Franz J.T. Lee, enero de 2007
¿Qué es el Socialismo Científico y Filosófico, el Marxismo? (I)
1. Marx y el
Marxismo
2. Materialismo histórico-dialéctico
3.
La Dialéctica, el Método Dialéctico y la Lucha
de Clases
4. La Interpretación Materialista de la
Historia
5. Marx y la Práxis-Teoría
6.
Sobre la Sociología de Marx
7. El Concepto de la
Alienación en la Filosofía de Marx
8. Alienación
religiosa
9. Superación de la Alienación
10.
¿Es la teoría de Marx una Teoría
“economicista”?
11. Marxismo, Bolivarianismo y
Socialismo del Siglo XXI
1. Marx y el Marxismo
"Los
filósofos sólo han interpretado el mundo de
maneras
distintas, el asunto es cambiarlo".
Karl Marx (Tesis once
sobre Feuerbach).
“Lo único que sé es que
no soy marxista”. Este famoso enunciado de Marx ilustra la
relación entre su propio pensamiento auténtico y las
interpretaciones “marxistas” del mismo efectuadas por sus
contemporáneos. La afirmación la hizo Marx en París,
a manera de respuesta a las concepciones “marxistas” de
un partido social-demócrata francés, como una
advertencia casi visionaria contra todo dogmatismo, toda
personificación y representación absoluta de los
procesos históricos objetivo reales, que existen
independientemente del conocimiento y de la voluntad de los
individuos sociales. Estamos conscientes de las diferencias
fundamentales que existen entre el “socialismo”, el
“marxismo”, el “marxismo-Leninismo”, el
“socialismo del siglo XXI” y la propia contribución
científica-filosófica de Carlos Marx a una nueva
cosmovisión revolucionaria, esto es, el materialismo
histórico-dialéctico, que revela el carácter
efímero del capitalismo y la necesidad de realizar el
socialismo y comunismo como formas superiores de producción y
organización humana. Aún cuando los “-ismos”
mencionados arriba comparten factores comunes y están
concatenados e interrelacionados en sus procesos históricos
reales, no son necesariamente idénticos, por supuesto. Unidad
dialéctica no es equivalente a identidad lógico formal.
Si detallamos, por ejemplo, su contenido filosófico, nos damos
cuenta que el materialismo histórico-dialéctico, como
proceso histórico-intelectual, tiene sus raíces
genéticas en el antiguo concepto hindú- materialista de
prakrti, en el cripto materialismo egipcio y en el antiguo
hilozoísmo de la Grecia milésica.
Cualquier
nuevo concepto expresa un todo “menos desarrollado”
en permanente evolución y revolución hacia una
totalidad “más desarrollada”, en otras
palabras, una posibilidad en camino a su conversión en
realidad, cuya relación esencia apariencia cambia
constantemente, lo que significa, además, que su esencia o
apariencia (también diríamos existencia), está
en movimiento permanente. En este sentido podríamos calificar
la Revolución Bolivariana en Venezuela como un todo “todavía
menos desarrollado”, o como una posibilidad en proceso de
realizarse, de trascenderse a sí misma como emancipación
humana. Esto también vale para nosotros, los revolucionarios,
que constituimos una posibilidad en camino de superarnos y
transformarnos en una nueva realidad, esto es, en futuros
emancipadores.
Tal como sucede con el materialismo
histórico-dialéctico, también el socialismo
tiene sus raíces históricas, científicas y
filosóficas en la era del comunismo originario de hace casi un
cuarto millón de años atrás, aún cuando
su epigénesis teórica la encontramos mucho más
tarde, en la filosofía tanto platónica como
aristotélica, como también epicúrea y
lucreciana. De ahí atraviesa, entre muchas corrientes y en un
largo recorrido, el cristianismo originario, los heréticos de
los monasterios medievales, los movimientos y corrientes campesinos
“pre-revolucionarios” y casi “subterráneos”
de la Edad Media, y luego conecta con el socialismo utópico
del siglo XIX.
