Franz J.T. Lee, enero de 2007



Agotamiento de la energía vital del sistema capitalista -- Revolución, Éxodo y Emancipación (Parte II)



PARTE II
5. Negación y éxodo emancipatorio

De facto, en Venezuela nosotros, especialmente la juventud flamante, somos la negación, el ‘No’ en este proceso de la auto destrucción de la especie humana a escala global. Para escapar de ese Apocalipsis que ya amanece en el Oriente Medio y Lejano, tenemos que superar y trascender el imperialismo corporativo, tenemos que realizar cambios revolucionarios desde adentro a escala mundial y creatividad emancipadora desde afuera a escala galáctica. Sólo entonces, como nuevos hombres y mujeres, con una nueva lógica, una nueva ciencia y filosofía, un nuevo socialismo, tendremos una infinitésima oportunidad de una todavía posible emancipación humana. Sin embargo, tenemos que evitar a toda costa de caer en un triunfalismo miope, porque el tiempo y el espacio se nos están acabando.

Si no logramos nuestro cometido como revolucionarios y emancipadores, muy pronto nos aproximaremos a un infierno; la intervención militar norteamericana, la invasión de los Marines está justo a la vuelta de la esquina. Ya no es asunto de gritar “¡Viene el Lobo!”. El Homo homini lupus ya esta aquí, está entre nosotros, está en Miraflores, en las misiones, en el ejército, en las instalaciones militares, en nuestras camas y en nuestros cerebros.

Para los revolucionarios venezolanos y del mundo entero se tienen que definir ciertas verdades; en el globofascismo, para poder sobrevivir, para escapar el ‘dominio de pleno espectro’, para evitar el ‘chocar e intimidar’, para estar lejos de las bombas de fósforo blanco y del uranio empobrecido, para neutralizar las armas electromagnéticas, tenemos que ser audaces, inexorables y excelentes. Ser un revolucionario es una decisión responsable, es un compromiso de por vida. Una vez revolucionario, siempre emancipador, esto quiere decir que hay que pasar el Rubicón, hay que llegar al punto de no regreso. El que regresa, el que mira para atrás, estará perdido para siempre, habrá perdido su espíritu humano, se perderá en lo insignificante, en lo siempre obsoleto.

Como bolivarianos, como libertadores, como revolucionarios y emancipadores, en el interés de nuestra autodefensa, tenemos que desarrollar nuestra propia ‘emancipación de pleno espectro’, nuestras propias armas emancipatorias invisibles, invulnerables e invencibles. Tenemos que crear lo nuevo, lo original, lo auténtico, lo extraordinario, de una manera transvolucionaria, como el mundo, especialmente el capitalismo corporativo, nunca lo ha visto y nunca lo volverá a ver.


6.Materialización y límite de la revolución


Antes de la llamada Revolución Neolítica, antes del descubrimiento de la agricultura, hace más que 100.000 años, existían varias formas de vida y muerte, también diferentes experimentos de un posible modus vivendi humano creativo, es decir, durante milenios de sociedades sin clase, existieron diversas formas de supervivencia cooperativa colectiva en el planeta Tierra. El sistema cerrado del trabajo que ha encontrado su máxima expresión y límite en la globalización con sus relaciones amo-esclavo discriminatorias, no es la única forma de existencia multiversal; sin embargo, es el proceso destructivo más universal y perverso en el sistema solar. Precisamente por medio del proceso de trabajo, mediante la introducción de relaciones amo-esclavo unilaterales y perversas, en el planeta Tierra la naturaleza y la sociedad entraron en un conflicto de vida y muerte, en contradicciones irreconciliables, que generaron un sistema cerrado de producción destructiva, llamado historia, que solamente les ha servido a lo largo del tiempo a los intereses de las respectivas clases dominantes. Con la modernidad, la burguesía se convirtió en la clase dominante, tumbando todas las clases sociales existentes por medio de una revolución social permanente a nivel global, que ha triunfado, como dijimos, a través de sus revoluciones política (Revolución Francesa) y económica (Revolución Industrial), y que ahora ha llegado a su plena realización en la globalización, en el globofascismo. Este es el proceso transhistórico de la revolución capitalista, democrático-burguesa.

