Franz J. T. Lee, febrero de 2006
El imperialismo corporativo estadounidense de hecho nos está oprimiendo y explotando
Respuesta a una
carte del Señor Tim Brummett,
(Véase: Your
corruption-ridden, crime-ridden nation will be swept under so
fast...
http://www.vheadline.com/readnews.asp?id=49542)
Señor
Tim Brummett, no sé, si entendí muy bien su carta Su
país, dominado por la corrupción y el crimen, pronto
será exterminado, pero esencialmente nos dice lo
siguiente:
Que básicamente
nosotros, los Venezolanos, como país, estamos dominados por la
corrupción y el crimen, y que esto es una de las razones, por
la cual, al fin, los EE.UU. nos exterminarán y nos borrarán
de la faz de la tierra.
Sin embargo,
usted sencillamente no entiende, por qué “los
venezolanos se sienten tan oprimidos por parte de los EE.UU.”.
Usted
nos acusa, que de repente hemos olvidado todos los años de
“asistencia y ayuda norteamericana en el desarrollo” de
nuestros recursos naturales, incluyendo el petróleo.
Según
usted incluso ignoramos el hecho de que los EE.UU. actualmente luchan
contra un “enemigo terrible e inhumano, cuya única meta
es matar a aquellos, que no creen en lo mismo que él”.
En otras palabras, los EE.UU. luchan contra el terrorismo y combaten
el ‘eje del mal’, al cual ahora también pertenece
Venezuela.
Como profeta recién
nacido, usted está convencido de lo siguiente: “Esos
asesinos islámicos vienen por nosotros, cuésteles
lo que les cueste”.
Usted nos
llama a entender, como “hermanos cristianos”, que todos
“estamos amenazados”.
Usted
viene con la típica ultra-estupidez, que además revela
sus verdaderas intenciones, que los EE.UU. “no son nuestro
enemigo”, dejando al mismo tiempo claro, que nosotros los
tenemos locos a ustedes y que si realmente quisiéramos “pelear
con los EE.UU., entonces hagámoslo”.
Usted
concluye de manera típica: “Dios bendiga a Norteamérica,
Dios bendiga a Venezuela y que Dios ilumine a Hugo Chávez”.
Véase:
http://www.vheadline.com/readnews.asp?id=49542
Ahora,
aquí en Venezuela, nuestra constitución democrática
y nuestras leyes garantizan la libertad de expresión de todo
el mundo, que es un derecho inalienable, y por eso respetamos incluso
puntos de vista como el suyo, que escuchamos a diario, porque aquí
no existe censura en absoluto. Por lo tanto, primero tomaré
sus opiniones en consideración científica.
Por
su puesto, esto vale para toda clase de opinion, no importa, si esa
es de carácter fascista, nazi, cristiano, pagano, civilizado,
occidental, árabe, democrático, socialista o comunista.
Primero escuchamos lo que nos tiene que decir el individuo, lo que
piensa, lo que representa y lo que defiende, en otras palabras,
primero afirmamos de manera muy democrática cualquier
cosmovisión u opinión que nos enfrenta. ¿Cómo
vamos a discutir algo, si ni siquiera escucháramos, ni
siquiera conociéramos los actos y pensamientos de nuestro
adversario?
En este espíritu
democrático, hice un resumen de lo que usted escribió
en su carta. Ahora le invito a escuchar también muy
cuidadosamente lo que yo tengo que decir.
Conozco
lo que usted dice, porque lo estudié durante décadas,
ya lo escuché lo suficiente. Aunque usted no lo crea, pero
había un tiempo, en la Sudáfrica nazi y blanca, donde
me sometieron a la ‘Educación Bantú’ y
donde tenía una visión similar a la de usted. Yo fui
cristiano y pasé a través de tres iglesias cristianas:
la anglicana, la católico-romana y la holandés-reformista.
Sé cómo pedir bendiciones.