El marxismo, entendido como materialismo
histórico-dialéctico, es algo muy complejo y presupone
un estudio profundo y arduo de la historia de la filosofía
occidental, de la economía política y del socialismo
utópico, para llegar a comprenderlo como lo que fue en su
tiempo y lo que todavía representa hoy: una nueva lógica
dinámica (la dialéctica) y una ciencia y filosofía
precisa e incisiva (la dialéctica aplicada a la naturaleza y
sociedad, esto es, a la historia). Aquí en este breve ensayo
sólo podemos indicar las huellas que el marxismo ha dejado en
la historia, las aproximaciones fragmentarias de su esencia y
existencia histórica y las chispas de su avance revolucionario
y emancipatorio. Cabe señalar, que en otras obras del autor se
encuentran ejemplos más precisos y puntuales de la aplicación
práxica del socialismo científico en el mundo real.
Este ensayo no es sino una compilación sintetizada de lo más
importante de textos ya existentes del autor sobre la materia, y sólo
pretende introducir a manera de “paso de vencedores” la
magnitud de lo que implica querer ser un revolucionario socialista y
un futuro emancipador humano en el siglo XXI.
Si preguntamos
por la contribución que hicieran Marx y Engels al concepto
“socialismo”, podemos constatar que es muy sencilla: Lo
sacaron del ámbito de los sueños diurnos y de la
esperanza opaca por una vida mejor para elevarlo al rango de una
ciencia y filosofía, con perspectivas y herramientas para su
materialización en la realidad, esto es, aportando una práxis
y teoría revolucionaria para cambiar el mundo y no permanecer
en su eterna interpretación. Sin embargo, todo esto sólo
pudo ocurrir cuando las condiciones objetivas y subjetivas estaban
dadas para ello, esto es, a mitades del siglo XIX, más preciso
a partir de las revoluciones de 1848. Por lo tanto, se trata de un
proceso particular, de una síntesis específica, de un
cambio dialéctico cualitativo dentro de lo que es el
espacio tiempo histórico universal, esto es, el proceso
histórico de trabajo en su etapa del modo de producción
capitalista. De manera similar, la Revolución Bolivariana como
proceso particular dentro del espacio-tiempo histórico
universal, nació en circunstancias históricas muy
especiales, como lo son la cima e involución del capitalismo
globalizado con su subsiguiente auto-destrucción, la que se
manifiesta en los actuales fenómenos del imperialismo mundial
y del globofascismo.
En el mismo orden de ideas y en lo que
concierne al “Leninismo”, por ejemplo, éste sólo
pudo desarrollarse después del nacimiento y de la
práxis-teoría del propio Lenin, por supuesto. En
consecuencia e históricamente hablado, el “Leninismo”
constituye una totalidad “más desarrollada”
que el “Marxismo”. Es importante señalar también,
que lo que constituye el "marxismo" dentro de la unidad y
contradicción del llamado "Marxismo Leninismo",
no es sólo la contribución de Marx y Engels, sino
también su enriquecimiento práxico-teórico desde
la muerte de los mismos. Es así como tenemos que comprender y
analizar el conjunto del pensamiento que determina, hasta ahora, la
llamada “ideología” de la Revolución
Bolivariana cuyo contribuyente principal ha sido el propio Presidente
venezolano, Hugo Chávez Frías.
Cuando
constatamos de manera heraclitiana el hecho de que “todo fluye”
(griego: panta rhei) y que todo está en constante movimiento,
queremos indicar con ello que toda cosa o todo proceso contiene una
contradicción, una afirmación y una negación,
esto es, dos fuerzas opuestas que constituyen su energía vital
dialéctica interna y que no son sino los dos lados de la misma
cosa. Cabe señalar, que también pueden existir
diferentes contradicciones dentro de una cosa o un proceso. En
consecuencia, también dentro del marxismo existen
contradicciones dialécticas y vemos como confluyen ahí
el "Leninismo", el "Trotskismo", el
"Estalinismo", el "Maoísmo" y hasta el
"Burnhamismo", el "Senghorismo", el
“Nkrumahismo”, el “Mariateguismo” y, por qué
no, el "Bolivarianismo" del Presidente Hugo Chávez y
de todas las fuerzas progresistas que lo apoyan.
