Atacó al socialismo y al comunismo.

En todas partes, el capitalismo liberal competitivo y la producción y reproducción burguesa iluminaron la era oscura europea. Mucho antes del nacimiento del marxismo, famosos historiadores franceses como Jacques Nicolas Augustin Thierry (1795-1856), Adolphe Thiers (1797-1877) y Francois Pierre Guillaume Guizot (1787-1874) ya interpretaron la historia como ‘una lucha de clases sociales’.

La historia, como una serie de ‘luchas de clases’ continua, estaba en el aire revolucionario, pero estos ‘vientos del cambio’ apenas tocan las costas tormentosas de la Venezuela moderna. Lo último de lo que los socialistas hablan aquí, es de la ‘lucha de clases’.

En el siglo XIX, mucho antes de Ernst Bloch o Ernesto Ché Guevara, cuando ya se vio confrontado con los revolucionarios burgueses, Friedrich Schiller (1759-1805), el poeta, filósofo, historiador y dramaturgo alemán, tenía que dirigirse al ‘hombre nuevo’, al homo faber de la manera siguiente:

“Alle Menschen werden Brüder!”
(¡Todos los hombres se convertirán en hermanos!)

Por supuesto, no quedó bien claro, si todos los ‘hombres’ también incluyeron a todas las mujeres, hermanas, gitanos o judíos. Como sabemos, porque tenemos que estudiarlos en la universidad, a través de toda Europa, Keats, Goethe, Heine, Shelley, Dickens y Balzac dramatizaron artísticamente el nuevo heroísmo burgués, la majestad épica y la grandeza revolucionaria. De manera similar, en los campos de la teoría social, fueron Voltaire, Rousseau, Bentham, Montesquieu, Owen, Smith, Ricardo, Maltus y muchos otros quienes formularon teorías del Estado, teorías políticas y económicas.

Por ejemplo, en su ‘Filosofía de la Historia’, Hegel, el maestro filósofo de Marx, diferenció el ‘trigo’ de la ‘paja’, e igual a Marx, como racista, llamó a una espada espada; y a un ‘negro’ ‘negro’ (este tema racista lo tratábamos en un comentario anterior en Vheadline.com).

Además, al igual que la mayoría de los intelectuales de su tiempo, Hegel celebró las victorias científicas y filosóficas de la Revolución Francesa burgués-democrático-capitalista de la manera siguiente:

“Era un brillo del sol espléndido, todos los seres humanos pensantes han participado en la celebración de esta época.”

Bueno, ‘todos los seres humanos pensantes’ todavía eran sólo europeos, eran burgueses, democráticos y revolucionarios.

Sin embargo, mucho antes de Marx y Engels, los socialistas utópicos y los comunistas comenzaron a criticar el ‘orden natural del capitalismo’; William Godwin (1756-1836), el padre del anarquismo, reclamó ‘justicia política’; consideró al nuevo Estado capitalista como la ‘raíz de todo mal’. Luego otro anarquista, Joseph Proudhon iba a identificar este mal como propiedad, como un total robo.

Antes, Gracchus Babeuf (1760-1797), fundador de la ‘conspiración de los iguales’, ya había introducido en la política ‘moderna’ globalizada la ‘teoría de la conspiración’, el ‘terrorismo’ y la ‘guerra de guerrillas’ clandestina.

En Italia, fue Philippe Buonarotti (1761-1837), quien introdujo la táctica de la conspiración francesa de Babeuf a los ‘Illuminati’. Los esfuerzos socialista-utópicos de Saint-Simon (1760-1825), Charles Fourier (1772-1837) y Robert Owen (1771-1850) son bien conocidos; influyeron radicalmente en las teorías socialistas expresadas en el Manifiesto Comunista.

Todos esos desarrollos transhistóricos, esfuerzos humanos y revolucionarios fueron hechos para evitar lo que se está perfilando hoy en el horizonte de la humanidad, una conflagración nuclear, planificada por una clase dominante metropolitana, hambrienta por el poder y megalómana.

Hoy, cuando el presidente Hugo Chávez trata de parar este colapso global apocalíptico en sus discursos transhistóricos, dirigidos a las gigantescas multitudes en las calles de Caracas y en otras partes del planeta, todavía se pueden escuchar, haciendo eco con sus poderosos toques, los tambores del Manifiesto Comunista de Marx y Engels y de los comuneros franceses, que tomaron por asalto el cielo: Unión, Unión, ¡Trabajadores del mundo, Unios!



Original: Venezuela's Bolivarian Socialism: union, union, Workers of the World, Unite!
http://www.vheadline.com/readnews.asp?id=75689