Fui
educado en una sociedad apartheid, que tenía mucha similitud
con los EE.UU. contemporáneos, con la Alemania nazi, con la
Unión Soviética estalinista y con la Israel sionista.
Sé, cómo uno lleva banderas de difamación y cómo
uno recita lemas anti-semitas, anti-terroristas y
anti-comunistas.
No soy ‘blanco’
y sé lo que significa ser clasificado como ‘negro’.
Sé, cómo afirmar el prejuicio racial, la discriminación
racial y el racismo. Estudié a Voltaire y Montesquieu, quienes
me dijeron que no podían entender, cómo Dios
todopoderoso, que por sí es la bondad misma, pudo colocar un
alma, y peor aún, un alma buena dentro de un cuerpo tan negro
como el mío. De hecho e incluyendo al gran filósofo
Hegel, ellos estaban convencidos que mis hermanos negros cristianos y
yo no servimos ni para el uso ni para el abuso de la filosofía.
En
la misa las bendiciones de Dios no llegaron hasta mí, porque
para mis amos Boer ‘israelitas’, para el pueblo escogido,
que al igual que Bush anda hablando con Dios, yo era simplemente una
‘herramienta que habla’, un ‘portador de agua y
leñador’.
Señor
Brummett, ¿está escuchando, siguiendo, comenzando a
entender lo que trato de decir?
Sé
lo que es arrogancia metropolitana y lo que es ideología
colonial en las escuelas. Aprendí por memoria que soy la
‘carga del hombre blanco’, que soy indígena y que
mis antepasados eran monos, caníbales y salvajes. Luego nos
enseñaron que no servimos para formar un Estado moderno y que
somos un país ‘dominado por la corrupción y el
crimen’.
Sí, tiene
razón y hay mucha evidencia de que esto es una epidemia
global. Leíamos todo sobre Colgate, Watergate, Nigergate y
Angolagate, sobre Enron y Parmalat; vimos lo que hicieron aquí
los Cisneros, Mendoza o Capriles y escuchamos que desaparecieron
grandes sumas de dinero, equivalentes a tres o cuatro veces el ‘Plan
Marshall’, todo esto mucho antes de que se conoció a
Chávez.
¡Vaya que sí
tiene razón!
Pero, como usted
nos recordó, hemos olvidado lo que nuestros amos coloniales
hicieron para nosotros, cómo nos descuartizaron por deporte,
cómo robaron y saquearon a nuestros continentes, cómo
nos extinguieron, porque no nos queríamos convertir en
esclavos. También olvidábamos, cómo nos
‘chuparon la sangre’ a través de nuestras ‘venas
abiertas’ (Eduardo Galeano) y qué nos hizo la ‘plaga’
norteamericana (Simón Bolívar). Olvidábamos que
fue la hada Norteamérica, su CIA, su Banco Mundial, su Fondo
Monetario Internacional, su Casa Blanca, su NASA y su Pentágono,
que durante todos esos años nos brindaron “asistencia y
ayuda en el desarrollo de nuestros recursos naturales, incluyendo el
petróleo”.
¡Somos
tan desagradecidos! ¡No sabemos valorar lo que los EE.UU. de
manera tan cristiana estaban (y siguen) haciendo por América
Latina, por Venezuela y por el mundo!
¡De
verdad, cada vez más, comienzo a entenderlo, Señor
Brummett y su manera de razonar! ¿Usted también trata
de entender lo que estoy diciendo?
¡No
tiene nada que ver con marxismo, comunismo o terrorismo! Es
sencillamente una realidad a nivel mundial, la cual usted no conoce,
no quiere conocer y en la cual usted no vive.
Si
usted no logra entendernos, entonces, por lo menos nuestros lectores
comenzarán a dudar y a cuestionar las ‘verdades
absolutas’ del New York Times y de Fox News, el ‘sentido
común’ de CNN y los ‘hechos’ del Miami
Herald sobre Chávez y Venezuela.