Hacerle una
crítica a cualquier cosa o proceso significa en primer lugar
el reconocimiento de su existencia como una contradicción
real, una determinada constelación de fuerzas entre su
afirmación y su negación, donde la primera apunta hacia
la auto-conservación y el reposo, y la segunda hacia la
auto-superación y el movimiento hacia lo cualitativamente
superior. Es en este sentido que tenemos que realizar nuestra crítica
y auto-crítica en relación a la Revolución
Bolivariana, en función del avance revolucionario y la
conscientización emancipatoria, tanto del pueblo, de las
masas, como también de su vanguardia, de aquél partido
político revolucionario único el que anhelamos
construir. Si bien la Revolución Bolivariana no se ha
declarado “marxista”, tampoco se ha declarado
anti-marxista, anti-proletaria y anti-socialista. Sin embargo y
dentro de su propia dialéctica, inevitablemente tendrá
que estudiar el pasado marxista para construir el futuro bolivariano
y estudiar el pasado bolivariano para construir el futuro marxista.
Así es como se debe “empujar el sol” para que el
amanecer de la emancipación humana llegue a realizarse a
escala planetaria.
2. Materialismo histórico-dialéctico
El
materialismo filosófico no es un descubrimiento "marxista"
o "socialista". El materialismo filosófico es
aquella corriente de la filosofía occidental que parte de “la
materia” como principio filosófico en un esfuerzo de
explicar el mundo de, por y para sí mismo, sin mistificaciones
ni supersticiones de ningún tipo. Como tal, el materialismo
filosófico constituye la afirmación dentro de la
filosofía occidental y llega a manifestarse por primera vez en
el siglo VI antes de Cristo, en el llamado hilozoísmo
milésico, aquella cosmovisión materialista temprana en
el Mileto de la Grecia Antigua que postuló el principio de la
“materia animada”, y que constituía la primera
noción formidable de una unidad de contrarios, esto es, de la
unidad de lo material y de lo espiritual, de lo inorgánico y
lo orgánico, de lo tangible e inteligible, de lo concreto y lo
abstracto.
De manera similar podemos constatar, que el
idealismo filosófico -la “madre” del materialismo
histórico-dialéctico por cuanto fue el filósofo
idealista alemán, G.W.F. Hegel, el que le dio la clave
decisiva a Marx- no es un invento de Hegel o del Hegelianismo. El
idealismo filosófico es aquella corriente de la filosofía
occidental que parte de “la idea” o del “espíritu”
como principio filosófico en un esfuerzo de explicar el mundo
en base de un “agente externo”, bien sea “dios”,
bien sea “el espíritu del mundo”. Como tal, el
idealismo filosófico constituye la negación dentro de
la filosofía occidental y llega a manifestarse por primera vez
en el siglo IV antes de Cristo en la filosofía de Platón.
Ahora bien y siendo la filosofía occidental un proceso “en
y para sí”, esto es, el “reflejo” teórico
de un proceso histórico-real con su afirmación y
negación, la misma filosofía es histórica y
dialéctica. Cabe señalar que lo "afirmativo"
y lo "negativo" aquí no son categorías
morales, sino metodológicas, procesales. El materialismo
(postulando la materia) y el idealismo (postulando el espíritu)
dentro de la filosofía occidental están estrechamente
relacionados el uno con el otro, más preciso, constituyen una
contradicción. Por lo tanto, son ambas corrientes filosóficas
que determinan (que es otro término para "relacionar"
y "contradecir") el flujo, el movimiento, la dinámica
de la filosofía, de la superestructura social en cada
época.
Volviendo al materialismo científico y
filosófico como lo fue pensado por Marx y Engels, éste
ha sido un materialismo histórico dialéctico desde
sus orígenes en la Grecia Antigua, como mencionamos arriba.
