Franz J. T. Lee, junio de 2006
Venezuela:
Hoy más que nunca, Marx se vuelve relevante
En
nuestro Círculo Bolivariano de Estudios de "El Momoy"
(Chiguará) y en mis clases universitarias de postgrado se
puede notar el despertar de un gran interés en las teorías
del imperialismo dentro de la conciencia revolucionaria general de
muchos estudiantes y camaradas venezolanos. Todo el mundo quiere
saber, de qué se trata realmente con el ‘imperio’,
con el ‘Cuarto Imperio’ y con el ‘Imperialismo’.
Es verdad, en nuestra Facultad de Ciencias Políticas y
Jurídicas de la U.L.A. en Mérida, durante un cuarto de
siglo, nadie les enseñó a los estudiantes nada sobre
las teorías del imperialismo y del fascismo. De hecho, desde
los años 60, tópicos como estos se han vuelto
‘obsoletos’ y han desaparecido del currículo
académico. Incluso en países como Alemania,
específicamente en la Universidad de Francfort, en la Facultad
de Ciencias Sociales, ya hace una década atrás, la
historia completa del movimiento de los trabajadores a escala mundial
ha caído bajo la censura del alma
mater de la
globalización modernizada.
Así
que no nos extraña el hecho de encontrar a estudiantes eternos
del calibre de Nixon Moreno, quienes, como ‘lideres’
estudiantiles auto-proclamados, se convierten fácilmente en
carne de cañón y en secuaces para los fines políticos
de los buitres de la CIA o de los embajadores estadounidenses en
Venezuela, como Charles Shapiro y William Brownfield. Esto no es
casual; como resultado de los ataques abiertos imperialistas, la
Revolución Bolivariana entra a grados más altos de la
auto-conciencia social, de la práxis científica y
teoría filosófica, del cambio histórico y la
emancipación humana.
Podemos
resumir, que como política general, durante el siglo pasado,
casi todos los movimientos de liberación nacionales y
coloniales, y casi todas las revoluciones sociales le habían
declarado la guerra total al imperialismo. El nacionalismo africano e
incluso el pan-africanismo contra la política del divide
et impera
europea, definitivamente fue anti-imperialista, pero extrañamente
pro-capitalista en esencia también.
En Sudáfrica,
la mayoría de los movimientos de liberación
anti-imperialistas, dentro de sus ‘Cartas de la Libertad’
o sus ‘Programas de 10 Puntos’, simplemente querían
disfrutar también de todos aquellos bomboncitos capitalistas,
los cuales sus amos blancos estaban saboreando. Actualmente, la
‘Nación del Arco Iris’ de Nelson Mandela y Thabo
Mbeki en una ‘Sudáfrica libre’ es más
capitalista que jamás y se encuentra en las garras
corporativas del imperialismo mundial.
Históricamente,
el resultado de tal error teórico es, que hasta el día
de hoy, el imperialismo euro-americano es el que manda en el
continente africano entero. Un estudio general de la teoría
marxista del imperialismo hubiese evitado una equivocación tan
fatal como esta.
¿Será
que nosotros, los latinoamericanos y los venezolanos, que tanto nos
aferramos al capitalismo mundial, también cometemos los mismos
errores?
Sin
duda, Venezuela sigue siendo un país capitalista y bajo la
dirección heroica de la Revolución Bolivariana no hay
escape; cuando se aumenta la presión popular, a Venezuela
todavía le queda responder la pregunta
multi-petro-dólar-millonaria de la excelente experta marxista
en materias del imperialismo, Rosa Luxemburgo:
¿En
Venezuela, reforma o revolución?
*
Además, ¿es posible que una revolución
socialista de los trabajadores es anti-imperialista y pro-capitalista
al mismo tiempo?
*
¿El ‘socialismo’ de las sociedades pre-colombinas
o de la era de Jesucristo fue capaz de aniquilar el ahora imperio
mundial capitalista, imperialista y corporativo?
