Franz J. T. Lee, septiembre de 2005
Ahora, ¡cuidado con los lobos capitalistas imperialistas, disfrazados con boinas rojas!
6 de
agosto de 2005. Sentados en un banco de piedra en la Plaza Bolívar
en Mérida, esperando a Jutta buscando nuestro carro del
estacionamiento, Iris y yo estábamos disfrutando el eterno
clima de primavera y las conversaciones electorales tropicales del
soberano, del poder ciudadano alrededor de nosotros.
De manera
excitante, todo el mundo estaba hablando de las venideras elecciones
de los concejales locales. En todas partes se podía escuchar
diferentes opiniones y críticas. Muchos Bolivarianos estaban
instruyendo con optimismo a la gente de cómo votar
correctamente el siguiente día.
Nunca durante 26 años,
en ningún otro país, he escuchado unos debates tan
serios y fáctitos sobre “lo nuevo”, sobre
“socialismo”, “propiedad privada” y
“castro-comunismo”. Eran verdaderas discusiones
políticas, populares y vívidas. Nunca e incluso menos
durante los buenos viejos tiempos, cuando la clase media todavía
podía comprar un Chevette o Volkswagen nuevo de agencia para
sólo 20.000 Bolívares, Venezuela era socialmente tan
caliente, tan nerviosa, tan sensitiva y tan politizada.
A
través de las últimas décadas, como resultado de
la violenta reestructuración del mercado mundial, de la
“neo-liberalización” del “intercambio
desigual” crónico de las mercancías globales, de
la destrucción organizada de millones de fuerzas de trabajo
físico manual y de su reemplazo por un puño de fuerzas
de trabajo “intelectual” y por máquinas y
computadoras, Venezuela misma también fue disparada al
epicentro beligerante de esta olla de presión globo
fascista.
En realidad, Venezuela, por ser un país
productor de petróleo, fue catapultada en los torbellinos del
complejo militar industrial global y de la expansión armada de
la hegemonía imperialista corporativa Orweliana estadounidense
y europea. Por lo tanto, Venezuela se encuentra en peligro permanente
de una intervención militar estadounidense y su pueblo vive
eternamente bajo la espada de Damocles del “choque y terror”
yanqui, de Fallujah.
Sin embargo, hablemos de cosas más
agradables.
Sabiéndolo o no, lógicamente, cada
individuo en el “Tercer Mundo”, en América Latina
y en Venezuela, está afectado por los acontecimientos
mundiales, tiene una premonición parapsicológica y
psíquica de venideros choques y conflictos mundiales
catastróficos, que podrían amenazar la propia
existencia de la especie humana. Esto es de lo que se trata con la
conciencia de clase global, emancipatoria y moderna.
Dentro de
este contexto, actualmente la base popular de la sociedad venezolana
experimenta un venidero tsunami devastador; es decir, más que
80% de una población total de 24 millones, que desde hace
décadas de dominio oligárquico corrupto estaban
languideciendo en pobreza crítica y en miseria, se
convirtieron en la propia punta del iceberg emancipatorio global,
están creando la Revolución Bolivariana y la están
llevando hacia la emancipación humana total.
Esto es el
fondo humano de las cosas agradables aquí, de la belleza
práxica venezolana, de la verdad teórica y del amor
emancipatorio. Esto es verdadera esperanza militante optimista
fundamental.
Hoy, al fin, ellos, que son la “escoria de
la tierra”, los “recoge-latas”, sienten, que
llevaron al poder político a su Presidente Chávez, a su
líder, que es un camarada que parece a ellos, que habla como
ellos, que sufre igual que ellos, que se dirige a ellos, a sus
verdaderos temores y verdaderas lágrimas.
Ellos por sí
mismos, a través de un referéndum, han legalizado su
constitución democrática, que ahora también
sirve a sus intereses de clase e individuales. A través de sus
representantes locales, a quienes por ley democrática pueden
elegir por sí solos, ahora pueden participar directamente en
la toma de decisiones y en el forjamiento de su inmediato y futuro
destino.
A Washington y al mundo, durante los últimos 6
años, 8 veces en serie, han demostrado su poder político
popular, su voluntad revolucionaria, sus poderosas respuestas a los
golpes militares y sabotajes petroleros, sus expectativas
emancipatorias militantes optimistas. En el pasado fueron utilizados
y abusados como carne de cañón electoral para los
partidos políticos tradicionales; de manera rutinaria, durante
décadas, con sólo una opción, alternadamente
fueron obligados a votar para aquellos, para los cuales sus abuelos
solían votar, una vez para COPEI, la próxima para
Acción Democrática.