Por cierto, Marx y Engels nunca se refirieron a su nueva cosmovisión
en términos de un materialismo “histórico dialéctico”,
sino hablaron del “nuevo materialismo”, en el sentido de
una nueva ciencia y filosofía, una práxis y teoría
cuyo protagonista serían los trabajadores del mundo unidos, el
proletariado mundial. Como la sociedad europea de los siglos XIX y XX
fue una sociedad de clases capitalista, el materialismo
histórico-dialéctico, como afirmación
revolucionaria, se convirtió en la herramienta filosófica
para la revolución de la clase trabajadora en la sociedad
moderna, democrático-burguesa. Esto es la contribución
de Marx y Engels a la conciencia de clase y conciencia revolucionaria
de los siglos XIX y XX, y como tal necesariamente tiene que ser
tomada en cuenta por nosotros hoy en Venezuela, cuando convocamos a
nuestra propia "Misión Conciencia", bolivariana y
revolucionaria del siglo XXI.
Precisamente por ser viva y
real, por ser práxica y teórica, la contribución
de Marx nos enseña que nuestra propia cosmovisión y
nuestras propias teorías lógicamente deben continuar
pasando de lo concreto a lo abstracto y de lo abstracto nuevamente a
lo concreto, si no quieren desprenderse de nuestra realidad actual.
Es más, tenemos que alcanzar incluso un nivel y grado de
aproximación práxico-teórica superior a el de
Marx, ya que la misma realidad histórica ha cambiado desde que
Marx y Engels proclamaron su nueva cosmovisión y ya que la
problemática específica del colonialismo e imperialismo
que han sufrido nuestras latitudes no ha entrado, de pleno, en las
consideraciones de aquél momento. Así es como tenemos
que incluir y contextualizar bien los actos y las ideas de nuestros
próceres bolivarianos, junto a la práxis y teoría
marxista contra la explotación capitalista, para poder
trascender, con Bolívar y Marx, a Bolívar y Marx, hacia
la emancipación humana global.
Además, tenemos
que comprender que un proceso, al realizarse o materializarse, llega
a su fin, muere, cambia cualitativamente y se transforma en otra
cosa. La realización de la revolución es equivalente a
su fin, de ahí nace otra cosa. La realización de un
huevo es su fin, el pollito que sale de la cáscara es “huevo
transformado”, es otra cosa. En este sentido esperamos ver la
realización de la Revolución Bolivariana, esperamos ver
su transformación en otra cosa, en la emancipación
humana. Dialécticamente hablado, la realización o
muerte de la revolución se transforma en la vida emancipatoria
y emancipación viva.
3. La Dialéctica, el
Método Dialéctico y la Lucha de Clases
En
Europa, sólo a partir de Sócrates y Aristóteles
se llegó a conocer la dialéctica como un método,
como una lógica, como una posible ciencia del movimiento, que
es una función de la materia misma. Pero la dialéctica,
como método, tiene su propia dialéctica, ella misma es
un proceso real dialéctico. En su origen sólo fue
aplicada a ideas, conceptos y categorías, a la famosa
“retórica”, esto es, al ámbito del
“razonar”, de lo social, más no al ámbito
de lo natural, de la naturaleza. En una gran ironía de la
historia de la filosofía, el primero en refinar el método
dialéctico y aplicarlo al ámbito de la naturaleza fue
el filósofo idealista alemán, G.W.F. Hegel, en su obra
“Ciencia de la Lógica”, un libro eminentemente
materialista. Fue Federico Engels quien la “rescató”
de ahí para hacerla vivir en el propio materialismo
histórico-dialéctico como quedó expresado en su
libro “La Dialéctica de la Naturaleza”. Sin
embargo y en su totalidad, el método dialéctico
hegeliano fue retomado por Marx y Engels quienes lo convirtieron en
un instrumento de combate para cambiar el mundo, en fin, en una
ciencia y filosofía revolucionario-emancipatoria.