El capitalismo no sólo acuñó el concepto de la revolución, sino inventó también su contenido político, sus parámetros económicos, sus costumbres culturales y códigos éticos, su ideología racista, deshumanizadora y alienante. Volvemos a enfatizar: El capitalismo es la revolución y la revolución es el capitalismo. Tanto es así, que los primeros pensadores de la globalización fueron Carlos Marx y Federico Engels, como consta en su Manifiesto Comunista de 1848, donde constatan que la burguesía, en su afán de obtener ganancias, se ve obligada de enquistarse en todos los rincones del planeta, acabando así inexorablemente con todas formas de producción pre-capitalista en una especie de revolución mundial permanente. Aunque pareciera mentira, los voceros de la corriente neoliberal y neoconservadora más radical que hoy existe en el planeta, desde las trincheras de sus think tanks republicanos como el American Enterprise Institute, se apoyan en sus estrategias en el pensamiento de Marx y Engels relacionado al papel progresista y revolucionario que ha jugado el modo de producción capitalista en la historia, como conditio sine qua non para la introducción del socialismo global en el sentido de una generalización y socialización de las riquezas producidas por la especie humana.

Irónicamente, el famoso lema con el que termina el Manifiesto Comunista, “proletarios del mundo uníos” se ha concretizado en el campo del adversario de clase, de la misma burguesía, que ha logrado su unión política en forma de las Naciones Unidas, su unión económica en forma del Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y de la Organización Mundial de Comercio, y su unión militar en la OTAN y los Cascos Azules. Esto es la comprobación científica de que la revolución capitalista sí ha triunfado a nivel planetario. La tan necesaria conciencia de clase invocada constantemente por las corrientes marxistas de la izquierda internacional la tiene, una vez más, el adversario de clase. Esta se expresa en la siempre eficiente solidaridad entre las burguesías y el gran capital a la hora de reprimir las clases trabajadoras a nivel mundial. La Libertad, Igualdad y sobre todo Fraternidad de la globalizada clase burguesa se ha realizado últimamente en forma de la “Guerra contra el Terrorismo Internacional” que no es otra cosa, precisamente, que una guerra en contra de las clases trabajadoras a escala mundial. Así que, emancipadores del mundo, seamos constantes como la Estrella del Norte, tengámoslo claro qué es la revolución y qué es la emancipación.


7.Manipulación ideológica versus precisión teórica

Ante este cuadro que se nos ha planteado arriba, tenemos que introducir la diferenciación entre ideología y teoría. Pareciera que cualquiera tiene la libertad de acuñar un nuevo concepto o utilizar un concepto ya existente y darle la connotación ‘propia’. Sin embargo, de lo que a menudos no nos percatamos es el hecho ya indicado, que a través del proceso de socialización, por medio de la educación, estamos siendo sometidos a un profundo adoctrinamiento y una constante manipulación ideológica en las escuelas, los colegios, las universidades, en la iglesia, en la familia y en nuestro sitio de trabajo. Fenómenos aparentemente ‘inocentes’ como las enseñanzas, creencias, la cultura y los usos y costumbres que se nos impartan desde la niñez, hacen que se nos claven determinados conceptos en nuestras mentes, cuyo contenido consiste en una sola verdad absoluta – lo intocable del sistema capitalista reinante.

Por ende, términos como libertad, justicia, igualdad, democracia, revolución, paz, guerra, terrorismo etc. parecen tener validez universal para todos los tiempos y espacios, cuando, en realidad, son términos que esconden la realidad fluyente de una sociedad de clases antagónicas, donde la esclavitud de la mayoría es conditio sine qua non para la libertad de la minoría, donde la desigualdad de la mayoría es la base de la igualdad de la minoría, donde la dictadura que domina sobre la mayoría es la presuposición para la democracia de la minoría, y así sucesivamente.
Esto no nos lo dicen la abrumadora mayoría de nuestras ilustres autoridades y honorables excelencias, nuestros jueces, presidentes, líderes políticos, eminencias eclesiásticas, maestros, patrones, profesores, colegas, periodistas, editores, compañeros y amigos. Así es como nos dejan encerrados con nuestras mentes nubladas, inmersas siempre en nuestras calamidades, esclavos de nuestras tradiciones, presos de nuestro vocabulario limitado, engañados con ilusiones, atrapados en mundos virtuales religiosos, inhibidos por el razonamiento unidimensional-unilateral, hechizados por los símbolos de una patria clasista, mientras que nadie de nosotros haya sido convocado para participar en la formulación de cualquiera de estos conceptos y sus contenidos. Estamos siendo relegados siempre a la mera asimilación y recepción pasiva de todo lo que venga desde arriba o todo que esté basado en las intocables tradiciones de antaño. De esta manera, se nos prohíbe el tan decisivo y vital pensar auténtico, propio y original. Se nos obstaculiza la teoría, la precisión teórica, único arma contra la manipulación ideológica. ¿Quién realmente está consciente de y preocupado por un pensar preciso e incisivo, que desvele el contenido de clase de todos los conceptos principales que estamos utilizando?