Las cosas han cambiado. Los
pueblos mismos han cambiado los tiempos en América Latina.
Aquellos que no aprovechan este momento emancipatorio, van a ser
botados inexorablemente al Infierno transhistórico del eterno
olvido.
Así que, ¡cuidado con los lobos
capitalistas imperialistas, disfrazados con boinas rojas!
Esto
es una advertencia a todas las fuerzas contrarrevolucionarias y
contra-emancipatorias actuales en el continente y el mundo
entero.
Las masas venezolanas vieron al Presidente Rafael
Caldera apenas, cuando estaba jugando dominó con sus
generales; en cambio el Presidente Hugo Chávez está en
todas partes, casi al mismo tiempo; en Nueva York, en Nueva Orleáns,
en Nueva Delhi, en Nueva Esparta, haciendo, pensando y hablando la
revolución, creando un Nuevo Socialismo, un nuevo futuro, una
vida mejor para los pueblos latinoamericanos y la humanidad
entera.
Reflexionando sobre todas esas cosas revolucionarias,
sentado entre la gente común, allí en la Plaza Bolívar,
estaba escuchando la conversación de dos jóvenes
venezolanos, que definitivamente no eran “Chavistas”. Uno
de ellos, Rafael, estaba fascinado de Chávez, su amigo, Pedro,
estaba furioso por cosas, que supuestamente ocurrieron en todo el
Estado Mérida, en las Misiones, en las oficinas del Gobernador
y de los alcaldes, en el Gobierno regional. Estaba sencillamente
harto de todo, incluyendo la “oposición” y juró
categóricamente, no ir a votar el día siguiente,
considerándolo “pura pérdida de tiempo”,
como “más de lo mismo”, como la misma cosa una y
otra vez.
Era verdaderamente dramático, pero también
educativo escuchar la batalla política de los dos chamos. De
hecho, refleja la situación real y actual del país, de
las fuerzas de clase, chocando una contra la otra, de la Revolución
Bolivariana.
Rafael prácticamente estaba rogando a
Pedro: “Chamo, tienes que ir a votar mañana. Tienes que
votar por Chávez; ¡Pedro, oiga, no puedes hacerle esto a
Chávez!
Su amigo estaba furioso, repitiendo casi todas
las cosas no digeridas, que había escuchado en los recientes
programas de radio y televisión de la llamada “oposición”.
El era definitivamente una víctima trágica e inocente
de la libertad “democrática” de expresión y
de la prensa libre.
Otros se unieron a la discusión y
se desató una verdadera batalla; ideología cruda versus
teoría popular y entre gritos y maldiciones, casi todo terminó
en un alboroto.
Llegó nuestro carro y nos fuimos,
preguntándonos, cómo iba a resultar este “desasosiego
popular”.
Algunos días después, de vuelto
en la Plaza Bolívar, escuché voces conocidas cerca de
mí. Allí los vi a ambos, a Rafael y a Pedro, trabajando
juntos en su pequeña colectividad de limpia-botas, los dos
quejándose de las altas cifras de abstención en las
elecciones, hablando de cómo obtener un préstamo dentro
del proyecto gubernamental para el “desarrollo de los núcleos
endógenos”, y de cómo iniciar una “pequeña
empresa”; claro, también ya estaban hablando de cómo
ganar las próximas elecciones de diciembre de 2005 y 2006,
“para Chávez, con diez millones de votos”
(Pedro!).
Si, más que nunca, en las duras y oscuras
realidades de nuestra época, es necesario no perder la llama
ardiente de la revolución democrática, no perder la
llamada del clarín de madrugada para la emancipación
socialista y en las horas más oscuras, aquí y ahora,
seguir haciendo y hablando de cosas militantes, más agradables
y optimistas.
No importa, qué podría pasar en
Venezuela dentro de los próximos meses. Aquellos y lo que
realmente llevó al poder la Revolución Bolivariana y
quienes verdaderamente la están llevando hacia la Emancipación
Humana Total, finalmente alcanzarán las estrellas.
Todo
esto en el espíritu de la revolución permanente de León
Trotski, quien murió en el nombre de la Emancipación en
suelo americano y quien, algunos días antes de su brutal
asesinato seguía diciendo: “La vida es bella, disfrútala
a lo máximo”.
Así que, en honor al dum
spiro spero de Trotski, “mientras respiro, confío”,
apoyamos plenamente y de todo corazón al Presidente Chávez
y a la Revolución Bolivariana.
Ninguna fuerza
reaccionaria ni contra-emancipatoria logrará parar el actual e
inexorable avance de los millones de trabajadores hacia una todavía
posible libertad humana.