Cabe
resaltar que las relaciones dialécticas “como tal”,
esto es, como fuerzas contrarias operantes en la realidad objetiva y
subjetiva, bien sea dentro de la naturaleza, bien sea dentro de la
misma sociedad de clases, por supuesto no fueron un invento de Marx y
Engels, ni tampoco del mismo Hegel. Asimismo sucede con la lucha de
clases, que ha sido una realidad mucho antes del nacimiento de Marx;
ya está reflejada de la manera más vívida en el
Viejo Testamento. Lo que Marx hizo fue determinar las relaciones
dialécticas específicas en la sociedad burguesa
moderna, plantearlas como un proceso revolucionario, específicamente
como la lucha entre las dos grandes clases antagónicas de la
sociedad burguesa, esto es, los propietarios de los medios de
producción o capitalistas, y los vendedores de su fuerza de
trabajo físico o trabajadores. Aplicó la dialéctica,
el método dialéctico y sus leyes, a las realidades
históricas y por tanto señaló la lucha de clases
y la revolución social como el “motor” de la
historia, hasta tanto no se acabe la división del trabajo y la
sociedad de clases.
En otras palabras, Marx le ha
proporcionado al proletariado mundial, a nosotros, una epistemología
(teoría del conocimiento) que está efectiva- y
dialécticamente relacionada con los procesos reales (práxis
del conocimiento). En este sentido, Marx ha elevado todas las
relaciones humanas a la categoría de relaciones de lucha de
clase históricas, de resistencia contra la esclavitud física
y mental, la servidumbre, la esclavitud asalariada, el colonialismo,
el capitalismo, el imperialismo y el fascismo mundial,
convirtiéndolas en una totalidad dinámica dialéctica
de la cual emana el factor subjetivo revolucionario, la conciencia de
clase histórica, la teoría revolucionaria. No olvidemos
nunca, que nosotros mismos, los bolivarianos, las fuerzas
progresistas que estamos empujando a la Revolución Bolivariana
para que amanezca como nuestro futuro sol emancipatorio, estamos
inmersos dentro de esta misma totalidad dinámica, dialéctica
e histórica de la cual habló Marx y cuyo motor es la
lucha de clases y la revolución social.
En fin,
Marx relacionó la dialéctica con el hombre, con la
especie humana, con el acto y el pensamiento, con la sociedad, con la
historia, en suma, con la materia cósmica viviente, siempre
cambiante y siempre dinámica. Además, relacionó
la epistemología con el método y el método con
la verdadera práxis y teoría humanas. Sin embargo, esto
no quiere decir que no existan otras aproximaciones o “leyes”
lógicas, otros métodos lógicos que se salen del
marco de la lógica formal aristotélica y de la lógica
dialéctica hegeliana,“rescatada” por Marx y Engels
para el materialismo histórico-dialéctico. Hasta la
dialéctica misma puede transformarse en totalidades
“más desarrolladas”, es decir, avanzar hacia
la “trialógica”, “tetralógica”
o una “poli-lógica multiversal”. Con esto sólo
queremos indicar la existencia y “trascendencia” de
esferas de “razonamiento y acción” que superan el
estrecho límite de nuestra imaginación.
4.
La Interpretación Materialista de la Historia
En el
sentido filosófico, Marx y Engels interpretaron la historia
dentro del contexto de su sustrato potencial, pasivo y objetivo -la
naturaleza- por un lado, y por otro, de su sustrato potente, activo y
subjetivo -la sociedad-, que se produce a sí misma mediante el
trabajo. Además y a la vez, el sustrato potente, activo y
subjetivo, esto es, el propio ser humano, es el producto y la “flor
más refinada” de la propia materia, el “ojo”
con el cual ésta se contempla a sí misma, o sea, el ser
humano es la propia materia consciente de sí misma. Esto es lo
que se entiende por materialismo histórico-dialéctico,
que nada tiene que ver con un materialismo mecánico
vulgar.
De esta manera, Marx y Engels terminaron con el mito
que los hacedores de la historia lo son los grandes dioses, los
grandes hombres, las grandes ideas y las grandes razas. Ellos
interpretaron la realidad histórica a partir de sus propias
contradicciones y relaciones naturales y sociales, como verdades
fluyentes de la naturaleza creadora y la naturaleza auto-creada de,
por y para sí misma, en el sentido de los antiguos filósofos
materialistas árabes, Avicenna, Averroes y Avicebron, como
natura naturans y natura naturata.
