Franz J.T. Lee, julio de 2007
En vez de interpretar a Venezuela de diferentes maneras, ¡tenemos que emanciparla!
Aplaudimos
todos los estudios socialistas serios y todas las reflexiones
científicas que se están realizando a lo largo y ancho
de Venezuela. Resulta ser sencillamente hermoso ver cómo se
politiza un pueblo en medio de un océano de plena libertad de
expresión.
Lo
que es especialmente notable es el debate sobre el marxismo, el
socialismo y el comunismo, sobre la futura praxis y teoría del
Partido Socialista Unido (PSUV) de Venezuela. El socialismo y
marxismo original, tal y como lo explicó Lenin, fue el
producto histórico de las tres corrientes más
desarrolladas del conocimiento europeo durante la mitad del siglo
XIX: la filosofía, la economía nacional y la praxis y
teoría políticas. Desde entonces, el socialismo y
marxismo se han enriquecido a sí mismos y se han convertido en
instrumento mundial de la revolución y de la
emancipación.
Sin
embargo, como advirtieron Marx y el Ché, nuestra tarea
histórica no es la de interpretar el mundo de diferentes
maneras y utilizar a Chávez como chivo expiatorio, sino la de
hacer la revolución en Venezuela.
Es
cierto, no existen ni récipes ni catecismos para las
revoluciones sociales o socialistas; las revoluciones no se pueden
importar ni exportar. Sin embargo, existen pautas en lo referente al
socialismo científico y filosófico en la realidad
mundial. En este campo tenemos más de 150 años de
experiencia socialista práxica y teórica. Por
supuesto, en forma del socialismo utópico, es decir no como
modo de producción dominante, algunas mentes brillantes y
algunos experimentos prometedores sí prepararon el terreno
para la negación existente del capitalismo dentro del sistema
mundial.
Camaradas,
lo peor que podemos hacer es sintonizar a CNN y participar en las
diatribas de costumbre contra el ‘castro-comunismo’ y el
marxismo, repitiendo la eterna paja ideológica contra nuestra
propia revolución y contra nuestro socialismo global. Si
estudiamos con mucho cuidado todas las obras del marxismo y del
socialismo científico y filosófico, además con
el espíritu revolucionario necesario, entonces descubriremos
las infinitas lecciones que podrían ser útiles para la
Revolución Bolivariana aquí y ahora.
Nuestro
archi-enemigo no es Marx, ¡es el capitalismo!
El
socialismo es parte intrínseca de la revolución dentro
del capitalismo, un producto de las revoluciones francesa e
industrial. En nuestra opinión, el socialismo no vendrá
"después" del capitalismo como modo transitorio, más
bien ya está allí, como su negación permanente.
En su cualidad de negación dialéctica, el socialismo
sólo perecerá con la aniquilación del mismo
capitalismo, impulsandonos o hacia la barbarie nuclear o hacia el
comunismo galáctico, en otras palabras, hacia la emancipación
humana creativa y creadora.
En
estos mismos momentos, contando cada segundo, se está
aproximando una brutal masacre en el Medio Oriente, un exterminio de
centenares de miles de seres humanos, mediante armas de destrucción
masiva, simplemente porque el capitalismo mundial se encuentra en una
crisis de vida y muerte. Tenemos que actuar y pensar con bastante
rapidez, tenemos que saber qué es el socialismo y activar
nuestra auto-defensa.
Claro
que el marxismo no está reclamando el copyright
del socialismo, ni que su comprensión del socialismo es algo
exquisito, ni tampoco que es la única manera para tumbar al
capitalismo mundial. Sólo explica, que el socialismo es el
opuesto dialéctico del capitalismo, es su lado contrario, y
que mientras sobreviva el capitalismo, vivirá el socialismo.
Hay que superar a ambos
para poder entrar al ámbito de la emancipación humana,
a lo que Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Lenin y Trotsky llamaron
comunismo.
El socialismo no es propiedad privada de nadie ni de ningún
pueblo, sino es un tesoro de la humanidad en su totalidad.
Así
que este comentario simplemente quiere hacer una defensa del
socialismo científico y filosófico, como marxismo
viviente.
Se dirige en contra del argumento de que Marx habría
discriminado a propósito al ‘Tercer Mundo’ y por
lo tanto no puede ser de interés para ningún esfuerzo
liberador que queremos emprender en Venezuela o cualquier otra parte
de América, Asia o África.
Las
cosas no son tan simples.
El
socialismo no es un asunto personal y no tiene que ver con atacar, ad
hominem, a un pensador quien fuera
testigo y fiel expresión de los eventos históricos de
su época con repercusión a nivel mundial. Equivocarse
es humano, pero corregir errores y también los de los demás,
esto es sublime. Así que, lo que está en juego a escala
mundial en primer lugar no es lo que Marx escribió
ignorantemente sobre Simón Bolívar, o el hecho de que
llamó a Ferdinand Lasalle un “negro judío”,
sino la clarificación de su cosmovisión.