Pero
continuemos investigándolo a usted y a su cosmovisión
hacia Venezuela. Nosotros somos las criaturas desagradecidas, en vez
de disfrutar el Santa Claus de Coca Cola, las migajas cristianas que
caen de la mesa opulenta de nuestro Hermano Mayor del norte, quien
nos permitió de visitar a Disneylandia, de ver al Presidente
Mickey Mouse; en vez de agradecerle a Dagoberto Duck alias Bill
Gates, que nos dio tanto amor y caridad, donándoles a los
pobres de este mundo nada menos que 15 mil millones de dólares.
Sí, olvidábamos todo esto, y también los
negocios corporativos a nivel global de Microsoft, cuyas ganancias
anuales superan esta suma y probablemente incluso los presupuestos
anuales de nuestros continentes.
Usted
dice, que actualmente los EE.UU. luchan contra un “enemigo
terrible e inhumano”; estoy seguro, que este ‘enemigo’
no sólo es Osama Bin Laden y su pandilla de ‘terroristas’
del Al-Qaeda, sino cualquier persona o cosa árabe, o cualquier
país que posee petróleo o gas. ¿No sabe
esto?
¿Usted no sabe, que los
EE.UU. consumen más que 40% de los recursos energéticos
del planeta, no sabe que existe una crisis energética
mundial?
¿No sabe, que los
EE.UU. son una economía de guerra, que vive de la guerra, de
la muerte, del genocidio y que tiene que generar guerras mundiales
cuando se encuentra en severa crisis? ¿No sabe, que un sistema
mundial en crisis tiene que mostrar sus verdaderos colores (que son
aquellos de color marrón fascista) y, ya en agonía,
tiene que quitar el velo ‘democrático’ que estaba
cubriendo la cara llena de sangre de su ‘estatua de la
libertad’?
Desde el comienzo,
desde el ‘Bill of Rights’, ya durante siglos, la
autopista transhistórica imperialista de los EE.UU. era (y
sigue siendo) pavimentada con la sangre inocente y los cadáveres
de millones de víctimas de su ‘política exterior’
y de sus ‘intereses nacionales’.
No
hace falta que nos amenacen y nos cuenten mentiras, porque ningún
país en este mundo era o es tan estúpido como para
declararle una guerra contra los EE.UU. Ni siquiera Hitler o Stalin
se atrevían de hacerlo. El agresor siempre fue los EE.UU., que
de bajo de su manto de Drácula del ‘libertador’
atacaron a otros. Ahora imagínese, que los propios EE.UU.
quieren hacer creer al mundo, que Afganistán, Irak, Bin Laden,
Saddam Hussein, Irán o Venezuela, que esos ‘enemigos
terribles e inhumanos’ vienen con la intención de ‘matar
y mutilar’ al pueblo norteamericano. Lo que usted escribió,
se conoce como viejo truco ideológico al estilo de Orwell, que
es poner las cosas al revés y acusar a los demás de lo
que usted mismo hace en realidad; utilizarlos como ‘chivos
expiatorios’ y ‘enemigos’ para desviar la atención
de su propia corrupción y crímenes de guerra. Por
favor, este truco ya es rancio y fue utilizado por todos los tiranos
y dictadores de la historia, desde los tiranos de Siracusa, a través
de Draco, Nero, Calígula, Stalin, Hitler, Mussolini y Salazar,
hasta Franco y ahora Bush I y Bush II; el primero era una tragedia
global, el segundo es una farsa americana y lleno de mentiras sobre
las Torres Gemelas y los ‘terroristas’. En cuanto a las
Torres Gemelas, ¿usted realmente cree en Dios y en Bin Laden?
¿Realmente sigue creyendo que la seráfica
administración Bush es tan inocente como lo quiere hacer creer
ante el mundo?