Siendo el análisis
marxista de la historia una interpretación
científico filosófica, es sólo consecuente
que contenga tanto elementos idealistas como materialistas; de
acuerdo con la famosa observación de Lenin, según la
cual un idealismo sabio se acerca más al materialismo
histórico-dialéctico que un materialismo
mecánico-vulgar, carente de cualquier cualidad filosófica,
cuyo mejor ejemplo es la vulgar “dogmatización” y
por ende tergiversación del pensamiento originario fluyente de
los mismos Marx y Engels. Recordemos la advertencia de Marx con la
cual iniciamos nuestro ensayo, cuando dijo: “Lo único
que sé es que no soy marxista.”
Ahora y en cuanto
a la esencia de la concepción materialista de la historia cabe
destacar, que Marx y Engels determinaron como su base real, verdadera
y concreta lo que llamaron “el primer hecho histórico”:
la producción y reproducción de la especie humana es y
ha sido siempre un acto eminentemente social. La especie humana surge
y se mantiene como tal gracias a un acto colectivo y constante de
producción y reproducción, por medio del dominio y la
apropiación colectiva de la naturaleza mediante el trabajo. A
lo largo de su proceso de evolución y dependiendo del nivel de
la productividad social, la especie humana desarrolla grados cada vez
más refinados de la división del trabajo, lo que
desemboca en la división de la sociedad en clases, según
su rol en el proceso de la producción y reproducción
material. Así es como se distinguen, a lo largo de la
historia, diferentes modos de producción, que son diferentes
expresiones del grado de la división del trabajo que se ha
alcanzado en una determinada época, así como de las
relaciones de producción que no son otra cosa que las
relaciones de la propiedad de los medios de producción. A lo
largo de la historia y con el avance cada vez más refinado de
la división del trabajo, se observa la progresiva separación
de los productores de sus medios de producción, y luego de los
productos mismos, hasta alcanzar la separación y atomización
total en el modo de producción capitalista. Por ende, la
contradicción principal dentro de la producción y
reproducción de la especie humana a lo largo de la historia y
específicamente en el modo de producción capitalista,
es el carácter eminentemente social de la producción
que choca con el carácter eminentemente privado-individual de
la apropiación de sus frutos.
En este contexto, Marx y
Engels hablan de la contradicción entre las fuerzas
productivas cada vez más amplias y las relaciones de
producción cada vez más restrictivas; contradicción
que empuja mediante la lucha de clases hacia la revolución
social y hacia la transformación de las relaciones de
producción en una forma de producción y organización
social superior. Sólo mediante la acción consciente,
esto es, sólo con la conciencia de clase, el proletariado
mundial puede convertirse en actor consciente de la historia y
emprender la revolución socialista en función de
socializar la propiedad de los medios de producción y
adecuarla así al “hecho histórico” del
carácter eminentemente social de la producción y
reproducción de la especie humana.
Este hecho hace
posible una ciencia de la historia, el descubrimiento de sus “leyes”
fluyentes, la aplicación de su dialéctica y su
conversión en un arma de la lucha de clases, en práxis-teoría
humana. De esta manera, en cualquier parte de nuestro mundo
globalizado, de este capitalismo mundializado, el socialismo y el
materialismo marxista mantienen su vigencia, mantienen su verdadero y
real sustrato científico filosófico; por ende,
también en la República Bolivariana de Venezuela, el
materialismo histórico-dialéctico, el marxismo, nos
puede enseñar mucho sobre una estrategia, táctica
y política revolucionaria para defender nuestros intereses de
clase e iniciar la transformación hacia el socialismo y la
emancipación.