*
Con una mente sana, y activando nuestras neuronas analíticas,
¿cómo jamás podemos soñar de tumbar el
imperio de Bush y crear un Nuevo Socialismo del Siglo 21 sin las
explicaciones actualizadas de las teorías modernas marxistas
del imperialismo?
Ciertamente
no es precisamente una alianza entre el capital y el trabajo, una
nueva clase media, una redistribución igualitaria del ingreso
nacional, no son los grandes negocios petroleros y gasíferos
con los magnates de la globalización, que ayudan en crear una
América Latina integrada y emancipada, libre del globofascismo
y del imperialismo corporativo.
Contrario
a muchas teorías burguesas de las relaciones internacionales
ampliamente aceptadas y el montón de teorías de la
‘dependencia’, son mayormente las teorías
marxistas del imperialismo, las que nos explicaron, que el
capitalismo y el imperialismo sólo son las apariencias de una
sola cosa, es decir, del proceso transhistórico de la
producción clasista alienante y de la historia global.
El
término mismo del ‘imperialismo’ fecha en la época
de las revoluciones europeas de 1848; fue utilizado a nivel político
para describir la expansión capitalista gradual de Gran
Bretaña y Francia hacia África, las Américas y
otras partes, en otras palabras, el comienzo de la globalización.
En
Venezuela es imposible ser anti-imperialista y al mismo tiempo
favorecer la globalización capitalista.
Como
ya lo dijimos, el capitalismo, el colonialismo, el imperialismo y la
globalización sólo son términos científicos
diferentes para describir las diferentes apariencias y el desarrollo
del mismo querido compañero de cama que disemina su SIDA
libremente, prostituyéndose a nivel global.
En
sus famosas obras, marxistas e incluso liberales como John Atkinson
Hobson, Rosa Luxemburgo, Vladimir I. Lenin, Rudolf Hilferding y
Hannah Arendt, han explicado, que el capitalismo nacional liberal
lógicamente tenía que inducir el imperialismo para
conquistar el trabajo barato, nuevos recursos naturales y nuevos
mercados. En el mercado mundial, el capitalismo en expansión
trajo consigo un proceso dialéctico complejo de desarrollos
sistémicos iguales, desiguales y combinados a nivel
global.
De
ahora en adelante, hacia la globalización, era evidente que
países como Haití y los EE.UU. se encontraron (y siguen
encontrándose) en el mismo proceso histórico
dialéctico; el anterior sólo es igual de
sub-desarrollado como es sobre-desarrollado el
último.
Históricamente
no hay vuelta atrás y la Revolución Francesa, que ahora
lidera la junta militar Bush, se está globalizando
inexorablemente, acompañada por la Revolución
Industrial que ahora se expande militarmente como la América
Corporativa.
Ya
no queda país alguno en el mundo, que puede hacer su propia
revolución privada, capitalista, burgués-democrática.
Nadie se puede desvincular del mercado mundial y de la globalización.
El ciberespacio solar y el Internet globalizados pronto alcanzarán
el planeta Marte.
Sin
subestimar los factores culturales y sociales y como resultado de
este desarrollo capitalista impresionante, marxistas como Rudolf
Hilferding ya extendieron la definición del imperialismo a las
esferas del comercio internacional y el sistema financiero
capitalista. Por falta de un nuevo término en los años
60, Ernest Mandel simplemente llamó al imperialismo moderno
‘capitalismo tardío’.
Obviamente el
proceso histórico del imperialismo, que fue originalmente
introducido por el colonialismo europeo, tenía que ver con la
conquista territorial y las colonias forzadas europeas o de esclavos.
Tenía que ver con la expansión del control autoritario
militar y espiritual sangriento sobre otros pueblos y tenía
que ver con la producción y el mantenimiento de grandes
imperios en el exterior a través de maquinaciones violentas y
coercitivas del Estado.
Cuando
los amos coloniales comenzaron a colonizar a otros continentes, desde
1860, algunos autores se refirieron a esta ‘Era del
Imperialismo’ como Nuevo Imperialismo; es específicamente
este tipo de imperialismo que nos interesa aquí. No nos
interesa el imperialismo de la ‘carga del hombre blanco’
(Rudyard Kipling, 1899).