Dentro
de la actual guerra de las ideas y de la (des)información, más
que un pensador serio podría cometer el error de escribir
inocentemente muchas estupideces sobre el Presidente Chávez.
Es un hecho que Marx en su tiempo luchó permanentemente, tal
como los verdaderos marxistas estamos luchando hoy, en contra de las
verdades absolutas, con disposición de rectificar cualquier
error en caso de que se presentaran datos auténticos y
evidencias concretas. Negarle a un marxista o a un socialista esta
posibilidad es no entender de lo que se trata del socialismo
científico y filosófico.
Toda
persona política revolucionaria y excepcional es una realidad
socio-histórica de su tiempo, no es un profeta ni posee una
bola de cristal para ver el futuro. Sólo tiene información
y datos limitados sobre los eventos mundiales, especialmente en un
mundo donde las ideas dominantes son las ideas de las clases
dominantes. Si hoy en día la mayoría de los europeos no
saben casi nada sobre el 'Tercer Mundo', entonces en los tiempos de
Marx debe haber sido aún peor.
Porque
son los grandes dioses, ideas, hombres y razas que hacen la historia,
y no las clases trabajadoras y los trabajadores, quienes no dictan el
rumbo del proceso de producción, por eso tenemos una realidad
burguesa y capitalista. Cualquier verdadero análisis
científico revela, que durante el siglo XIX no existió
una verdadera posibilidad anti-capitalista en África, Asia y
América Latina para tumbar el capitalismo mundial y avanzar
hacia el socialismo. Marx afirmó que las únicas fuerzas
que hubiesen podido cambiar el rumbo de la historia por completo,
fueron los trabajadores de los países metropolitanos. De
hecho, con su victoria en Paris en 1848, con la Comuna de Paris, con
sus ‘repúblicas’ de los trabajadores, pavimentaron
el camino para tumbar el capitalismo en sus fases tempranas.
Una
cosa para los esclavos coloniales de
facto es tumbar modos decadentes de
producción de agricultura feudal mediante las guerras de
liberación, como las libradas en contra de Portugal y España;
otra cosa es luchar como esclavos asalariados contra un imperio
británico colonial capitalista. Para esto se necesita una
praxis y teoría socialista, lo que el 'Tercer Mundo' no
industrializado no pudo desarrollar en su momento por razones simple
y dolorosamente históricas. Hasta el día de hoy se
siguen proponiendo formas obsoletas de la lucha de liberación,
como lo son, por ejemplo, el "socialismo cristiano", la
ideología y práctica cristiana.
Marx,
y luego los marxistas hasta después de la Primera Guerra
Mundial intra-imperialista, simplemente indicaron los hechos
tales como eran. La cuestión colonial y sus tesis sólo
fueron discutidos en la Tercera Internacional luego de la muerte de
Lenin. Para nosotros, los pobres y discriminados del Tercer Mundo,
hubiese resultado muy progresista si los teóricos marxistas
hubieron hecho lo contrario, es decir, trasladar el sujeto de la
revolución a Oceanía por razones del liberalismo
competitivo o por amor cristiano, sin embargo, no hubiese sido real.
Sólo más tarde, en el capitalismo monopolista las cosas
cambiaron radicalmente, y se introdujeron el anti-capitalismo y el
anti-imperialismo fuera de Europa, especialmente en Asia.
En
el caso de África, necesitábamos la Conferencia de
Bandung, el movimiento de los No-Alineados y el 5to Congreso
Panafricano, antes que el socialismo africano podía
posicionarse seriamente en la política mundial. De la manera
contraria esto hubiese sido una absurdidad. Sería como si hoy
se dijera que los pueblos indígenas del Tercer Mundo podrían
ganar una contundente victoria militar contra las fuerzas malignas de
la OTAN y establecer el socialismo del siglo XXI en la
Amazonía.
¡Quién
sabe, quizás con una nueva lógica, ciencia y filosofía
realmente lo lograrían! Shakespeare advirtió: “Hay
más cosas en el cielo y en la tierra, Horatio, que las que tu
sueñas en tu filosofía”.
Para
Marx, el socialismo no era pobreza comunista cristiana, es decir, no
era vender todo que uno posee para dárselo a los pobres y
después vivir como un mendigo medieval en el medio de una
producción explotadora de los demás. No se trata del
socialismo caritativo, de la distribución igual del vino y del
pan, que produjo el trabajo explotado de los esclavos. No se trata de
la distribución equitativa de la ‘riqueza’
obtenida por el trabajo explotado. Marx consideraba el socialismo un
modo de abundancia, un modo para resolver los problemas básicos
de la humanidad, causados por la producción laboral
capitalista.