Ya desde hace casi dos siglos existen las
posibilidades reales y las realidades posibles para realizar el
socialismo en el planeta Tierra. La existencia del capitalismo mismo,
que niega al socialismo y que es su opuesto revolucionario
dialéctico, es la conditio sine qua non para realizar el
socialismo a nivel mundial. Hoy día, más que nunca, en
la época de la globalización del capitalismo, su
negación -el socialismo global- es una realidad objetiva- y
subjetivamente posible, es una posibilidad objetiva- y subjetivamente
real.
5. Marx y la Práxis-Teoría
En sus
Once Tesis sobre Feuerbach (1845), Marx criticó el
materialismo contemplativo de Ludwig Feuerbach, quien había
permanecido en una concepción abstracta de la sociedad y no
había logrado comprenderla como una realidad material. En las
once tesis, Marx llegó a elaborar su propia práxis-teoría
como una relación dialéctica revolucionaria al
señalar la relación dialéctica existente entre
el ser humano individual y el género humano o la sociedad.
Desde el punto de vista del materialismo histórico, el
individuo sólo puede ser definido y comprendido como el
conjunto de sus relaciones sociales, las cuales, a su vez, no son
sino el resultado histórico de la actuación de
individuos en el marco de su modo, sus fuerzas y sus relaciones de
producción. Además y señalando la relación
existente entre el pensar humano (la teoría) y la verdad
objetiva-real, Marx observa que el ser humano tiene que verificar la
veracidad, realidad y el poder de su pensar o teoría en y
mediante la práxis, esto es, transformando su pensamiento en
acción y enriquecer su pensamiento con los resultados de ésta.
En este contexto Marx señala también, que el cambio de
las condiciones objetivas y el cambio de las condiciones subjetivas
(la famosa “educación de los educadores”), sólo
puede ser comprendido y realizado como práxis
revolucionaria.
Dos años más tarde en La Miseria
de la Filosofía (1847), Marx le hace a Proudhon una crítica
similar como la que hizo a Feuerbach, demostrando cómo las
ideas, los pensamientos, los conceptos y las categorías
abstractas tienen su origen y su correspondencia en las relaciones
sociales materiales-concretas. Específicamente le reprochó
a Proudhon el haber convertido las categorías económicas
en ideas absolutas, pre-existentes, cuando en realidad son
expresiones teóricas de unas relaciones de producción
históricas, esto es, correspondientes a un determinado nivel
de desarrollo de la producción material. De tal manera y según
Marx, la dialéctica de Proudhon degeneró en
sofistería.
Además, Marx observó que los
seres humanos, al establecer sus relaciones sociales en
conformidad con su productividad material, producen también
principios, ideas y categorías en conformidad con estas
mismas relaciones sociales. Es por esto y para evitar los errores que
cometieron Feuerbach y Proudhon - esto es, permanecer en categorías
abstractas y asumir la existencia de verdades absolutas,
pre-existentes- que necesitamos urgentemente una revolución
cultural, un nuevo actuar y un nuevo pensar, una nueva ciencia y una
nueva filosofía, en fin y como dijera el Ché, un "nuevo
hombre", una nueva sociedad.
Es por esto que tenemos que
preguntarnos con toda la seriedad del caso, ¿dónde
están los nuevos principios, las nuevas ideas y categorías
de nuestra Revolución Bolivariana? Si queremos estar a las
alturas de los retos de nuestra época, tenemos que
preguntarnos, más allá de la vigencia trans-histórica
del pensamiento de nuestros próceres, ¿en qué
consiste la novedad del pensamiento bolivariano, zamorano,
rodrigueño, mirandino? Y de igual manera, ¿en qué
consiste la novedad del pensamiento cristiano? ¿Dónde
está nuestra nueva ciencia económica, sociología
y psicología para romper las cadenas de la explotación
económica, dominación política, discriminación
social y alienación humana? ¿Qué es lo que
necesitamos para poder iniciar y arrancar con una verdadera “Misión
Conciencia”?