Dentro de 50 años,
cuando se desclasifiquen los verdaderos documentos y cuando ya no
importará, porque probablemente el planeta entero estará
radioactivo y tostado, usted y yo podríamos reunirnos para
volver a discutir este asunto, es decir, discutir sobre la Verdad,
que es el talón de Aquiles de los EE.UU., sobre el ‘Proyecto
para un nuevo siglo americano’ y sobre el diezmo de miles de
millones de trabajadores manuales físicos obsoletos alrededor
del planeta.
¿Usted realmente
va a creer en otro engaño al estilo de Pearl Harbor, al cuento
árabe de ‘mil y una noche’ más reciente de
Bush; va a creer en las alfombras voladoras en vez de registrar los
‘platillos voladores’ que utilizan la tecnología
de Tesla? ¿Usted todavía viene con esas viejas
historietas sobre ‘Aladino’ o ‘Ali Baba’, en
vez de preocuparse de lo que pasa en Los Álamos o en el área
51 del Desierto de Nevada?, para ver lo que está pasando allí
todas las noches con sus propios ojos y para analizarlo con su propio
cerebro, para entonces volver e informar a los lectores del New York
Times sobre las realidades estadounidenses; pero prefiere contarnos a
nosotros y al mundo estupideces sobre Venezuela y el Caribe.
Con
toda la tan celebrada ‘libertad de expresión’ que
supuestamente tienen en los EE.UU., apuesto que sus ‘patriot
acts’ no le permitirán decir la verdad e incluso podría
terminar en la cárcel o ‘desaparecer’, y nadie
jamás sabrá, que pasó con usted.
Bien,
despiértese y estudie su patriotismo; no es tan inocente que
pretende ser. Usted lo sabe mucho mejor, que vivimos en el tercer
milenio y no en la era de McCarthy o en la Edad Media europea.
No
utilice más esa propaganda nazi del ‘enemigo-amigo’;
Hitler la utilizó y ustedes la aprendieron de los ‘filósofos’
caseros del fascismo norteamericano plagio del nacional socialismo
alemán, de Carl Schmitt y de Leo Strauss. Este tipo de
pensamientos terminó en declarar como ‘enemigos’
del ‘Tercer Reich’ a los judíos, comunistas,
gitanos y africanos.
Millones de
esos ‘enemigos’ terminaron en los campos de concentración
y fueron asesinados brutalmente mediante armas de destrucción
masiva. Sólo averigüe en los propios EE.UU., y verá
montones de armas de destrucción masiva en todas partes;
también encontrará los campos de concentración y
las ‘cámaras de tortura’ de la CIA, esos no sólo
existen en Guantánamo o en la Europa oriental, los tienen
ustedes directo en casa, en su dulce hogar.
Así
que amigo cristiano de Venezuela, primero dense un vistazo a ustedes
mismos en el espejo de la realidad y encontrarán al verdadero
Bin Laden, al verdadero y único terrorista y no a un fantasma
fabricado por la CIA. Lo que verán allí en el espejo de
la globalización no son los ‘asesinos islámicos’
que ‘vienen por ustedes cuésteles lo que les cueste’;
más bien verán a la CIA estadounidense, los
paramilitares y los Marines que se preparan para invadir a Irán
y a Venezuela en cualquier momento.
Ahora,
después de escuchar a mis puntos de vista, después de
entender e incluso aprender algo, ¿qué piensa usted que
contienen esas bendiciones cristianas añejas y farisaicas:
“Dios bendiga a América, Dios bendiga a Venezuela y que
Dios ilumine a Hugo Chávez”?
Usted
sabe, que donde quiera que ande el dólar (que supuestamente
confíe en dios), el ejército de Rumsfeld sigue en pie.
Mientras tanto nadie, ni siquiera dios mismo, confía más
en el dólar estadounidense; ya ahora necesita un 40% de
devaluación y pronto ya no valdrá un comino. Nosotros
no nos ‘sentimos’ oprimidos por los EE.UU., sino de
hecho, el imperialismo corporativo estadounidense nos está
oprimiendo y explotando.