Además,
al capitalismo liberal se le consideró simplemente como modo
de producción transitorio. Marx y Engels pensaron que la
revolución socialista llegaría durante sus vidas.
Incluso vieron a la revolución socialista en los países
metropolitanos revelándose como un acto histórico
pacífico. Por eso no podemos reprocharles a estos pensadores
el no haber considerado la revolución socialista en el ‘Tercer
Mundo’ en el siglo XIX (ni mucho menos en el siglo
XXI).
Durante
la mitad del siglo XIX, en el mundo colonial, que hasta el día
de hoy sigue siendo explotado, dominado y discriminado sin piedad, no
existió el nivel necesario de una producción
tecnológica y capitalista. En América Latina existieron
algunas posibilidades, pero el capitalismo mundial las echo a perder.
Incluso si hubieran habido rebeliones masivas como más tarde
en Vietnam o China, nunca realmente existió la verdadera base
económica para el socialismo o comunismo productivo global,
para una dictadura poderosa del proletariado mundial contra el
horroroso imperialismo. La Unión Soviética de Stalin
sólo era una caricatura de lo que debería ser una
fuerza socialista poderosa. Donde sí existieron condiciones
más que maduras, como lo predijo Marx, fue en los países
metropolitanos.
Mientras
tanto, la posibilidad para una revolución socialista a nivel
global es real y final.
Sí,
como nunca antes existen condiciones para realizar el socialismo a
escala mundial: la totalidad de las
condiciones existentes que niegan el orden mundial capitalista, todas
aquellas tanto objetivas, como subjetivas y ‘transyectivas’.
Nuestro
argumento es dialéctico. Tenemos que interpretar y cambiar el
mundo. Nuestra afirmación actual es el capital, es un modo de
producción, es el capitalismo que evolucionó desde la
esclavitud hasta la auto-destrucción, desde las formas
primitivas de acumulación hasta el liberalismo competitivo, el
imperialismo mono y oligopólico, el corporatismo, la
militarización y ocupación espacial, que ya están
destruyendo los mundos macro, meso y micro-cósmico, creando
monstruos naturales a la Frankenstein y zombis sociales.
Esto
es nuestra realidad mundial contemporánea como evolucionó
a través de los últimos dos siglos. La negación
de todo esto, de la acumulación perversa, de las
giga-ganancias y del infinito poder militar según Marx es el
Trabajo, que para nosotros es la relación unilateral y
perversa entre la naturaleza y la sociedad.
Marx
explicó, cómo la energía vital humana, el eros y
el orgon, fueron transformados en fuerza de trabajo barata para su
venta en el mercado mundial capitalista. La resistencia contra esta
enfermedad que enajena y deshumaniza la humanidad se llama
emancipación. Esta se dirige contra la conversión de
los seres humanos en esclavos asalariados y en trabajadores físicos
y mentales.
Fue
Adorno el que acertó quizás en un sentido normativo,
cuando afirmó que dentro del sistema mundial nos encontramos
con una dialéctica negativa. Cum
grano salis, con todo el respeto
necesario, casi todas las revoluciones ‘socialistas’ y
esfuerzos revolucionarios, todos los intentos revolucionarios del
Trabajo, especialmente en el Tercer Mundo, fracasaron en tumbar el
imperialismo mundial y no alcanzaron su objetivo emancipatorio. De
manera similar, el Trabajo también fracasó en los
países metropolitanos, peor aún, en el Norte se está
madurando cada vez más el globofascismo y esto es de que se
trata realmente.
Marx
y los marxistas cometieron el error de basar su apuesta
revolucionaria solamente en el socialismo del Norte, de donde ahora
provienen los Actos Patrióticos de la barbarie. Esto no es un
asunto de obsolescencia, de la victoria del capitalismo fascista, más
bien el descubrimiento de Marx era una posible manera de salvar la
humanidad de sí misma y de la auto-aniquilación.
El
capitalismo es un problema de la especie humana, y en este caso es de
relevancia, que Jesucristo NO murió 1789 en Francia bajo la
guillotina, que Marx NO nació en Nazaret y que Napoleón
NO luchaba en la Guerra Peloponesíaca. El Capitalismo es loco
y caótico pero no es estúpido e ignorante, sigue unas
leyes tendenciales de desarrollo, y fue precisamente Marx quien las
descubrió.