En términos sencillos, tal y como lo
explicó Federico Engels en su "Discurso ante la tumba de
Carlos Marx" (1883), la interpretación materialista de la
historia, la esencia de la práxis-teoría histórica,
consiste primeramente en el hecho que la humanidad, ante todo, tiene
que comer y beber, tener vivienda y ropa antes de poder dedicarse a
la política, ciencia, revolución, el arte, etc. En los
últimos siete años, gracias a un ingreso petrolero muy
alto, la Revolución Bolivariana ha tratado de hacer
precisamente esto: resolver los problemas inmediatos del pueblo,
asegurar que tenga los medios para “comer, beber, vestirse y
tener vivienda”. Ahora sí ha llegado la hora de
dedicarse seriamente a la "Misión Conciencia", a “la
política, la ciencia, la revolución, el arte, etc.”
6.
Sobre la Sociología de Marx
Marx es el padre de la
sociología moderna, si es que definimos la sociología
como una ciencia social, práxico-teórica
revolucionaria, orientada hacia el cambio radical de la sociedad
capitalista existente. Su opuesto sería la sociología
como apología de la sociedad democrático-burguesa, como
su ideología práctica positivista. El criterio
para una sociología científica, tal como la desarrolló
Marx, fue explicado por Lenin en un artículo titulado ¿Quiénes
son los 'amigos del pueblo'? de 1894, donde afirma, que Marx ha
suministrado una base sólida para la sociología en
cuanto que ha reducido las relaciones sociales a sus relaciones de
producción, más preciso a sus fuerzas de producción,
con lo cual se explica el desarrollo de las diferentes formaciones
sociales (entendidas como suma total de las relaciones de producción
dadas) como un proceso de la historia natural.
En el marco de
su nueva cosmovisión, el materialismo histórico-dialéctico,
Marx ha concebido al ser humano -entendido como la totalidad de sus
relaciones sociales y organizado desde el principio en sociedad- como
un proceso de auto-creación, emanado del seno de la misma
naturaleza. La historia es concebida como el desprendimiento gradual
del ser humano de su entorno natural-orgánico del cual ha
formado parte intrínseca, a través de la “apropiación”
consciente de la naturaleza mediante el trabajo. Marx equipara así
la actividad vital del ser humano con su esencia, que es precisamente
la producción y reproducción de la especie. Así
es como en la sociología de Marx las relaciones sociales, no
importa en qué época histórica se quieran
analizar, siempre tienen su fundamento, explicación y
resolución en las propias relaciones de producción, en
las también llamadas relaciones económicas. Un ejemplo
emblemático de una investigación sociológica
marxista lo constituye el trabajo de Federico Engels sobre „La
situación de la clase trabajadora en Inglaterra“, de
1844.
El que la perspectiva de clase sea punto de partida de
una ciencia sociológica no es aceptado por la ciencia burguesa
y ha sido atacado por ésta hasta nuestros días. Partir
de un análisis de clase es considerado un punto de partida
“subjetivo”, carente de “objetividad” y por
ende carente de “carácter científico”. Al
revés y partiendo del materialismo histórico-dialéctico,
la sociología burguesa hace todo lo posible por velar las
relaciones de clase existentes en el capitalismo tardío y
globalizado, mediante todo tipo de esquematizaciones a-históricas
y a menudos ridículas de las relaciones entre los “actores
sociales”, todos situados en el mismo plano de una supuesta
“flexibilidad” o “movilidad” social hacia
todas las “direcciones”.
El ser social determina
la conciencia, dice Marx. Esto es otro de los fundamentos de la
sociología de Marx que explica la relación dialéctica
entre la base y la superestructura de la sociedad, esto es, entre su
producción material y su producción “ideal”.
La base, determinada por las relaciones materiales de producción,
determina a su vez a la superestructura, esto es, la conciencia
social dominante, la cual se expresa en el sistema político,
jurídico, educativo, científico, cultural y religioso,
o como lo formulara Marx en la Ideología Alemana: “Las
ideas de la clase dominante son, en cada época, las ideas
dominantes; quiere decir, aquella clase que es el poder material
dominante de la sociedad, es al mismo tiempo su poder espiritual
dominante.” Por lo mismo, la conciencia de clase es la
verdadera conciencia, el verdadero ser-consciente, el punto de
partida de la sociología marxista.