8.Punto de partida de la revolución-emancipación: ¡Conócete a ti mismo!

Para actuar científicamente y pensar filosóficamente tenemos que comenzar en alguna parte, es decir, allí donde nosotros nos encontramos, esto es, en nuestra realidad concreta, en el grado preciso de nuestra verdadera conciencia social. Revolución es fluir, mover, revolver dentro del sistema capitalista cerrado. Emancipación es romper con el sistema capitalista cerrado, romper con el pasado que siempre se repite, es ruptura; es retar lo nuevo, aquello que nunca vivimos y aquello que nunca pensamos. Emancipación es romper con todos los modos de producción de la historia y trascender hacia un modo de creación post-histórico.
Aquí gana pertinencia educativa el proverbio filosófico de los Siete Sabios de la Grecia Antigua: ¡Conócete a ti mismo! Tenemos que saber quiénes somos, tenemos que definirnos, identificarnos. No nos podemos mejorar, conscientizar, revolucionar o emancipar cuando no sabemos nada sobre nosotros mismos. Nosotros somos los que tenemos que saber esto, para que no venga nadie desde afuera para decirnos quiénes somos y clasificarnos como “recoge-latas”, “eje del mal”, “terroristas”, “come-niños”, “forajidos” y cuanta descalificación se le antoje. Y como nos recordó el gran socialista Federico Engels, la prueba del pudín consiste en comérselo. Saber quién es uno, conocerse a sí mismo presupone que uno es identificable, especial, único; que uno no es un fantasma, un cadáver caminante, sino que uno es activo, que uno existe pensando y trasciende creando; que uno está actuando, pensando y sobrepasando como un ser humano emancipador.

El sólo hecho de estar sembrando estas semillas originales del actuar y pensar revolucionario y del sobresalir emancipatorio en nuestro ambiente capitalista tiene como consecuencia que se desate el infierno en nuestras vidas. El sistema nos aísla, nos convierte en outsider, en excluidos, sintiendo que somos un peligro para su tranquilidad y continuidad. Es precisamente nuestra condición de outsider que nos permite detectar, que las libertades democráticas son quimeras ideológicas, son tergiversaciones orwellianas, en este caso, cadenas totalitarias. Nos permite detectar por ejemplo, que la ‘libertad de movimiento’ es, en realidad, la restricción de cada paso que emprendemos en nuestras vidas cotidianas. En todas partes nos encontramos con signos que dicen ¡prohibido el paso – propiedad privada!, nos tropezamos con candados, rejas y cercas de alta seguridad, con perros guardianes de todo tipo, con aduanas, tarifas elevadas de autopistas, con alcabalas, con entradas y boletos de viaje costosas, a menudos inalcanzables, que restringen nuestros movimientos a un mínimo de espacio, nos delimitan a menudos y al mejor estilo del apartheid sudafricano, al mero territorio de nuestro puesto de trabajo. Nos percatamos que los miles de millones de personas que defienden estas mismas libertades democráticas nunca han salido ni siquiera de su lugar de nacimiento y saben muy poco sobre este mundo, excepto lo que los medios de comunicación de masas les venden como ‘verdades sagradas’. Nos damos cuenta además, que miles de millones de personas incluido presidentes, defensores de la ‘libertad de expresión’, son analfabetas funcionales o padecen de disonancia cognitiva y disociación psicótica, producto del control mental.

Sólo el cerebro humano, el arma más efectivo que posee nuestra especie, aplicando el principio del “conócete a ti mismo” en la práxis y teoría revolucionaria y en la creatividad emancipatoria, es capaz de defenderse contra las armas de destrucción masiva del sistema, incluidas las del control mental. Sólo el actuar y el pensar revolucionario y el sobresalir emancipatorio pueden establecer una relación creativa y sana entre la naturaleza y la sociedad, entre el objeto revolucionario y el sujeto emancipatorio y así engendrar el nuevo ser humano emancipado.