El
capitalismo nació en el Mediterráneo, se desarrolló
a través de Italia, Bélgica y Holanda hacia Gran
Bretaña, luego invadió a Alemania, mientras España
y Portugal como imperios mundiales se estaban muriendo en agonía
feudal y religiosa. El capitalismo y su otro lado, su negación,
el socialismo, no nacieron en el Monte Kilimanjaro para después
emigrar al Monte Everest y finalmente establecerse en el Pico
Bolívar. En este caso, Marx nos hubiese mostrado el futuro de
Europa en el espejo natural del Pico Espejo.
El
hecho de que Marx y Engels celebraron la invasión de México
por los EE.UU. y la de la India por los británicos, tiene que
ver con las barreras de su tiempo, con el impacto de la Revolución
Francesa, que también captó a los ilustres próceres
como Miranda y el propio Bolívar. Sin saberlo, estaban
celebrando las venideras bombas capitalistas arrojados sobre
Hiroshima y Nagasaki, las invasiones militares del Norte en el Sur.
En aquél entonces, cuando se encontraron demasiado cerca al
momento fluyente de la historia, no podían ver las
consecuencias, que la libertad, igualdad y fraternidad iban a tener
para el mundo entero. Todo esto, sin embargo, no los vuelve
obsoletos.
Los
pensadores burgueses de la Ilustración como Montesquieu y
Voltaire eran racistas reaccionarios, algunos de ellos incluso
estaban vinculados con el comercio africano de esclavos, y no
obstante Marx y Bolívar estaban fascinados de sus ideas
capitalistas. La África revolucionaria ciertamente no está
tan fascinada de las ideas fascistas de Montesquieu y ni siquiera de
su filosofía política capitalista.
Sabemos
esto y no hay razón alguna para condenar cualquier bolivariano
o marxista de esa época. Ellos simplemente no podían
saltar sobre sus propias sombras revolucionarias francesas. Pero en
el campo de la emancipación humana ambos revolucionarios, Marx
y Bolívar, trascendieron sus propias debilidades y son
millones de personas que los aman y admiran. Esto vale para nuestras
generaciones, para el Presidente Hugo Chávez Frías y
también para las generaciones futuras.
Finalmente,
no es un asunto de quién va primero, de último o nunca
al socialismo. Marx, Engels, Lenin y Trotsky todos afirmaron
categóricamente que el socialismo o el comunismo es un modo
global de creatividad, creación y emancipación
humana.
Ellos
nunca dijeron que el ‘Tercer Mundo’ no tiene nada que ver
en absoluto con la liberación y con la lucha de clases: “Por
lo tanto toda historia era la historia de la lucha de clases.”
Esto lo describieron los pensadores burgueses mucho antes de Marx. El
colonialismo del ‘Tercer Mundo’ es capitalismo, es lucha
de clases.
De
hecho, en El Capital, Marx estaba describiendo el cruel nacimiento
del mercado mundial capitalista, “chorreando de sangre desde la
cabeza hasta los pies.” Este triángulo como lo describió
Walter Rodney, originalmente consistía y sigue consistiendo de
tres partes principales: Europa – África (Asia) –
América – Europa. Ha cambiado mucho a través de
los siglos, pero Marx sí explicó la contribución
brutal de la África esclavizada, la Asia saqueada y violada, y
la América subyugada hacia la acumulación perversa de
la riqueza y el poder europeos. Luego fueron marxistas como Ernest
Mandel, pero también científicos serios no-marxistas
que, utilizando categorías socialistas, nos facilitaron datos
y cuentas precisas sobre las dimensiones genocidas de este holocausto
mental y físico.
Así
que, para África o Asia no se trataba de ‘esperar’
el día del juicio final. Especialmente en el mundo colonial,
como lo explicó Frantz Fanon, todas las condiciones subjetivas
para la revolución mundial fueron destruidas sistemáticamente
por la Europa capitalista. Todas las relaciones coloniales de tipo
amo-esclavo, todos los procesos educativos y religiosos fueron
dirigidos contra el marxismo, contra toda forma de anti-capitalismo y
anti-imperialismo. Hasta hoy día sufrimos de alienación
crónica y somos devorados por este holocausto mental que
llaman la "civilización cristiana occidental".
Luego
de 500 años de ultra-colonialismo portugués y de
catolicismo romano en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau, fueron
Agostinho Neto, Samora Machel y Amilcar Cabral que tenían que
decirnos, que no había ni una sola universidad en sus colonias
liberadas y que no había ningún niño africano
capaz de dibujar a su propia querida madre, salvo con ojos azules,
piel blanca y cabello rubio. Además, pintaron blanco a todos
los ángeles y negro a Chaka y Dingaan, como monstruos
salvajes. Esto es el colmo de la alienación. Con una
'conciencia' de clase como esta, es imposible entender el marxismo o
hacer la revolución mundial por donde quiera en el globo
terráqueo.
Oroginal publicado en Inglés:
Instead
of interpreting Venezuela in different ways, we have to
emancipate
her
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