Ya
en vísperas del siglo 20, la jerga poética del
imperialismo británico, que fue el padre del imperialismo
yanqui, nos describió de la siguiente manera:
“Tomen
la carga del hombre blanco - Envíen adelante su mejor casta –
Vayan a enlazar sus hijos en el exilio - Para responder a la
necesidad de sus cautivos; Para esperar en arnés pesado –
Pueblo agitado y salvaje – Su pueblo triste recién
capturado – Mitad diablo y mitad niño”.
Esto
era la manera de cómo el imperialismo europeo nos vio a
nosotros, ‘mitad diablo y mitad niño’. En África
nos llamaron ‘mandriles negros’, fuimos la carga
económica del Primer Ministro William Pitt de Gran Bretaña.
En los intereses de la clase dominante de la inexorable acumulación
del capital metropolitano, como saqueo psicológico de la mente
y control cultural imperialista, a través de una educación
para el salvajismo colonial y neocolonial, el sistema capitalista
inculcó en nuestras mentes clandestina y deliberadamente el
veneno ideológico, una mentalidad esclavista sofisticada,
complejos de inferioridad y religiones monoteístas y
paternalistas. Muchos de nosotros fueron convertidos en defensores
firmes del status quo, en reformistas, en salvadores de nuestra
propia miseria; comenzábamos a creer que nuestra pobreza nos
la dio Dios, que el capitalismo es ‘bueno’ y que el
problema simplemente consiste en cambiar los líderes mediante
las elecciones ‘democráticas’. Mientras tanto, el
propio Presidente Bush nos enseña lo que es la ‘democracia’
electoral imperialista norteamericana.
Los
efectos contrarrevolucionarios de esto, los podemos verificar a
diario en los ataques locales, nacionales y globales contra la
Revolución Bolivariana y el Gobierno venezolano. Es bastante
trágico ver, cómo grandes sectores de la juventud son
engañados y manipulados y cómo se convirtieron en
víctimas de la propaganda imperialista, cómo se
volvieron ciegos y miopes, impulsando un sólo proyecto
histórico: ‘¡Fuera Chávez!’ Esto
equivale a una psicosis mental, es imperialismo patológico por
excelencia; esto es corrupción imperialista de la juventud, es
lumpen-intelecto por excelencia, es un caso de tratamiento
emancipatorio para el doctor Frantz Fanon. El presente momento del
desarrollo histórico necesita urgentemente la resurrección
de Carlos Marx y de todos los verdaderos marxistas, como nuestra
práxis y teoría diaria, nuestra ciencia y filosofía.
Un renacimiento de la teoría marxista del imperialismo
serviría como guía precisa para la actual Revolución
Bolivariana, para que ésta no termine en una barbarie
globalizada. Ya perpetuamos a Bolívar, entonces hagamos lo
mismo con Carlos Marx, porque sin él, ¡nunca
entenderemos a Fidel y a Ché y ahora a Chávez y a
Evo!
Para
Venezuela es una sine qua non el estudio urgente de los aspectos
político-económicos de la teoría marxista del
imperialismo, para no caer ciegamente en los huecos del actual
reformismo social y en el moloch de la globalización. El
camino hacia el infierno imperialista corporativo globalizado está
pavimentado con ‘buenas’ intenciones y con un ‘buen’
capitalismo liberal. Referente a la Revolución Bolivariana,
sólo podemos mencionar algunos aspectos pertinentes del
anti-imperialismo marxista y anti-capitalista.
Contrario
a las revoluciones sociales del siglo 20, la Revolución
Bolivariana toma lugar en la época del capitalismo universal y
global, de la globalización. Esto le da un carácter y
una tarea histórica muy especial.
Marx
y Engels ya en su Manifiesto Comunista describieron fervorosamente la
época actual como el capitalismo extendiéndose por todo
el planeta, “volando en pedazos a todas las murallas chinas”.
Dentro del imperialismo corporativo, se acaba de realizar actualmente
la propia lógica del capitalismo, su acumulación
brutal, su centralización, monopolización, su comercio
de ganancias despiadado y su competencia. El capitalismo ha penetrado
cada fibra de la vida humana, cada célula viva de la
naturaleza misma y por lo tanto, como indicaron Marx y Engels, podría
librar la posibilidad de su propia aniquilación dialéctica,
llevada acabo por su propia negación intrínseca, el
socialismo mundial.
Para
Marx y Engels, lo que está pasando ahora, es decir,
precisamente la globalización total del capitalismo y el
imperialismo universal, fue la verdadera hora de la ‘emancipación
humana’ (Marx en la Ideología Alemana). Hoy más
que nunca, Marx se vuelve relevante y sería fatal para
nosotros no aprovechar este momento final
emancipatorio.
Concerniente
al ‘imperialismo moderno’, hace mucho tiempo, excelentes
pensadores marxistas pronosticaron el actual desastre
político-económico a nivel global. En otra ocasión
trataremos las teorías del imperialismo, por ejemplo, aquellas
de Hilferding y Rosa Luxemburgo, que nos conciernen directamente aquí
en Venezuela. Ya hace un siglo atrás indicaron el actual
colapso económico global. Además, Rosa Luxemburgo
manifestó, por ejemplo, que el sistema capitalista necesita
salidas en formaciones no-capitalistas y lógicamente produce
el militarismo y el imperialismo. Así que el actual
militarismo yanqui y los ataques imperialistas contra Venezuela
forman parte intrínseca de la conquista económica del
capitalismo mundial en expansión.
Además,
el militarismo capitalista, es decir, el imperialismo no necesita
pretextos para la conquista directa o la invasión militar de
territorios extranjeros, ni para el robo de recursos naturales; ya se
ha convertido en un ‘arma de la clase dominante en la lucha
competitiva entre los países capitalistas por las áreas
de civilización no-capitalistas” (Rosa
Luxemburgo).
Aunque
sólo reina durante un periodo relativamente corto y a pesar
del hecho que la bandera gringa y el dólar ya desaparecen en
el horizonte americano y que el ‘Imperio Americano’
desvanece como poder mundial único, los Estados Unidos de
Norteamérica siguen siendo una fuerte realidad política,
económica y militar. No deberíamos subestimar esta
monstruosidad imperialista.
El
imperialismo global moderno se determina por su lucha corporativa por
la supervivencia a toda costa, por contrarrestar a sus rivales por la
hegemonía global y por acabar con cualquier revolución
proletaria mundial. Por eso, se encuentra en peligro permanente la
Revolución Bolivariana. Y esto es la razón, por qué
tiene que conocer su enemigo, es decir, el imperialismo capitalista y
el capitalismo imperialista.
Como
explicó Marx en su famosa obra, el capital vio la luz de este
mundo chorreando de sangre y de sucio desde la cabeza hasta los
pies.
Nosotros
del ‘Tercer Mundo’ o mejor dicho de la ‘Humanidad
del Sur’ hemos experimentado concretamente a través de
los últimos cinco siglos la brutalidad de las diferentes
formas del capitalismo colonial. Nos costó centenares de
millones de vidas preciosas. Tomaría años aquí
relatar en detalle lo fascista y lo terrorista que fue (y sigue
siendo) el imperialismo corporativo moderno; sin embargo, sólo
démosle un vistazo a lo siguiente: los gulag, las guerras
mundiales, los Tribunales de Moscú, Auschwitz, Workuta,
Dachau, Hiroshima y Nagasaki, Sharpeville, Soweto, el Sionismo, las
masacres coloniales, los golpes militares y las dictaduras de América
Latina y otras partes, las políticas exteriores de los EE.UU.,
las masacres de My Lai y Djakarta, el Caracazo, las Torres Gemelas,
Nueva Orleáns, Afganistán, Irak, Guantánamo,
Fallujah, etc, etc.
Estos
son las razones por qué a escala mundial no nos podemos dar el
lujo de fallar. Es Victoria o Muerte, incluso si tuviéramos
que luchar una ‘guerra asimétrica de 100 años’
(Chávez).